Segunda jornada del ciclo sinfónico

El tándem perfecto para el Barroco

  • William Christie invita en el Palacio de Carlos V a un viaje a los siglos XVII y XVIII a la manera francesa

  • Orchestra of the Age of Enlightenment fue el vehículo de esa vuelta al pasado

Christie volvió a ponerse al frente de la Orchestra of the Age of Enlightenment

Christie volvió a ponerse al frente de la Orchestra of the Age of Enlightenment / Pedro Hidalgo

William Christie volvió a exhibir anoche su personalísimo estilo al frente de la Orchestra of the Age of Enlightenment en una noche ideada para hacer las delicias de los amantes de la música barroca. Les fêtes vénitiennes (Las fiestas venecianas), de André Campra, abrió el concierto con un repertorio hecho a la horma del zapato del director, famoso por recuperar para el gran público el repertorio francés de los siglos XVII y XVIII.

Christie dirigió a la formación londinense ante un estimulante conjunto de obras que relacionaban a Bach con compositores franceses de aquella época a través de un prisma muy concreto: el de la música para danza.

'Les fêtes vénitiennes' abrió el recital hecho a la horna del zapato del director nacido en EE.UU

El título elegido para la noche, Bach visita París, no podía resumir mejor el imaginario puente que se trazaba entre la danza barroca del país galo y su influjo en el contexto europeo.

Y el enlace, tras Campra, se continuó trazando a través del alemán Johann-Caspar Fischer, que influido por los músicos franceses compuso obras como las suites del compendio Le Journal du Printemps Op. 1, de las cuales la Orchestra of The Age of Enlightenmente interpretó la séptima pieza.

Y fue así como se llegó a Bach, un autor que en su juventud admiró el trabajo de Fischer y elaboró obras a su manera, suites tituladas Ouvertures, término en francés. La cuarta de ellas fue la elegida para cerrar el círculo de esta primera parte del programa.

El segundo bloque se abrió con Les Indes galantes, de Jean-Philipe Rameau, el principal compositor francés tras la muerte de Lully. Tras esta ópera-ballet, que narra historias de amor galante en lugares entonces exóticos como Turquía, Perú, Persia o Norteamérica -una excusa para poner en escena todo el boato y suntuosidad de la corte de Luis XV- se volvió a Bach, a su Suite número 3 y su célebre Aria del segundo movimiento, una obra con evidente influencia francesa con la que se cerró la noche.

Influido a su vez por ellos y por otros autores franceses, William Christie -nativo de Buffalo (Nueva York) pero afincado en Francia y director emérito de la Orchestra of the Age of Enlightenment- demostró su buen hacer para recuperar un repertorio que estaba descuidado y olvidado hasta que ha logrado hacerlo rodar de nuevo por circuitos como el del Festival de Música y Danza de Granada.

Convertido en el maestro indiscutible de la tragedia lírica francesa, no había pareja de baile más perfecta como la Age of Enlightenment, una agrupación que desde hace tres décadas viene revolucionando la interpretación con criterios históricos. Formada hace treinta años en Londres por músicos que querían una orquesta distinta, sin directores titulares, sin restringirse en exclusiva a una era, sin anclarse a obras como si fueran especialidades de la casa. Si bien la música clásica y el Barroco son los que le dan fama y emplear instrumentos de época es una de sus señas de identidad, no se cierran a nada.

Un tándem de perfecto que permitió a Christie demostrar anoche es ña mejor batuta del mundo a la hora de dirigir obras de Campra y Rameau.

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