Crítica de Música

Perianes triunfa con la OCG

Perianes, en un momento del concierto del sábado.

Perianes, en un momento del concierto del sábado. / ocg

Ciclo música piano ocgHHHHH

Programa:Wolfgang Amadeus Mozart: Quinteto para piano y vientos en Mi bemol mayor K. 452, Concierto para piano y orquesta núm. 23 en La mayor K. 488 y Concierto para piano y orquesta núm. 21 en Do mayor K. 467. Orquesta Ciudad de Granada. Solista: Javier Perianes (piano). Director: Javier Perianes. Lugar: Auditorio Manuel de Falla. Fecha: 3 y 4 de febrero de 2017

La Orquesta Ciudad de Granada dedica este año un ciclo completo al piano, invitando a algunos de los grandes pianistas del panorama actual para su desarrollo. En esta ocasión le tocó el turno a Javier Perianes, pianista onubense de proyección internacional y gran conocido de la OCG. Perianes dedicó su intervención en la presente temporada de nuestra orquesta a la música de Wolfgang Amadeus Mozart, y lo hizo como el genio de Salzburgo solía hacer: dirigiendo él mismo a la orquesta desde el puesto de solista al piano.

El concierto se abrió con el Quinteto para piano y vientos en mi bemol mayor K. 452, una obra singular en su concepción al articularse en un diálogo a cinco bandas entre el piano y sus cuatro acompañantes: oboe, clarinete, trompa y fagot. Así, la partitura se organiza en continuas intervenciones solistas de cada instrumento, que dialoga con los demás en un plano protagonista para luego unirse al acompañamiento y dejar paso a otra voz. Javier Perianes realizó un perfecto ejercicio de interpretación contenida, compartiendo el protagonismo en esta primera obra con la genialidad y perfección artística de los solistas de la OCG Eduardo Martínez al oboe, José Luis Estellés al clarinete, Óscar Sala a la trompa y Santiago Ríos al fagot.

Tras este delicioso aperitivo musical vino el momento más esperado de la velada: la interpretación de dos de los conciertos más bellos y conocidos de los escritos para piano y orquesta por Mozart. Así, la segunda obra del programa que completó la primera parte fue el Concierto para piano y orquesta núm. 23 en La mayor K. 488. Este concierto forma parte de la última serie de conciertos compuestos por Mozart y destinados a ser estrenados por su autor en los conciertos de abono que daba anualmente en Viena entre 1784 y 1786. La elección del mismo por parte de Javier Perianes resultó de lo más acertada, no sólo por ser una obra representativa de la literatura mozartiana, sino por constituir una oportunidad de disfrutar de la sensibilidad interpretativa del pianista. En su doble faceta de director y solista articuló una versión equilibrada y muy dentro del estilo del autor, gestionando perfectamente el trabajo motívico de la orquesta y ofreciendo desde el teclado la oportuna réplica. Su dominio del piano se hace evidente en este tipo de repertorio, que por encima del alarde y el exceso exige una exactitud y pureza tímbrica difíciles de alcanzar. Sin embargo, Javier Perianes ofreció una magnífica versión de este concierto, en el que cabe destacar la delicadeza y expresividad demostradas en el recogido segundo movimiento.

La segunda parte estuvo ocupada por el Concierto para piano y orquesta núm. 21 en Do mayor K. 467, también de Mozart, que supuso una nueva oportunidad para que Javier Perianes demostrase la versatilidad que le caracteriza. La delicadeza con que el joven pianista acaricia las teclas en los pasajes más melódicos contrasta con el fuego interno con el que ataca las progresiones armónicas y las escalas, siempre dentro de una pulsación perfectamente calibrada y una musicalidad viva y sincera.

Dirigiendo de memoria nuevamente desde el puesto de solista, Perianes desplegó una fuerza interpretativa y una exactitud cristalina muy del espíritu de la partitura, cargada de elevadas concesiones al lirismo más sublime y un virtuosismo contenido digno de los mejores. Junto a una OCG entregada, la necesaria fusión entre cuerdas, vientos y solista que demanda la partitura fue en esta ocasión casi mágica. Si el primer movimiento hizo vibrar profundamente a los asistentes, con la misma intensidad contuvieron la respiración para disfrutar del Andante central, uno de las más bellas páginas jamás escritas para piano; así, desde ese recóndito reposo del alma, Perianes supo recuperar el espíritu juguetón y siempre sorprendente de Mozart en el tercer movimiento, optimista y alegre, en una interpretación memorable. Fue una noche para el recuerdo, en la que Javier Perianes y la Orquesta Ciudad de Granada supieron comunicarse al más alto nivel interpretativo, una sintonía excepcional que fue agradecida por el público con un prolongado aplauso.

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