El pasado 25 de septiembre, sólo tres horas después de que los geólogos contratados por Justicia (bajo un compromiso de confidencialidad absoluta) abandonaran el parque, un intruso accedió por la noche al perímetro acotado con vallas. Y lo hizo con un georradar.
Precintada y delimitada por vallas metálicas, el área de 300 metros acotada fue vulnerada sin que existiera ningún tipo de seguridad ni vigilancia en la zona.
La investigación la realizó el técnico en localización de fosas Luis Avial, director de la empresa Cóndor Georradar, que analizó concretamente una superficie de unos 8 por 18 metros próximos al monolito en el que Ian Gibson ubicó el enterramiento del poeta y hacia el interior del parque público, hasta un ciprés.
Avial aseguró ayer que su método "no ha sido intrusivo" porque "no existe protección patrimonial" sobre el parque. Y sostuvo que "la culpa es de la Junta por no haber declarado ya este espacio un yacimiento arqueológico". "No hay ninguna protección jurídica, se trata de un parque público que está abierto. Además, cuando yo entré había unos chavales haciendo una botellona".
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