La granada del siglo XXI

Sorvilán, choto y buen vino

  • El municipio organiza varios encuentros al año en torno a la gastronomía típica de un pueblo de larga tradición de viñedos

La vid está más que presente en el paisaje de Sorvilán, que también cuenta con almendros, higueras, cactus y palmeras. La vegetación del municipio muestra los recursos de esta tierra, donde el vino tuvo en otro tiempo una gran importancia y aún hoy, aunque relegado de su protagonismo en la economía, mantiene su calidad y su fama. "Buen vino sí hay, pero vamos a ver quién se lo lleva", comenta un vecino, Juan García, que resume así las dificultades de las bodegas para vender su producto.

"Yo he vivido durante años del campo, pero hoy en día ya no se puede vivir de la agricultura. Las almendras no valen nada y el vino tampoco. Por eso la gente se va fuera y aquí hay pocos jóvenes", explica Juan. "En verano viene más gente, pero de octubre a junio esto está casi vacío", coincide otro vecino de Sorvilán, José Martín. "Hay cinco niños en la escuela. Con eso lo digo todo", resume. "Y donde no hay niños, no hay vida. Antes siempre estaba esto lleno de gente, pero ha habido muy poco progreso. En algunos momentos el municipio ha llegado a tener 2.000 habitantes, pero ahora no llegan a los 700".

"En la parte de abajo, de la costa, sí hay más gente joven". La que habla ahora es su nieta, María Aranda, que está en casa de sus abuelos, pero sólo de visita. "La gente viene porque tiene aquí familia o porque son de aquí. Puedes venir a descansar, pero en realidad no hay nada más aquí, la verdad", explica. "Aunque sí que está cerca la playa y tiene buena temperatura, eso sí".

Además del núcleo de población de Sorvilán y del de Alfornón, que también se encuentra entre las estribaciones de la Sierra de la Contraviesa, el municipio abarca igualmente otras dos pequeñas poblaciones costeras: Los Yesos y Melicena. Allí el ambiente y el paisaje cambian, con los invernaderos cubriendo buena parte del terreno. La carretera pasa casi rozando el mar y en el escaso terreno que hay de ahí hasta la línea de costa, unas pocas viviendas forman cada una de estas dos poblaciones. Allí hay más actividad que en las zonas altas del municipio, sobre todo en los meses de verano, pero aun así, la tranquilidad y la calma no se pierden de vista allí tampoco.

En todo el municipio existe una gastronomía típica y tradicional que sus habitantes se resisten a olvidar y en torno a esa cultura del tenedor y de la cuchara organizan varios encuentros a lo largo del año, de los cuales el más importante y el más popular es el concurso gastronómico de choto, que atrae a Sorvilán a un buen número de visitantes. "Cada uno lo cocina a su manera y el que más gusta gana", cuenta María Rodríguez. La receta varía en cada casa y el sabor puede no tener nada que ver de un plato a otro. De hecho, el año pasado se tomó la decisión de reunir en un libro las recetas que habían participado en el concurso, para dar un impulso más a esta iniciativa, que se celebra en el mes de abril.

Además, son típicos en la zona los roscos de vino, el aguardiente, y también "las migas, el pan de higo, la matanza...", apunta Araceli Fernández, que tuvo que irse a vivir fuera, pero asegura que siempre que puede, vuelve. "Y el vino es muy bueno", subraya. No faltan los vinos de la zona en las fiestas, donde siempre se hacen migas populares, por ejemplo. En el Día de la Cultura de Alfornón se cocinan los productos de la matanza para todo el mundo. También en Alfornón se celebra en enero el Día de la Rosca, mientras que en Sorvilán, en ese mismo mes lo que se cocina es un puchero, que suele prepararse para recaudar fondos con fines benéficos.

A través de este tipo de encuentros y de iniciativas como el libro de recetas, Sorvilán hace un intento por mantener su cultura y sus tradiciones intactas. Y al mismo tiempo intenta fomentar la convivencia y el buen ambiente que reina entre los vecinos y del que tanto presumen sus habitantes.

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