Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

La cueva de Alí Babá

Han antepuesto los intereses de sus partidos a la defensa del monumento sin el cual Granada sería un corral de vacas

El estudio de la historia y la observación de la realidad inducen a concluir que los robos a manos llenas, los grandes delitos de apropiación, los llevan a cabo personas que guardan íntima relación con el poder político y económico. Lo demás es menudeo. Forzando una imagen literaria alusiva a Las mil y una noches, la cueva de Alí Babá no se encontraría en una montaña remota, sino en el mismísimo palacio del comendador de los creyentes. Sucede ahora con la Alhambra, donde queda fuera de duda que, con el eufemismo de la "externalización", se está produciendo una privatización encubierta del tesoro público. Eso, aunque legal, es cuestionable. Pero lo que supondría un escándalo monumental sería que, tal y como mantiene la Unidad de Delitos Económicos de la Policía, en la Alhambra hubiera funcionado una "administración paralela" gestionada por un "grupo criminal perfectamente organizado". En la cúspide del entramado estarían los máximos responsables del Patronato que, con la colaboración de un grupo de funcionarios afines, favorecían la adjudicación de contratos a empresarios unidos a ellos por lazos afectivos, quienes, a su vez, contrataban a una red clientelar de trabajadores. El fraude superaría los siete millones de euros.

En una intervención alocada, el secretario del PSOE se ha apresurado a pedir la presunción de inocencia para los detenidos al tiempo que condena por aparatoso el dispositivo policial. El secretario general del PP provincial, por su parte, ha aprovechado para reclamar que el monumento se gobierne desde Granada, soslayando que, desde aquí, muchos compañeros suyos, algunos investigados por corrupción, gestionaron y pusieron al borde de la quiebra el Ayuntamiento. Ambos, Entrena y García, han antepuesto los intereses de sus partidos a la defensa del monumento sin el cual Granada sería un corral de vacas. El análisis objetivo de lo sucedido evidencia que nos encontramos ante tres posibilidades, y ninguna buena. Primera: la Unidad de Delitos Económicos está formada por un grupo de descerebrados capaces de arruinar la fama y la vida ajenas sin pruebas suficientes. Segunda: el expolio fue real y se produjo durante más de ocho años sin que los responsables autonómicos lo advirtieran, lo que informa de que la Junta está presidida por el más absoluto descontrol. Y tercera: todos lo sabían todo, en Granada y en Sevilla había cargos relevantes al tanto del asunto. Constituiría el peor escenario posible. Y abriría la posibilidad de que algún investigado disparase por elevación y aumentara descomunalmente la dimensión del problema. Yo niego las tres… por lo que pueda pasar.

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