En algunas calles de la ciudad todavía se conservan como una reliquia los raíles por los que circulaban los tranvías el siglo pasado hasta que desaparecieron del paisaje urbano en 1974. Pero recuperar este medio de transporte por el Centro de la ciudad ha sido otra de esas historias interminables que acabaron en el cajón y que ahora regresan para tener otra oportunidad. La concejal de Movilidad, Raquel Ruz, ha sido en este nuevo tiempo la primera en lanzar la propuesta. Ayer, cansada de escuchar críticas a cuenta de la reordenación de las líneas de autobús como consecuencia de la pérdida de viajeros ante la llegada del metro, la concejal propuso abrir un nuevo debate: planteó que, ya que los grupos de la oposición desean hablar "tanto" de transporte, se lleve al Observatorio de la Movilidad este tipo de proyecto que sí supondría una transformación efectiva en la ciudad.

La edil considera que es el momento de que el Ayuntamiento de Granada reflexione sobre qué modelo de ciudad desea para el futuro. Si se va a apostar por los modelos tranviarios como ya han hecho numerosas ciudades europeas o se va a seguir peleando a cuenta del autobús. Y, aunque por plazos, Ruz considera que no le tocará inaugurar un proyecto tan ambicioso sí está dispuesta a iniciar la redacción de un nuevo proyecto de movilidad con un centro donde los peatones, los ciclistas o los medios de transporte sostenibles sean protagonistas.

Torres Hurtado frenó el proyecto inicial porque quería que discurriera bajo tierra

No es la primera vez que este tema sale a relucir. Sin embargo, la Dirección General de Transporte de la Junta de Andalucía decidió en 2003 posponer la segunda línea del Metro, al tiempo que se dio luz verde al trazado que enlaza la capital con el Área Metropolitana que se inauguró el pasado 20 de septiembre, después de casi 15 años de vaivenes. En aquel momento, la Junta decidió retrasar la decisión sobre el modelo de la línea urbana del metro hasta que concluyeran los estudios técnicos, resolución que llegó a principios de 2004, cuando la Junta retomó la idea de un tranvía por el casco histórico, aunque los técnicos descartaron el proyecto de soterrarlo por todas las complicaciones que podría retrasar la obra en una zona atestada de restos arqueológicos y con una Gran Vía que había sido remodelada recientemente con un alto coste para el Ayuntamiento y para los vecinos y comerciantes, que soportaron pacientemente los largos años de obras. Además, el entonces alcalde Torres Hurtado se opuso al proyecto alegando que las dimensiones del metro eran inviables en el Centro, por lo que apostó para que transitara bajo tierra.

A partir de aquí la disputa entre el Ayuntamiento y la Junta se centró en soterrar el metro en el Camino de Ronda, pulso que finalmente ganó el exalcalde Torres Hurtado. Con esta polémica olvidada, y unas nuevas elecciones a la vista, el Consistorio volvió a apretar para recuperar la línea Centro. Pero con la novedad de que el planteamiento de Torres Hurtado giraba en torno a la implantación de un tranvía sin vías ni catenarias. Este proyecto estaba inspirado en la ciudad francesa de Burdeos, donde en 2003 se inauguró un sistema pionero con una catenaria subterránea que funciona por energía eléctrica actividad por inducción desde los raíles. Con esta propuesta se presentó a las elecciones de 2007 y, tras renovar su mandato otros cuatro años, el alcalde anunció a bombo y platillo que iba a dar un impulso definitivo a un tranvía que iba a unir la Caleta con el Paseo del Salón, pasando por Gran Vía, Reyes Católicos y Acera del Darro.

El proyecto seguía engordando páginas de periódico y desde el Área de Movilidad se anunció una gran encuesta entre los granadinos para definir el trazado del metro urbano, llegando a plantearse incluso su paso por las estrechas calles del Realejo y una parada en las inmediaciones del Palacio de Congresos. En septiembre de 2007 se anunció una expedición municipal a distintas ciudades de Europa para conocer de cerca su red urbana de metro. Pero de nuevo el proyecto que parecía ir a toda máquina se desinfló, aunque como aseguraba en 2010 Francisco Ruiz Dávila, director del Metropolitano de Granada, "la línea Centro está estudiada y técnicamente se puede hacer".

A continuación llegó la travesía del desierto de la línea 1 del metro, con una inversión superior a los 500 millones de euros que durante más de un lustro, y casi terminada, se convirtió por obra de la crisis en un privilegiado espacio para pasear al perro. Ahora, el gobierno socialista de Francisco Cuenca retoma el proyecto que dejó finalmente aparcado José Torres Hurtado. Y como su antecesor, lo hace poco antes de las elecciones municipales.