El agua es un recurso esencial para la vida y su acceso debe ser asequible para todos los ciudadanos. Sin embargo, existen grandes diferencias en el precio del agua del grifo entre distintas localidades españolas, llegando a pagarse hasta el triple por el mismo consumo. Además, las tarifas aplicadas por las compañías de suministro son poco comprensibles, lo que dificulta la comparación y la toma de decisiones informadas por parte de los usuarios.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un análisis de los precios del agua en 54 ciudades españolas, incluyendo las capitales de provincia y algunas localidades importantes por su población, como Vigo o Gijón. Los resultados revelan una amplia disparidad en los costos del agua entre diferentes lugares.

Uno de los aspectos que dificultan la comparación de precios es la complejidad de las tarifas aplicadas. Las facturas del agua incluyen distintos conceptos, como el suministro, el saneamiento y la depuración. Cada ciudad tiene su propio desglose y ponderación de estos conceptos en la factura, lo que dificulta la comprensión de los precios.

Además, la mayoría de las ciudades aplican un sistema de bloques de consumo, donde se establece un precio más bajo para los primeros metros cúbicos de agua y precios sucesivamente más altos para los bloques siguientes. Sin embargo, la cantidad de bloques, los metros cúbicos incluidos en cada bloque y los precios varían considerablemente de una ciudad a otra, lo que complica aún más la comparación.

En cuanto al costo anual del agua, se observan diferencias significativas. Por ejemplo, para un consumo medio de 175 metros cúbicos al año, los habitantes de Guadalajara pagan alrededor de 164 euros, mientras que en Barcelona la factura puede superar los 520 euros, más del triple. En Huelva, los habitantes pagan 449 euros; y en Sevilla, alrededor de 391 euros al año por el mismo consumo.

Otro factor que influye en el precio final del agua son los costos fijos. Algunas ciudades aplican costos fijos elevados, independientemente del consumo, lo que penaliza a los hogares que utilizan menos agua. Esto se debe a que los ayuntamientos cubren una parte considerable de los costos del servicio con la parte fija de la factura. Por otro lado, hay ciudades donde estos costos fijos son más bajos, incentivando el ahorro de agua.

En cuanto a las bonificaciones y tarifas sociales, existen diferencias entre las ciudades, y en ocasiones, no son realmente significativas. Algunas ciudades ofrecen descuentos para familias numerosas, mientras que en otras se tienen en cuenta el número de personas empadronadas en la vivienda. Sin embargo, estos descuentos no siempre logran que la factura sea más asequible en comparación con otras ciudades.

Ante esta situación, la OCU pide mayor claridad en las tarifas del agua y garantías de acceso a precios razonables para los hogares vulnerables. También se sugiere la simplificación del sistema de bloques, reduciendo su número y estableciendo un primer bloque a un precio muy ajustado que cubra el consumo básico indispensable, teniendo en cuenta el número de residentes en la vivienda. Además, se insta a reducir los costos fijos y fomentar el mantenimiento de las infraestructuras para reducir las pérdidas de agua y promover el ahorro.