pregón oficial

La Yerbabuena pronuncia un pregón de recuerdos y homenaje a las mujeres

  • El patio del Ayuntamiento acogió el acto de anuncio oficial de las fiestas, a cargo de la bailaora granadina Eva María Garrido

La baitaora Eva María Garrido.

La baitaora Eva María Garrido. / Carlos Gil

Sentida y muy emocionada, la bailaora granadina Eva María Garrido, 'La Yerbabuena', pregonó ayer la feria del Corpus de Granada. Un hecho que ya pasará a la historia ya que es la primera mujer que recibe dicha designación en la larga trayectoria de pregones de la feria de Granada. Y qué mejor que una granadina universal, que lleva el nombre de su tierra por todo el mundo, que recorre con sus espectáculos flamencos y con el arte de Granada que siempre lleva a gala.

La Yerbabuena basó su anuncio de las fiestas en sus recuerdos de infancia en Ogíjares, y en el papel tan importante de la mujer. Desde las mujeres de su familia, principalmente su abuela Encarna, a la que recordó emocionada, hasta las más recientes, sus hijas. Y aprovechó para hacer un alegato en defensa de la particularidad de cada persona, del "todos", de la suma de lo diverso, y para soñar con que un día "podrá existir un día de color de rosa, un día en que cualquier niña se pueda convertir en princesa, un día en que adoremos la infancia, en lugar de luchar por superarla para luego añorarla eternamente".

La bailaora, Medalla de Oro al Mérito de la Ciudad, recordó a las mujeres que en Corpus cortan los pétalos de las flores, engalanan las casas, preparan los vestidos de fiesta, acicalan a las "princesas" de Primera Comunión que acompañan a la Custodia "en esta primera exposición de niña ante el mundo al alcanzar la pubertad". "Todo es rito", dijo la pregonera, que cree que "hay algo muy femenino en esta fiesta, que es una de campanas que tañen, de olor a verano, de perfume a rosas, de paños blancos, de frescor a limpio. Y más aún aquí, en Granada, donde el corazón de la Custodia misma, es esa joya donada por una mujer, la Reina Isabel, quien llevó a Granada tan en el corazón que pidió que aquí reposaran sus restos y cinco siglos más tarde, así sigue siendo". Y también La Yerbabuena lleva a Granada en el corazón. "Vaya por delante el cariño de vuelta de quien se siente abrumada por los ecos del afecto de una ciudad que suena, como pocas, en un mundo globalizado que cambia de forma tan acelerada, que nos asusta a todos un poco. Aún así, cuando en la Ópera de Sydney, en el Barbicane o el Sadler's Wells de Londres, en el City Center de Nueva York, o en teatros repetidos con nombres difíciles de pronunciar en Japón, Shanghai o Hong Kong, cuando en esos lugares -que parecen imposibles desde mis orígenes-, se han leído los programas de mano o las noticias de los periódicos, siempre el término de 'la granadina' ha acompañado mi nombre. Y es que, en sí, ser de Granada es un título que te coloca en el mundo, en esta bola azul que es la patria de todos".

En su pregón, incluyó todas las vertientes por la que uno se acerca a esta fiesta: "Hay quienes tienen una fe ciega, hay quienes la tienen como una costumbre, los hay que siguen los festejos desde la extrañeza de quienes se encuentran y desencuentran con los ritos y con la fe". A todos, Eva La Yerbabuena pidió "Fe y jolgorio, que no están reñidos, y a disfrutar de la fiesta; mucho baile y mucho juicio... eso sí, el justo para que la fiesta resuene en cada rincón", concluyó.

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