10 años de crisis: Una década negra con secuelas a largo plazo

La economía granadina tras la recesión

Granada aún no se ha despedido de la recesión económica que estalló en 2007

La pérdida de derechos, lo que más preocupa a los sindicatos

El mercado de trabajo es el principal reflejo de la situación económica.
El mercado de trabajo es el principal reflejo de la situación económica. / Álex Cámara
Guadalupe S. Maldonado

Granada, 24 de diciembre 2017 - 07:35

Diez años no son nada, pero para la economía granadina el transcurso de la última década lo ha sido todo. La palabra 'maldita', que al principio se evitaba como la peste, llegó para quedarse en septiembre de 2007, aunque no fue hasta 2008 cuando se hizo evidente que ni España ni Granada se librarían la debacle que se desencadenó al otro lado del Atlántico con las hipotecas subprime. Diez años después, los efectos de la mayor recesión de la historia reciente de Granada no se han disipado todavía, y aunque tanto el Gobierno central como la Unión Europea han dado oficialmente por cerrada la crisis, lo cierto es que ni el empleo es el que era ni las condiciones socioeconómicas han dejado atrás las apreturas. Y, lo que es peor, en estos diez largos años no se han sentado las bases para una nueva economía: Granada sigue dependiendo de los servicios y, en menor medida, de la agricultura; la industrialización continúa siendo una asignatura pendiente; y ningún otro sector ha sido capaz de ocupar el hueco que ha dejado la construcción, ni en movimiento económico ni en generación de empleo.

Los indicadores laborales son quizá los que más claramente demuestran que una cosa es salir de la recesión y otra muy distinta recuperar plenamente el pulso económico. Granada cerró el mes de noviembre con 87.483 desempleados, un 85,5% más que hace justo diez años, cuando el servicio público de empleo registraba 47.149 parados. La diferencia, abismal, indica que el mercado de trabajo soporta todavía casi el doble de desempleo, por mucho que la situación haya mejorado sensiblemente en los dos últimos años. La tasa de paro, de hecho, multiplica por 2,3 la de hace una década: el 26,95% de población en situación de desempleo de la provincia poco tiene que ver con el 11,35% del tercer trimestre del año 2007.

Granada aún no ha recuperado ni los niveles de empleo ni el tejido empresarial perdido

Además, y aquí están las secuelas a largo plazo, la crisis ha cambiado de forma significativa la estructura laboral de la provincia, dando vía libre a la temporalidad y la parcialidad. En un contexto en el que escasea el empleo, los trabajadores están dispuestos a aceptar peores trabajos, sin garantías temporales y en jornadas que a duras penas genera un salario para llegar a final de mes.

En la actualidad, el 39,8% de los trabajadores por cuenta ajena tienen trabajos temporales, mientras que hace cinco años (los datos de afiliación del Instituto de Estadística de Andalucía no llegan más atrás) este porcentaje era del 33,9%. Es decir, a pesar de que la afiliación ha crecido un 11,6% desde los peores momentos de la crisis (2012), este incremento se ha sustentado en contratos precarios, que ganan cada vez más peso en la estructura laboral granadina.

En cualquier caso, por muchos contratos precarios que se firmen, el empleo todavía no ha recuperado el nivel previo a la crisis económica. Los últimos datos de la Seguridad Social indican que Granada cuenta con una masa productiva de 319.545 trabajadores, una cifra que sigue estando un 7% por debajo de la de noviembre de 2007, cuando la provincia contaba con 343.682 afiliados.

Tampoco las empresas, de las que depende o no la creación de empleo, han conseguido cubrir todavía las muchas vacantes que ha ido dejando a su paso la crisis económica. De acuerdo con el Directorio Central de Empresas del Instituto Nacional de Estadística, en enero de 2017 había funcionando en la provincia 58.436 negocios -entre sociedades y autónomos-, mientras que hace una década la fuerza productiva de la provincia estaba formada por 61.055 compañías. Es decir, que Granada todavía hoy arroja un déficit de 2.619 empresas, así que su tejido productivo es aún un 4,3% inferior al de hace justo diez años.

Los salarios, la otra 'pata' sobre la que descansa la salida de la crisis, tampoco se han recuperado al ritmo que sí han crecido los precios, lo que sin duda dificulta la reactivación definitiva del consumo. En 2016, el último año del que la Agencia Tributaria ha publicado datos, las retribuciones anuales de los granadinos alcanzaron los 15.008 euros, una cifra que recupera parte del poder adquisitivo perdido pero que sigue sin superar la del año 2007, cuando el salario anual se situaba en 15.439 euros.

Obviamente, las cosas han cambiado y las previsiones económicas poco tienen que ver con los pesimistas augurios de hace tan solo cuatro años. El IPC lleva todo el año instalado en una senda alcista (en octubre los precios registraron un aumento interanual del 2,9%); y las previsiones de Analistas Económicos de Andalucía, la sociedad de estudios de Unicaja, apuntan a un crecimiento del PIB al cierre del año del 3,3%, frente al 2,3% del ejercicio pasado y el 3,1% con el que se saldó el año 2007.

Echando la vista atrás, es relativamente fácil identificar los problemas estructurales que han hecho de Granada una de las provincias más afectadas por la crisis económica. El secretario general de UGT de Granada, Juan Francisco Martín, asegura que si el impacto fue mayor -la provincia ha destacado durante esta última década con una de las mayores tasas de paro de España- se debe a "la debilidad estructural" de la economía provincial, "con un mercado de trabajo absolutamente estacional, una actividad económica estancada en actividades sin valor añadido y sin apenas industria, además de un déficit crónico de infraestructuras".

Y la situación actual, por mucho que mejoren los indicadores laborales, no se puede calificar de recuperación real a juicio de los representantes sindicales. El secretario general de CCOO de Granada, Ricardo Flores, asegura que no se "atreve" a hablar de salida de la crisis, ya que lo que la provincia tiene ahora es "un trabajo más precario, menos estable, salarios cada vez más bajos y una pérdida de derechos tremendamente importante". Los sindicatos coinciden en que el punto de partida de esta precarización del empleo se encuentra en la reforma laboral que en 2012 introdujo el Gobierno del Partido Popular, que empeoraba la de Zapatero. "La reforma laboral contribuyó a acelerar la destrucción de empleo en la provincia y repartió de forma desequilibrada la factura de la crisis", indica Martín, que asegura que las empresas sí que han mejorado su competitividad a raíz de la reducción salarial y de los costes de despido, pero que los trabajadores han salido poco beneficiados. Al contrario: "la reforma ha consolidado la desprotección de los trabajadores", y los buenos datos empresariales "no se traducen en mejora del empleo", añade Ricardo Flores.

Para UGT, la recuperación real solo llegará a los hogares de los granadinos cuando aumenten los salarios. "Es el elemento fundamental para el reparto de riqueza", asegura el secretario general del sindicato, explicando que "la recuperación del poder de compra de los salarios y la garantía de que no se va a producir pérdida de poder adquisitivo constituyen un elemento importante para impulsar el consumo y, con ello, consolidar el crecimiento económico y la creación de empleo de calidad".

La fórmula para la recuperación, añade CCOO, se completaría con el necesario cambio de modelo productivo. Porque, hasta ahora, poco se ha visto de esa transformación que todos -sindicatos, empresarios e instituciones- señalan como la base para que en caso de nueva recesión Granada no se vea tan afectada como en esta última crisis.

Reflejo de esa foto fija que es la economía de Granada - si se excluye la construcción, que sí que ha experimentado una transformación radical y que poco tiene que ver con la de hace una década-, es el hecho de que el turismo y toda su 'industria' asociada sea el único sector junto a las exportaciones que ha conseguido crecer cuando todo lo demás se desmoronaba. Tanto la llegada de viajeros como las pernoctaciones se sitúan ahora por encima de los datos de 2007 (en el caso de las visitas el crecimiento es del 22,7%, mientras que las estancias hoteleras son un 17,9% superiores).

"En estos diez últimos años no se ha producido el necesario cambio de modelo. La crisis ha dejado a nuestra provincia sujeta al azar del turismo y a las campañas agrícolas, con un sector de la construcción que no alcanza ni de lejos los niveles de empleo de otras épocas, y con un impacto industrial en el PIB pírrico. Así no se va a generar empleo que tenga valora añadido", explica Juan Francisco Martín.

En el mismo sentido, Ricardo Flores subraya que en Granada se sigue apostando hoy, al igual que se hacía hace diez años, por "el mismo modelo caracterizado por la baja inversión en tecnología y sometido a los vaivenes coyunturales de la economía". La solución, a juicio del secretario general de CCOO, pasa por dar "un giro" a la situación y apostar "por el tejido industrial y por el turismo sostenible que genere empleo de calidad".

Eso sí, sin infraestructuras difícilmente podrá darse ese cambio, aseguran los representantes sindicales, que garantizan que dadas las actuales circunstancias Granada "no estaría preparada" para salir airosa de una nueva recesión.

Desde el empresariado el horizonte se ve con un prisma bastante más optimista. Aunque no obvia que la crisis ha sido "devastadora" para Granada y que el proceso para recuperar los niveles económicos de antes de la crisis será todavía muy largo, el secretario general de la Confederación Granadina de Empresarios (CGE), Luis Aribayos, garantiza que "sí se están dando pasos importantes para diversificar los motores de la economía" provincial.

Uno de esos pasos, que ya está empezando a dar resultados, es la creación del Clúster OnGranada Tech City, un proyecto que los empresarios impulsaron hace cuatro años y que ha logrado concitar el consenso y el apoyo de todas las instituciones granadinas. "Hace cuatro años comprendimos que debíamos aprovechar el potencial de Granada como polo de atracción de compañías tecnológicas y biotecnológicas e impulsamos este exitoso proyecto con el que hemos conseguido convertir a Granada en una plaza tecnológica de referencia nacional e internacional".

En la actualidad, explica Aribayos, OnGranada cuenta con más de 600 empresas asociadas y es uno de los mayores clúster tecnológicos españoles, así que por fuerza ha tenido que producirse "un proceso de fortalecimiento del sector TIC y BioTIC en la provincia".

En esa línea tecnológica, Granada tiene en el horizonte otro proyecto capaz de cambiar de la noche a la mañana la economía de la provincia: el acelerador de partículas. La CGE y el resto de instituciones involucradas en la candidatura granadina para acoger el IFMIF-Dones, con el Gobierno y la Junta de Andalucía a la cabeza, vienen trabajando desde hace tres años en el diseño de un proyecto que ya ha recibido el visto bueno de la Unión Europea y que ahora competirá con Japón. El acelerador, que generará miles de empleos por sí solo y que atraerá a una rica y diversa industria auxiliar, "es el proyecto más importante para el futuro de la provincia en los próximos años y sobre el que debe pivotar el cambio de modelo productivo", apunta Aribayos.

Eso sí, difícilmente podrá producirse ese cambio sin infraestructuras. En esto hay unanimidad entre sindicatos y empresarios: el déficit de comunicaciones, de infraestructura eléctrica -ahí está la 'autopista' de Caparacena-Baza-La Ribina- o de canalizaciones hídricas (las de Rules) juega en contra de los intereses económicos de la provincia. "Para poder competir en igualdad de condiciones que otras provincias es imprescindible que la provincia de Granada cuente con las infraestructuras necesarias para ello, muchas de las cuales acumulan más de una década de retraso", subraya el secretario general de la Confederación Granadina de Empresarios.

En ese sentido, y aunque todavía queden muchas cosas pendientes, el año que está a punto de comenzar puede suponer un antes y un después por la puesta en marcha de la Alta Velocidad, una infraestructura que no solo beneficiará al sector turístico, sino que agilizará las relaciones económicas al acercar, por fin, a Granada con los dos grandes polos de negocios españoles: Madrid y Barcelona.

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