La tribuna

Manuel Garrido Ruiz

El vehículo se vuelve... ¡verde!

UNO de los temas más interesantes de nuestra década, tanto por el número de seguidores como por el dinero que mueve, además del fútbol o la Formula Uno, es la obsesión por el medio ambiente; y digo esto, por aquello de que, contra la crisis, la industria se defiende siempre con sus mejores armas y antídotos, es decir, con producto, producto y más producto. El automóvil en concreto es uno de los productos que puede ofrecer más soluciones a la industria pensante, favoreciendo modelos ingeniosos, desenfadados y hasta "eléctricos".

Hoy día se recurre al corazón para inventar y crear. Y qué casualidad que todas las empresas dedicadas al mundo de la producción del automóvil tienen un nexo común: su empeño en ser verde, o más bien, creando vehículos que "parecen verdes" por estar de moda y tocar el sentimiento natural de las personas que con mentalidad salvadora adquieren modelos de vehículos made in naturaleza. ¡Estamos equivocados! No existen vehículos políticamente correctos, ni se fabrican modelos ecológicamente correctos, si bien el optimismo de los fabricantes sigue subiendo enteros y las marcas europeas y… ¡americanas! empiezan a vislumbrar un horizonte híbrido y eléctrico más cercano. Se hace necesaria una transición ordenada y coherente del coche de combustión al vehículo eléctrico.

Son muchas las falacias que emite este Gobierno a la opinión pública, igual que, son muchas las columpiadas en los cálculos sobre si llegaremos a cumplir con los objetivos que nos marca en materia emisiones de CO2 nuestra madre Europa. No se cuenta la verdad sobre nuestro alcance en materia de ventas y puesta en funcionamiento del vehículo eléctrico e híbrido enchufable. Seguimos actuando bajo el prisma de la improvisación, algo que es ya marca de la casa cuando hablamos de nuestro Gobierno, porque lo que hoy es blanco, mañana puede ser negro y pasado mañana verde.

Con datos sobre la mesa podemos decir que Industria ha hecho públicos los datos oficiales del archiconocido Plan Movele donde se indica que se han subvencionado algo más de 500 vehículos eléctricos, de los cuales 84 vehículos correspondieron a ventas a particulares (¡im-presionante!) frente a los 31 millones de vehículos en circulación, según las últimas estimaciones de la Dirección General de Tráfico. Surge otro contratiempo sobre el tema en cuestión y es que, ciertamente en una ciudad cualquiera española se intenta que los cableados aéreos de empresas suministradoras de servicios, las alcantarillas y un largo etcétera sean lo más disimulados posibles para no desentonar con el paisaje urbano de nuestras ciudades. Entonces… ahí viene otro problema; la más que posible epidemia de enchufes, cables, centralitas, etcétera que se necesitarán para alimentar a nuestros vehículos verdes y sabiendo de la más que posible contaminación de energía eléctrica, pues, para un solo coche se necesitarían seis molinos eléctricos u once paneles solares, ya que los modelos electrificados tienen todavía poca potencia. Muchos Ayuntamientos se negarán a tener sus aceras salpicadas de puntos de recarga por ser una nueva tortura para los peatones y un obstáculo más para el colectivo con problemas de movilidad reducida. El Gobierno ha presentado para ello su Estrategia y Plan de Acción (miedo me da) para impulsar el vehículo eléctrico en España y, entre las medidas que se prometen, son el permiso para circular por zonas restringidas, la reserva de espacios públicos para recargas de flotas especiales (atención sanitaria, policía) y la recarga en horario nocturno con tarifas supervalle, para lo que instalará contadores a todos los usuarios de dichos vehículos. Según esto, me entran unas ganas terribles de adquirir un vehículo eléctrico y para colmo la autonomía de tales vehículos que a duras penas llegarán a los cien kilómetros.

Ciertamente, no estamos preparados para afrontar los retos europeos, hay infinidad de interrogantes y problemas que nadie dice cómo se van a solucionar y…mejor ni preguntar. Pero un rayo de luz, existe. Veamos con buenos ojos los esfuerzos que están mostrando la industria europea y en concreto la americana, que quiere marcar el ritmo, empeñada en controlar la transición de los coches de combustión interna a la electrificación. Se están invirtiendo billones de euros y de dólares en que esto suceda y se pueda llegar al binomio eficiencia-sostenibilidad. La inquietud medioambiental ronda en las distintas factorías "limpias" donde no sólo se refieren a la fabricación de productos que limitan las emisiones, sino que también afecta a la propia concepción de las mismas como unidades contaminantes.

Por último, dos afirmaciones que considero de especial importancia. En primer lugar, la del presidente de la patronal de la industria termosolar, Valeriano Ruiz al decir que "el choque entre las regulaciones nacionales, autonómicas y locales supone un grave hándicap para el desarrollo de las renovables" y por otro, la de Marc Cartaña, asociado a dirección de TNS al afirmar que "la conciencia ecológica dejará de sustentarse sin un plan de apoyo detrás".

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