Actual

Fundiendo espacios escénicos

A este que esto les escribe no le duelen prendas referir que el Centro Damián Bayón es uno de los espacios expositivos por el que siente una mayor consideración. Está fuera de los habituales circuitos de interés, esos en los que sueñan casi todos, mantiene una programación seria y rigurosa -la mano experta de Juan Antonio Jiménez se nota con eficacia-, han sido muchos los buenos artistas que han mostrado felizmente su obra y, por supuesto, ofrece unas calidades museográficas de manifiesta significación. Ahora, en ese importante programa expositivo que permanentemente se ofrece en Santa Fe, nos encontramos con la intensa producción de Carmen González Castro, una artista con carácter que ofrece una pintura bien ideada, bien construida y bien desarrollada.

La muestra ofrece tres espacios pictóricos perfectamente definidos y estructurados bajo el prisma conceptual de la historia, del arte y de la mitología. Tres situaciones artísticas que transitan por la fortaleza de una pintura muy bien ejecutada, sustentada desde un dibujo pulcro y elegante que se yuxtapone, bien a los gestos poderosos del color, bien a la sutileza de simples espacios monocromos o de escuetas manifestaciones en rosa.

En una primera serie, Carmen González Castro transforma el desnudo femenino en un elemento compositivo más. Deforma su realidad representativa hasta casi descomponer su esencia, intercalando esa estructura gris en la maraña colorista que suscribe una especie de parámetros orgánicos, llenos de mucosas, vísceras y húmedos elementos como extraídos de imágenes médicas, que envuelven de misterio y perturbación visual la línea insinuante de un desnudo que transporta a los felices límites de la mitología y del arte clásicos, posicionadas ambas en los abismos inconmensurables de los espacios abisales del cuerpo. Obras eminentes del clasicismo como Laoconte, Gálata Ludovisi, Espinario, La Venus del espejo y La Magdalena penitente sirven de metáforas ilustrativas de una realidad pictórica envuelta en los efluvios distorsionantes de lo mediato. Con esta serie la artista se aparta de lo real, dejando que éste esconda parte de sus circunstancias y asuma una nueva dimensión.

El segundo momento de esta muestra lo compone una serie de obras suscritas desde las difíciles y determinantes posiciones del grafito y los lápices de color rosa sobre papel; en ellas lo sintético marca unas felices rutas. Hay contención plástica, mensajes velados, guiños a la Historia del Arte y sutileza, mucha sutileza.

Por último, esa introspección cultural y física en la mitología clásica se nos hace presente en una serie donde las circunstancias de la representación buscan caminos que sirvan para romper el propio hilo de la historia del arte y disponer la antigüedad en formas y desarrollos modernos. De nuevo, un elegante dibujo conformador sirve de base para una estructura compositiva pulcra y sin reveses. En estas obras los elementos históricos asumen una identidad inmediata. Cercanía y lejanía funden posiciones, pasado y presente desligan sus antagonismos buscando imperecederas situaciones. Registros presentidos de aquellas escenas míticas protagonizadas por dioses y hérores que, aquí, asumen nuevas identidades. Apolo y Dafne, Narciso, El Fauno herido, la sensualidad de Júpiter y Antíope y Danae y la lluvia... Escenas que Carmen González Castro hace suyas interpretando su histórica situación en una realidad que adopta intenciones artísticas del momento actual.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios