literatura

Olalla Castro, en busca de un espacio de resistencia

  • La académica granadina plantea en su nuevo ensayo "encontrar un lugar donde se pudieran rescatar unos mínimos éticos y primara lo colectivo"

Hay un concepto medular que atraviesa el nuevo ensayo de Olalla Castro (Granada, 1979), que ayer presentó en el inicio del ciclo Letras Capitales, que es el de la noción de entre-lugar. "Se trata de un concepto propuesto por la teoría poscolonialista, que fue puesto en circulación por Homi Bhabha. Con él, Bhabha se refería, sobre todo, a las identidades híbridas que se fraguan en contextos que han sido sometidos a procesos de colonización y en los que el sujeto colonizado construye una identidad intersticial, asumiendo parte de los rasgos culturales de su colonizador, pero transformándolos desde sus códigos culturales propios; convirtiéndolos, pues, en algo distinto. Esa identidad híbrida genera un Tercer Espacio que escapa ya a la propia dicotomía colonizador/colonizado y que Bhabha señala como un lugar donde es posible articular un sujeto político capaz de oponerse al poder", explica la doctora en Teoría de la Literatura al principio de Entre-lugares de la Modernidad.

La reflexión teórica de Castro plantea encontrar "un lugar en el que se pudiesen rescatar unos mínimos éticos que se reclamaron en las utopías modernas sin caer en los discursos totalizadores que reinaron en la modernidad". Un espacio de resistencia, dice Castro, donde se reivindique "cierto humanismo crítico" que urge, sobre todo una sociedad sin compromiso ético alguno donde "la única supuesta libertad es la de comprar y vender. Libertad siempre y cuando el cliente tenga poder adquisitivo".

"Vivimos en una sociedad donde la gente sólo mira por sus intereses y su bolsillo", critica Castro

El texto también pretende ilustrar una posibilidad, "la de hallar un entre-lugar desde el que repensar el mundo y nuestro modo de estar en él". ¿La reflexión, por lo tanto, alberga esperanza, no?, le interpelo. "Sí, mi ensayo trata de recuperar un espacio desde el que volver a tener esperanza y ver con una mirada bastante crítica y desesperanzada, tanto el relato moderno como la realidad posmoderna. De esta última, señala Castro, que nos han engullido, pues es "individualista y narcisista". "Estamos inmersos en una sociedad donde la gente sólo mira por sus intereses, su vanidad y su bolsillo", critica.

"La resistencia ha de llevarse a cabo en las calles y en los textos con la misma intensidad", se lee en Entre-lugares de la Modernidad. Con esto quiere decir la autora que "dentro de la intelectualidad y del discurso académico hay una reflexión crítica que luego no tiene su correlato en la calle, en la realidad". Para esta discípula de Juan Carlos Rodríguez "es importante que la supuesta masa crítica baje al barro, que batalle en la calle, ya que no tiene sentido la actividad intelectual si no está enfocada a comprender la realidad y comprenderla para cambiarla".

Castro se lanza en su reflexión al rescate -sin disimulo- de "un pensamiento crítico de corte marxista que analice la realidad en términos de lucha contra el capital, que vuelva a apelar al sujeto colectivo". El objetivo, en palabras de la doctora en Teoría de la Literatura, es vivir en "una sociedad donde lo colectivo, lo comunitario, tenga mucho más peso que lo individual porque los intereses tienen que ser colectivos y no personales".

Cuando se le pregunta por el 15-M planteado como uno de esos entre-lugares, ella niega con la cabeza: "Las estructuras del 15-M están más vinculadas con lo posmoderno, con lo que Zygmunt Bauman llama la modernidad líquida, que con este entrelugar. El 15-M se ha terminado diluyendo en un discurso posmoderno, que no ha sabido plantear un enfrentamiento real contra las estructuras de poder". Para Castro, la CUP es el "ejemplo político de un partido porque desde el rescate del sujeto colectivo marxista están haciendo una lectura critica de la realidad que pretende transformarlo todo".

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