NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
HAN pasado ya cuatro días desde que Beatriz Corredor dejó de ser ministra y yo sigo postrado en mi chaise longue, sumido en la perplejidad, la pesadumbre y el desasosiego. ¿Tan honda huella dejó en mí la ex titular de Vivienda? No; simplemente me enteré de que esta señora estaba al frente de un ministerio el mismo día que la cesaron. Tan brillante y notoria ha sido su gestión.
Los ministerios de Vivienda y de Igualdad fueron dos improvisaciones de Zapatero en unos momentos en los que la cosa daba para ese tipo de devaneos jazzísticos. Ahora que es el FMI el que dicta nuestra política interna hay que atenerse a una estricta partitura en la que los mamotretos burocráticos de adorno no caben, por el tema del ahorro presupuestario, se entiende. Nada de florituras instrumentales: cuerpo de orquesta al unísono. No obstante, el Presidente, fan declarado del be bop, asegura que este reajuste lo pensó el domingo ¡y el miércoles lo llevó a cabo! No me cabe duda de que Zapatero, de haber sabido tocar el saxo tenor, podría haber sido la reencarnación de John Coltrane.
La remodelación del gabinete que finalmente nos ha privado de la presencia de Espinosa, De la Vega y Moratinos se esperaba en julio, cuando acabó el "acontecimiento histórico planetario" de la presidencia europea. Fallaron las previsiones y ha sido ahora en octubre cuando se ha producido. Y quién lo iba a decir, la persona que perpetró aquella mesmerizante frase es ahora la ministra de Sanidad que nos va a prohibir a partir del 2 de enero fumar en los bares después de tomarnos el gin tonic de nuestros pecados.
Dicen los analistas políticos -cualquiera en la barra de un bar con ganas de hacerse oír- que Rubalcaba es el nuevo hombre fuerte de Zapatero. Yo no lo creo así, todo lo contrario: pienso que, en el remozado Gobierno, Zapatero es el ministro de deportes de Rubalcaba. Ni siquiera eso, secretario de Estado, como las degradadas Aído y Corredor. Sea lo que sea, tardaremos unos meses en conocer las verdaderas intenciones zapateriles, si se trata de una abdicación o de un ascenso trampa, como sugieren los malpensados. En cualquier caso, este cambio nos enseña una cosa: no hay que dar por muerto a alguien que aún respira, por muy mal aspecto que el moribundo presente. Creíamos que a Zapatero sólo le quedaban dos cosas por hacer: redactar testamento y recibir la extremaunción, pero los que hemos sido bautizados en la fe de Cristo no podemos olvidar que los muertos resucitan, y si hay alguien en el PSOE capaz de conseguir que Lázaro se levante y ande ese es Rubalcaba. Así lo creen, y lo temen, en el PP. ¿Vieron a Cospedal y a Arenas hablando bien del nuevo Gobierno? Hilarante anécdota que nos hace pensar que de aquí a las elecciones de 2012 puede pasar cualquier cosa.
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