Todos los que se dedican a la enseñanza conocen la tendencia pedagógica al uso de nuevos vocablos para definir prácticas que cinco días antes se llamaban de otra forma; o bien camuflar bajo un nombre exótico lo que de toda la vida se venía haciendo en el aula. Llevo yo varios cursos intentando comprender qué será el "aprendizaje cooperativo" y aunque he leído sesudos ensayos y manuales no terminaba de verlo claro pues me decían que en absoluto era eso de trabajar en grupo. Ignorante que es uno.

La solución a mi ignorancia, bendito sea el consorcio de transporte metropolitano del área de Granada, me la dieron hace unos días todos los granadinos y granadinas que me ayudaron y enseñaron a comprar un billete del tranvía, digo Metro, de Granada.

Dispuesto a retirar mi vehículo de la circulación, decidí utilizar el nuevo transporte que la Junta de Andalucía ha tenido a bien poner en marcha. No digamos que estuviera impaciente; total, año arriba o abajo, ya tendría tiempo de usarlo en algún momento.

Dado que no hubo inauguración oficial con pompa y circunstancia, puede que por un ataque de rubor y vergüenza, ni se han regalado millones de viajes, puede que no haya elecciones a la vista, la cuestión más básica era comprar un billete.

Acercado a la máquina, ¿o será un robot?, en la parada de la Caleta tuve mi primera dificultad. O yo era muy torpe o aquello no iba bien. Me tranquilice cuando comprobé que todos los que estábamos en la misma situación fracasábamos por igual en la tarea.

Dado que las instrucciones de la máquina eran confusas y el tiempo parecía apremiar, de repente surgió la solución. Era el aprendizaje cooperativo. Cada uno de nosotros aportó su granito, su interpretación y experiencia. "Es el otro botón"… "No toque la pantalla"… "A mí el otro día no me funcionó"… "Pues oiga a mí sí"… "Yo creo que hay que esperarse un poco"… "Pero meta usted el billete del otro lado"… "La culpa la tiene el alcalde"… "No diga usted tonterías, la culpa la tiene Rajoy"…

Era maravilloso ver como todos cooperábamos; hasta una señora que tenía prisa nos prestaba sus experiencias. Estaba yo feliz. Había comprendido el quid de la cuestión del aprendizaje cooperativo. Finalmente el grupo de aprendizaje cooperativo metropolitano aprendió que aquella máquina no funcionaba y que era mejor comprar una tarjeta en un estanco próximo. Total se nos pasó un convoy de largo pero aprendimos entre todos y adquirimos una nueva competencia. Vale.

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