Desentrañando el aparato digestivo del bebé

Simular un sistema gastrointestinal inmaduro en el laboratorio: todo un reto biotecnológico

Bacterias depredadoras: una alternativa a la crisis de los antibióticos

Características y fases del sistema digestivo en lactantes.
Características y fases del sistema digestivo en lactantes. / Elaboración propia generada con biorender.com
Leticia Benavides Expósito
- Alumna del Máster en Biotecnología de la UGR. Coordina: Francisco González García

15 de julio 2025 - 06:08

La nutrición en los primeros meses de vida es el cimiento de una vida saludable. Es en esta etapa, breve pero crucial, cuando la calidad de la alimentación puede marcar la diferencia entre un desarrollo óptimo o futuros desafíos para la salud. A lo largo de la historia, la leche materna ha sido considerada como el alimento perfecto, y la ciencia moderna confirma este hecho, revelando que no sólo nutre, sino que también protege y fortalece el organismo del recién nacido de formas que antes no imaginábamos.

Cuando un bebé llega al mundo, su sistema inmunológico es inmaduro, y el intestino, que pronto será el escenario de un bullicioso ecosistema de bacterias beneficiosas, todavía está desprovisto de estas pequeñas aliadas. Aquí es donde entra en juego la importancia de la leche materna, funcionando como mucho más que un alimento: es un verdadero elixir que nutre, protege y prepara al bebé para enfrentarse al mundo exterior. La leche materna contiene elementos bioactivos, como los oligosacáridos de la leche humana (HMO), que desempeñan un papel fundamental en el desarrollo del microbioma intestinal del bebé. Este microbioma no sólo ayuda a la digestión, sino que también es clave en la formación de un sistema inmunológico robusto. Los HMO son especiales porque, aunque no se digieren, alimentan a las bacterias singulares que habitan en su intestino. Este proceso es fundamental para que se desarrolle un sistema gastrointestinal sano y una respuesta inmunológica efectiva. Los HMO actúan también como señuelos que evitan que bacterias dañinas se adhieran a las paredes intestinales del bebé, proporcionando una protección adicional. Además la leche materna evoluciona a medida que el bebé crece, pasa del calostro, rico en proteínas y anticuerpos, en los primero días, a una leche más rica en grasas y carbohidratos en las semanas posteriores, respaldando el crecimiento del bebé. Los beneficios de la lactancia materna no se limitan a la infancia. Numerosos estudios han demostrado que los bebés amamantados tienen menos probabilidades de desarrollar ciertas enfermedades crónicas más adelante en la vida.

A pesar de todos estos indicios, las tasas de lactancia materna exclusiva son muy bajas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el 35% de los bebés en todo el mundo son alimentados exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses. En Europa, aún menor, solo el 19%. Este hecho pone de manifiesto la necesidad de reforzar las políticas de apoyo a la lactancia materna, como garantizar licencias de maternidad adecuadas y fomentar la creación de espacios de trabajo amigables para las madres lactantes. Pero, ¿qué sucede cuando la lactancia materna no es una opción? En muchos casos, las madres no pueden amamantar por diversas razones, ya sean médicas, laborales o personales, y de ahí la gran importancia de las fórmulas infantiles. En las últimas décadas, las fórmulas han evolucionado enormemente para intentar imitar lo más posible a la leche materna, incorporando nutrientes y compuestos bioactivos, como los HMO de síntesis. Aunque las fórmulas no pueden igualar la complejidad de la leche materna, el avance en fórmulas con HMO ha despertado un gran interés científico.

En este contexto, en el grupo de investigación de Nutrición, Salud y Seguridad Alimentaria de la Estación Experimental del Zaidín, (proyecto BIOMILK coordinado por Alfonso Clemente Gimeno y Cristina Delgado-Andrade), desarrollo un protocolo de digestión in vitro para lactantes de entre 2 y 5 meses, aplicando la amplia experiencia en el estudio de la digestión y biodisponibilidad de nutrientes, respaldado por la red internacional INFOGEST. Gracias a este protocolo podemos imitar las etapas de digestión del bebé, evaluando la digestibilidad de las proteínas y la absorción de nutrientes en las fórmulas infantiles, en particular, las que contienen HMO. En la investigación empleamos modelos de digestión artificial en laboratorio, o modelos in vitro. Estos modelos superan las limitaciones éticas de ensayos con humanos aunque imitan las características propias del sistema digestivo de los bebés que difiere del adulto, como la inmadurez de sus enzimas y tiempos de actividad menores, etc.

Este trabajo es ilusionante y motivador porque sus resultados pondrán a disposición de la industria farmacéutica una herramienta que les permitirá testar las nuevas fórmulas infantiles diseñadas antes de su comercialización. También, desde un punto de vista científico, porque ofrece un método estandarizado de evaluación de la calidad de las fórmulas infantiles, asegurando que se cumplan los estándares nutricionales necesarios para apoyar el desarrollo del bebé en sus primeras etapas de vida.

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