Los turistas son impredecibles y nunca se puede estar seguro de qué pueden preguntar. Caterina lo sabe muy bien. Desde diciembre esta joven atiende a los visitantes de la ciudad en el quiosco de Plaza Bib-Rambla donde les ofrece la posibilidad de realizar un paseo por la capital acompañados de un guía, además de vender entradas para la Alhambra o ser una informadora turística para todos los que la confunden con un punto de información.

Caterina llegó a Granada hace cuatro años, su acento delata que no es de por aquí, aunque su perfecto castellano no hace prever que esta joven nació en Grecia, pero cuando un grupo de griegos llega a preguntarle, en español o inglés, se sorprenden al ver cómo les contesta en su propio idioma.

El inglés, el alemán y el portugués también forman parte de su vocabulario y el francés, aunque a menor nivel, tampoco le supone ningún problema.

Las preguntas que le pueden hacer pasan del típico mapa o las tarifas de los servicios que ofrece la empresa, a querer saber dónde está la calle o el bar que el visitante escuchó en una canción de su artista favorito.

Esta granadina de adopción conoce la ciudad palmo a palmo, posiblemente mejor que algunos de los autóctonos, a pesar de lo que reconoce que siempre se aprenden cosas detrás del mostrador y se conocen lugares nuevos a través de las preguntas de la gente.