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Un viaje por la patria perdida

  • La sala Galileo Galilei acoge hoy el estreno de 'Republicoplas', un espectáculo firmado por el escritor granadino Paco Espínola que recorre la historia de la canción andaluza en los años 30

La historia de la copla no se puede entender hoy día sin dos artistas que, a simple vista, pueden ser considerados antagónicos. Hablo de Miguel de Molina y Concha Piquer. El cantante malagueño fue durante los años 30 uno de los puntales del género gracias a su personalidad arrolladora y una trangresora forma de vestir -quien no lo recuerda con una camisa cuajá de lunares, chaquetilla, anillos y sombrero cordobés-. La copla quedó huérfana de padre en cuanto Molina se exilió de España. El régimen franquista nunca le perdonó su homosexualidad declarada, su republicanismo y su amistad con Lorca. Al otro lado del río coplero, se situaría Concha Piquer. Mientras de Molina caía en el olvido, la artista valenciana se convertía en la mejor exponente de la canción española. Acusada de simpatizar con el régimen franquista, la gran dama de la tonadilla nunca quiso que le diesen la medalla de Isabel la Católica y se le retiró el pasaporte dos veces por no plegarse a las exigencias del Generalísimo.

Ahora, un espectáculo bajo el título Republicoplas. Las dos orillas de la copla repasan la historia del género popular entre los años 1930 y 1936 sin hacer distinción entre unos y otros. "Había artistas de una envergadura increíble, pertenecieran a un bando, a otro o a ninguno. Imperio Argentina era franquista y admiraba a Hitler. Sin embargo, el arte acaba superando este tipo de cuestiones", señala Paco Espínola, escritor granadino y director del montaje coplero, que se estrenará esta noche en la sala Galileo Galilei de Madrid.

'La bien pagá', 'María de la O' y 'Suspiros de España' son algunas de las coplas elegidas

"Es una visión absolutamente desconocida del mundo de la copla, que es eliminar todo ese barroquismo, todo ese exceso de euforia a la hora de interpretar la copla, que no corresponde a la realidad. Es una forma mucho más elegante, mucho más canalla y mucho más seria y de más calidad", señala Espínola, que desvela en seguida el origen del espectáculo. "En 1986 conocí a Joan Cervera, un músico catalán que había trabajado durante la República como pianista en clubes de jazz. Él ideó un formato de trío y luego cuarteto para tocar coplas, muy de moda en ese momento, en locales más pequeños. Tocaban con arreglos de la música que a él le gustaba: jazz, música impresionista -Erik Satine, Falla, Albéniz-", cuenta entusiasmado. El director gerente de la editorial Allanamiento de Mirada cuenta sobre el comienzo de Republicoplas que "se hizo en 2012 con una orquesta de diez músicos, pero que se ha ido desnudando de detalle dejando lo esencial: el fundamento de la comunicación con el público".

Con respecto a la apropiación de la copla por parte del régimen franquista, Espínola apunta: "La transformó en un objeto de consumo manipulado, con la orientación moralista que ellos pretendían darle. Por ejemplo La bienpagá estuvo prohibida durante muchos años. Se cambiaron y censuraron letras. Ocurrió con Ojos verdes". El género fue, en palabras de Espínola, "el banderín musical de enganche del fascismo y hubo gente que le tomo verdadera manía" hasta que vinieron a renovarlo artistas como el cantautor granadino Carlos Cano.

Las coplas del montaje nacieron e una época de "emociones cambiantes: hay euforia con la República, cierto abatimiento con el transcurso del tiempo, depresión, miedo, engaño... Y luego el golpe de Estado y cuarenta años de silencio impuesto de ultratumba y sus secuelas", explica Espínola, que comenta que "la gente no sabe todavía que la copla posee una altura literaria musical increíble. Algunos de sus autores pertenecían a la Generación del 27 como Rafael de León y el propio Lorca -con Anda jaleo-".

Javier Galiana (piano), Sabina Witt (voz y piano) y Javier Viana (percusión) serán los encargados esta noche en la sala Galileo Galilei de interpretar coplas tan míticas como Suspiros de España, María de la O, La bien pagá, Rocío, Ojos verdes y Anda jaleo, entre otras. "Una pequeña descarga eléctrica, un viaje por la patria perdida", en palabras del director del espectáculo, que reivindica "ante la apatía general dignidad, conciencia social y cultura, que es muy importante, ya que se está perdiendo esa curiosidad por el conocimiento".

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