Sábado 4 de Febrero de 2017, 20 horas y 30 minutos, o 8:30 P.M. Auditorio Manuel de Falla, Ciudad de Granada. Una voz avisa que el concierto va a comenzar en tres minutos. Miro el programa de mano y me consuelo. Tres minutos de retraso. Nada extraño en los últimos tiempos. Lo de ser puntuales en cualquier evento parece que es un gesto de mala educación.

Aparecen en el escenario los componentes del quinteto que va a interpretar la primera obra del programa, todas de Mozart. Son las 8:35 y, mientras se apagan los aplausos, sigue entrando gente por los laterales de la sala A del auditorio y bajando por las escaleras de la sala B. Los músicos se sientan, afinan y sigue entrando gente. Algunos espectadores se levantan para que los "rezagados" ocupen sus asientos. En la fila dos de la sala A ocurre este mismo hecho. Uno de los músicos, a menos de tres metros, mira hacia esa zona de la sala y luego devuelve la mirada a sus compañeros con un gesto de, digamos, resignación. El quinteto, que ya estaba preparado, tiene que esperar a que el público termine de acomodarse. Asombroso. Suena la música.

Las 8:45, diez minutos del quinteto para piano y vientos, K452; de repente en la parte superior de la sala B, aparecen entre 10 y 15 personas. ¿Otros retrasados a los que se les permite entrar con la pieza mas que iniciada? La mayoría se queda en pie en la parte superior pero algunos bajan por las escaleras con el propósito de ocupar su asiento. Espectáculo único. Creo que no era el único espectador que no daba crédito (sin cláusula suelo para la educación). ¿Se habían revelado esos espectadores y habían asaltado la sala alegando que la lluvia les provocó el retraso?

Minutos después, al inicio de la segunda pieza, un espectador saca su móvil y con foco encendido graba sin pudor. La luz es molesta, se supone que no puede grabar, y desde la sala A algunos le hacen gestos para que deje de grabar. A lo largo del concierto escucho hasta en tres ocasiones señales de móviles (vibraciones y avisos de mensajes). Nada nuevo; en una representación de ballet clásico durante las pasadas navidades, cuando se apagaron las luces y sonaba ya el preludio de la obra, la sala del Palacio de Congresos parecía un árbol de Navidad iluminado por decenas de pantallas de móviles… no vaya a ser que el último mensajito sea imprescindible. Algunos le llama "espíritu de los tiempos"; yo le pondría otro nombre. Vale.

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