Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Marea popular

EL PP está que se sale en las encuestas, aunque su líder no despierte entusiasmos. Ayer, La Vanguardia publicó la primera encuesta que sale tras el profundo cambio de Gobierno que ha efectuado Zapatero. El resultado era demoledor. El Partido Popular está a un escaño de la mayoría absoluta y el PSOE sacaría menos escaños que en 2000, con Almunia de candidato. El sondeo ha sido realizado por un instituto de opinión presidido por el catedrático de Ciencia Política Julián Santamaría, que no es sospechoso; tuvo varios cargos de relieve durante el mandato de Felipe González. Si las elecciones fuesen hoy, los populares aventajarían a los socialistas en más de 40 diputados, 175 a 133, y tendrían un alza espectacular los nacionalistas catalanes y vascos, IU y UPyD, que sumarían 36 escaños. La variable común es el hundimiento del PSOE. Sólo dos de cada tres votantes socialistas desean hoy la victoria de su opción en 2008.

Rajoy tendría razones para estar satisfecho de este triunfo anunciado, que se basa en gran manera en el desafecto que ha generado en la hinchada socialista la errática política de Zapatero. Un 55% de los votantes del PSOE desconfían del presidente del Gobierno. Pero resulta que un porcentaje similar de votantes del PP desconfía de Rajoy. Este desapego del líder popular se debe a dos razones esenciales, una es que su partido es muy ancho y a su flanco derecho, el tea party español, no le gusta. Al tea party nacional bebe los vientos por Esperanza Aguirre, por su arrojo, su desparpajo y su conservadurismo populista sin concesiones ni fisuras.

El otro problema de Rajoy es su indefinición. Ayer, en una entrevista de cinco páginas en El País no concretó mucho sobre sus proyectos para el país. Decía, por ejemplo, que haría un plan en España como el de Cameron en el Reino Unido: mantener los servicios públicos esenciales, sobre todo en Educación y Sanidad, aumentar la inversión y no subir impuestos. Pero mientras el primer ministro británico lo hace a costa de suprimir 500.000 funcionarios, nuestro jefe de la oposición aquí no lo haría. Las cuentas no salen. En San Roque (Cádiz) el ministro plenipotenciario Rubalcaba, con su habilidad habitual metía el dedo en esa llaga: "Rajoy sabe lo que quiere, pero no quiere que lo sepan los demás". Un ex ministro de Aznar cuenta en privado que Rajoy tiene que hacer tales reformas y recortes que ya se plantea estar sólo cuatro años.

Arenas no es ajeno a este síndrome. Practica muy bien el juego duro contra la Junta, a la que afea despilfarros en muebles, teléfonos móviles, mudanzas o exceso de cargos públicos, que se dispone a reducir a la mitad, pero nada dice de una jibarización de la administración como la de Cameron. Sostiene que la propaganda no crea puestos de trabajo. Una gran verdad, que vale para todos los colores políticos.

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