Granada

Granada todavía se resiste a la turismofobia

  • En la ciudad no se ha desarrollado un movimiento radical de odio al viajero, pero el "desorden" en las zonas turísticas sí genera sentimientos de rechazo

Los récords turísticos, que tan buenos son para la economía, para el empleo y para el fortalecimiento de un destino consolidado como Granada, tienen un lado oscuro. En las grandes capitales, la masificación que sufren ciertas zonas del centro, especialmente durante los fines de semana, ha dado lugar a un fenómeno conocido como turismofobia, un odio al turista que tiene su mayor exponente en Barcelona. En la ciudad condal, un destino que apenas se vio afectado por la crisis turísticas y que en la última década ha visto crecer las pernoctaciones un 73,6%, se está desarrollando un creciente sentimiento de rechazo a los viajeros, íntimamente relacionado con la 'ocupación' de los principales barrios turísticos y el boom de los alojamientos en viviendas, que favorecen que espacios que antes eran casi exclusivos de los vecinos, se vean afectados también por la masificación.

En Granada, la situación no es la misma, pero en zonas claves como el centro histórico o el Albaicín, el turismo y todo lo que conlleva -terrazas, ocupación de la vía pública, transformación del comercio de proximidad en tiendas para los viajeros-, sí genera cierto malestar durante los fines de semana y los periodos de mayor ocupación. El hecho de que hayan surgido plataformas cívicas como 'La calle es de todos', que desarrolla una labor constante de denuncia de actividades turísticas molestas como las despedidas de soltero o la 'conquista' de la vía pública por parte de bares y restaurantes. Aunque hay una gran distancia con la situación de Barcelona, la capital también ha experimentado un importante repunte del turismo en la última década: los viajeros superan ya los 1,8 millones y las pernoctaciones rozan los 3,3 millones, lo que supone incrementos del 28,6 y del 29,4% respecto a los datos que se registraban en el año 2006.

El secretario general de la Federación de Hostelería, Antonio García, explica que el principal problema, que tiene una fácil solución, es la "falta de orden" que se da en las principales zonas turísticas en determinados momentos del año. "Hay una situación de rechazo por el desorden que se produce en el centro de la ciudad, con segways, bicicletas, varios freetours o gente bañándose en las fuentes de las plazas de Plaza Nueva o Santa Ana", indica García, que asegura que todos estos elementos "dan una mala imagen del destino" y provocan que "los vecinos crean que la ciudad se ha convertido en una selva". La solución, a juicio de la Federación, es tan simple como aplicar la Ordenanza de la Convivencia, una herramienta que permitiría a las autoridades poner coto al descontrol que genera cierto tipo de turismo en la ciudad.

El presidente de la Federación Trinitario Betoret, apunta que, por definición, el turista es aquella persona que viaja para vivir "una experiencia en un destino que no conoce", que quiere disfrutar del entorno, pero no "hacer desmanes ni a dificultar la convivencia". Para el resto, para esos viajeros que aprovechan para hacer en otro sitio lo que nunca harían en casa, la única opción viable es "aplicar la normativa", desde la Ordenanza de la Convivencia hasta la regulación sobre ruedas.

Betoret reconoce que ahora "existen zonas donde hay una masificación que antes no se veía", y asegura que esta nueva situación tiene mucho que ver con el hecho de que se haya multiplicado la capacidad de alojamiento de la ciudad. El presidente de los hosteleros granadinos considera poco probable que en Granada se llegue a "extremos" como los de Barcelona, pero asegura que este es el momento de "tomar conciencia de que la gran amenaza que se cierne sobre el turismo es este fenómeno" y adoptar cuanto antes medidas para que no suceda. ¿La principal? Abordar el debate sobre el tipo de turismo que quiere Granada, que debe ser un turismo "que entienda la ciudad, que la aprecie más y que tenga más poder adquisitivo". Betoret indica que los empresarios y las administraciones tienen que definir el perfil de turista que realmente le interesa a un destino como Granada, ya que el actual "no es el más indicado para mantener el desarrollo socioeconómico de la ciudad" cuando el sector empiece a dar síntomas de desfallecimiento.

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