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Mariano Vázquez: el gran músico granadino del siglo XIX

  • Fue director titular de la orquesta del Teatro Real de Madrid desde 1873. El maestro Vázquez no tiene calle en Granada, ni nada que lo recuerde

El teatro de la plaza del Campillo de Granada ya desaparecido.

El teatro de la plaza del Campillo de Granada ya desaparecido. / G. H.

El 3 de febrero de 1831, tres meses antes de que el garrote vil montado en el Campo del Triunfo acabara con la vida de Mariana Pineda, nacía en el número 16 de la calle de Recogidas Mariano Vázquez Gómez, hijo de Joaquina Gómez y Roque Vázquez, oficial de la administración de justicia. 

Comenzó sus estudios de música con el organista de la Capilla Real, Baltasar Mira, y los continuó con el organista de la Catedral y reputado compositor Bernabé Ruiz de Henares. La primera anécdota musical de su vida nos la proporciona el escritor accitano José Requena Espinar, compañero suyo en el antiguo Colegio de San Miguel, al rememorar un acto cultural en el que Marianito al piano cautivó a la concurrencia con unas variaciones sobre Norma, de Bellini.

Las actividades del Liceo (sociedad creada en 1839) estuvieron muy presentes en estos sus primeros años, pues en las sesiones que dirigió el compositor y violinista Francisco Valladar (abuelo del eminente Francisco de Paula Valladar) colaboró cantando en el coro o tocando el piano. Gracias a las frecuentes temporadas operísticas del Teatro del Campillo, se familiariza con la ópera italiana, en especial, la del por entonces novedoso Verdi cuya ópera Nabucco arregla para piano a cuatro manos con apenas 15 años.

Es la época en la que se formaron simpáticas asociaciones como El Pellejo y La Cuerda, donde jóvenes artistas granadinos comandados por el litógrafo ruso Notbeck y el gran Ronconi (uno de los más grandes barítonos de la historia de la música) agitaron la vida cultural de la ciudad; la casa de los Vázquez (su hermano, el pintor y futuro escenógrafo José, también era activo miembro) fue uno de sus puntos de reunión.

En los escritos y actas que se conservan en la Casa de los Tiros, ambos hermanos demuestran el espíritu desinhibido del grupo con bromas musicales, literarias y graciosos dibujos. Hacia 1849, casi en paralelo con Madrid, llega la zarzuela a Granada, y varios músicos vinculados al Liceo se animan a componer piezas del género. Mariano Vázquez será el más prolífico, pues llegó a estrenar cuatro zarzuelas en la ciudad entre 1850 y 1856. Algunos "nudos" (nombre con el que se conocía a los componentes de La Cuerda) tomaron parte con vehemencia en la Revolución de 1854 en favor de la causa progresista (Pedro Antonio de Alarcón llegó a empuñar un fusil), lo que provocó conflictos con las autoridades locales y la huida hacia Madrid de algunos de ellos.

Aunque en principio Mariano formó parte del voluntario exilio, pronto regresó de nuevo a Granada, para finalmente, ya en 1856, y después de una corta estancia con Ronconi en Londres, establecerse en la capital española.

Si la Cuerda Granadina quedó hecha trizas ante la espantada general, en Madrid se formó la Colonia Granadina de la que tantas anécdotas tendremos en los escritos de Alarcón, Riaño o Castro y Serrano. En la Villa y Corte contó con el apoyo del cantante y empresario granadino Francisco Salas que le ofreció un puesto de maestro concertador en el recién inaugurado Teatro de la Zarzuela.

Durante diez años estará su labor ligada al proyecto zarzuelístico que con empeño encabezaron Gaztambide, Barbieri y el mencionado Salas. Principalmente para este teatro compone más de veinte zarzuelas, algunas de las cuales tuvieron muy buena acogida.

Poco después fue activo colaborador, como pianista y arreglista, de la novedosa Sociedad de Cuartetos, creada por Jesús de Monasterio en 1863, que dio a conocer en los círculos madrileños la música de cámara centroeuropea.

En 1864 aprovechó una gira por Andalucía para casarse en Sevilla con Pilar Boldún ("sevillana tenía que ser la que me tiene a mi preso", le dice por carta a Barbieri), primera actriz de la compañía, con la que tuvo dos hijos y dos hijas.

En 1866 es nombrado maestro concertador del Teatro Real, cargo que ocupó durante seis años, durante los cuales no dejó de realizar agotadoras giras estivales por provincias.

Cuando en 1873 sea nombrado director titular de la orquesta del Teatro Real, podrá abandonar estas giras y pasar el verano de vacaciones en su querida Granada. En el salón bajo de la misma casa donde nació el Centro Artístico, organizó durante estos periodos interesantes reuniones musicales con músicos y aficionados granadinos y en ocasiones con invitados celebres como Tamberlick, Monasterio, Sarasate o un joven Albéniz entre otros.

Aumenta su reputación gracias a su labor en la dirección de la orquesta del regio coliseo, con la que dio a conocer en España óperas como Don Giovanni, del todavía poco conocido genio de Salzburgo o Der Freischütz, de Weber. En diciembre de 1873 cuando el gobierno de la Primera República creo la Sección de Música de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Mariano Vázquez fue uno de los doce miembros de número designados; allí realizó una destacada, y en su día reconocida labor.

Unánimemente elogiado por la crítica, en 1877 es elegido para dirigir la primera y mejor de las orquestas españolas, la Sociedad de Conciertos de Madrid. En los nueve años que permaneció al frente de dicha agrupación estrenó en España un gran número de piezas maestras que no solían programarse por el fundado temor existente a la reacción de un público acostumbrado en exclusiva a la ópera italiana y poco dado a las novedades sinfónicas de la música alemana, francesa e incluso española.

Así, gracias a su empeño se oyeron por primera vez obras orquestales del entonces discutido Wagner, el Concierto para violín, de Beethoven (con Sarasate), el de piano, de Saint-Saëns (con el autor al piano), el Sueño de una noche de verano, de Mendelssohn o la Sinfonía Coral, de Beethoven, cuyo estreno español, el 2 de abril 1882 (casi sesenta años después de su composición) supuso un verdadero acontecimiento.

Otro campo en el que destacó fue en el de sus escritos sobre música, donde demuestra una exquisita erudición; el más conocido y difundido de estos fue Cartas a un amigo sobre la música en Alemania, con cariñoso prólogo de Arrieta, donde relata en primoroso estilo sus impresiones durante un viaje por el país de sus amores musicales, junto al pianista y compositor Goldsmith y el violinista Sarasate.

En 1884 deja la Sociedad de Conciertos y se retira prácticamente de la mareante vida musical madrileña. Se crea para él la cátedra de Conjunto Coral en el Conservatorio, y poco después es nombrado músico de cámara de la familia real, cuyos miembros le dispensarán especial simpatía.

En 1893 la reina regente María Cristina le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica. En sus últimos años su faceta creadora se centró más en la música religiosa, aunque durante toda su vida artística no dejó de escribir motetes, letanías, misas y otras piezas, que en ocasiones dedicaba a su hermano Blas Joaquín (sacerdote de Isabel la Real, las Angustias, canónigo de la Catedral y académico).

El 17 de junio de 1894, después de tres meses de reclusión forzosa por una caída, y tras sufrir una hemiplejia, fallece en su casa de la calle de Pontejos.

En su entierro destacó una carroza fúnebre tirada por cuatro caballos "con cochero y lacayo enviados por la augusta madre del rey niño". Porteros de la Academia y del Conservatorio llevaron hachas encendidas alrededor del carro mortuorio.

Fue enterrado en el panteón de hombres ilustres de la iglesia Sacramental de Stª María. La compañía de zarzuela del Teatro Eslava, que dirigía Chapí, repuso como homenaje póstumo su exitoso boceto cómico-lírico I feroci romani, ingeniosa parodia de la ópera italiana. El Ayuntamiento de Granada acordó la colocación de una inscripción en mármol en la casa donde nació y que su familia seguía poseyendo; acuerdo que sería refrendado en el mes de septiembre.

El historiador y músico Valladar en su revista La Alhambra pidió que se cambiara el nombre de la calle Recogidas por el del maestro Vázquez.

Hace tiempo que no existen ni la casa ni la inscripción. El maestro Vázquez no tiene calle en Granada ni nada que lo recuerde.

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