El tamaño sí importa
Las tallas mínimas de capturas son una medida esencial para asegurar la sostenibilidad de las pesquerías. La implicación del sector pesquero y una concienciación sobre consumo responsable son necesarios para su cumplimiento
La mojarra: un tesoro plateado
El Mare Nostrum es uno de los de mayor biodiversidad del planeta (más de 17.000 especies, muchas de ellas endémicas), pero simultáneamente es de los que sufren una mayor presión por la actividad humana. Es un mar semi-cerrado, con poca renovación de aguas cuya estructura, similar a un lago gigante conectado al Atlántico por un estrecho pasillo, hace que cualquier presión humana tenga efectos amplificados.
La pesca, especialmente la artesanal y costera, es una parte fundamental de la cultura y de la economía de muchas comunidades mediterráneas. Sin embargo, durante décadas, la combinación de pesca intensiva, aumento de flotas, tecnificación y demanda creciente ha presionado fuertemente a especies emblemáticas: merluza, pulpo, salmonete, sardina, dorada, boquerón, coquinas, almejas… En muchas zonas se ha llegado a capturar un volumen muy superior a la capacidad reproductiva natural. Hoy, más de un tercio de sus poblaciones pesqueras se consideran sobreexplotadas y muchas especies de interés comercial ven como merman progresivamente sus efectivos.
¿Qué son las tallas mínimas de captura?
Para hacer frente al problema del agotamiento de algunas pesquerías se aplican tallas mínimas de captura, un sistema diseñado para asegurar que los peces puedan crecer y reproducirse, al menos una vez, antes de entrar en la cadena comercial. Esta medida, aunque pueda parecer sencilla, es una de las herramientas más potentes para proteger los recursos marinos, con un impacto extraordinario al actuar sobre un punto crítico, el reclutamiento, es decir, la incorporación de juveniles a la población adulta.
La talla mínima de captura es la longitud mínima legal que debe tener un pez para poder ser retenido, desembarcado y comercializado. Por debajo de esas tallas, no se puede comercializar. Esta regla se basa en un principio simple: evitar la captura de inmaduros. Los peces, moluscos y crustáceos tienen una talla de madurez sexual, un punto a partir del cual pueden reproducirse. La mayoría de las normativas fijan la talla mínima por encima de esa medida, lo que garantiza que los individuos puedan aportar descendencia.
Con estas medidas, además de la protección del ciclo reproductivo para permitir la continuidad de la especie, se persigue la mitigación de la pesca de especies de ciclo rápido como el boquerón y la sardina, el aumento de su valor comercial y la mejora del equilibrio de los ecosistemas marinos con poblaciones mejor estructuradas y más resilientes a cambios ambientales.
Estas tallas se basan en estudios científicos que determinan la edad y tamaño de madurez sexual, el crecimiento de la especie, la tasa de reproducción y la presión pesquera.
En el Mediterráneo, estas medidas están armonizadas en gran parte por regulaciones de la Unión Europea y por organismos como la Comisión General de Pesca del Mediterráneo, organización regional adscrita a la FAO, compuesta por 19 estados mediterráneos, cuatro estados del Mar Negro y la UE.
¿Cómo se controlan estas tallas?
La aplicación efectiva depende de varias herramientas:
- Inspecciones en lonjas y puntos de venta (pescaderías, supermercados, restaurantes). Los agentes de inspección verifican que los lotes respeten las tallas mínimas permitidas.
- Medición directa en el mar.Tanto la pesca profesional como la recreativa están sujetas a controles.
- Etiquetado y trazabilidad. Los productos pesqueros deben indicar origen y método de captura, lo que facilita el seguimiento. Los sistemas modernos permiten seguir el producto desde el barco hasta el consumidor. La trazabilidad ayuda a detectar irregularidades y a mejorar la confianza del mercado.
- Concienciación de pescadores y consumidores.La sostenibilidad no solo depende de la ley, sino del compromiso de toda la cadena.
Ejemplos de tallas mínimas en el caladero Mediterráneo
- Boquerón o anchoa (Engraulis encrasicolus): 9 centímetros
- Sardina (Sardina pilchardus): 11 centímetros
- Salmonetes (Mullus spp.): 11 centímetros
- Bacaladilla (Micromesistius poutassou): 15 centímetros
- Jurel (Trachurus ttrachurus): 15 centímetros
- Merluza (Merluccius merluccius): 20 centímetros
- Almejas (Chamelea gallina) y coquinas (Donax trunculus): 2,5 centímetros
- Pulpo (Octopus vulgaris): 1 kilogramo
Un reto más complejo de lo que parece
La aplicación de la normativa existente para evitar las capturas de inmaduros no siempre es sencilla de cumplir y se encuentra con algunos obstáculos:
- Capturas accidentales de juveniles. Algunas artes, como el arrastre, tienen dificultades para evitar la captura de peces pequeños. Aunque las mallas están reguladas, el contacto con el fondo y la naturaleza de los ecosistemas mediterráneos hacen que los juveniles entren en las redes.
- Desigualdad entre regiones. No todos los países del Mediterráneo cuentan con los mismos recursos de control ni con la misma presión social para cumplir la normativa. Esto genera un problema añadido: si unos cumplen y otros no, la competencia se vuelve desigual.
- En zonas donde el margen de rentabilidad de la pesca es pequeño, algunos pescadores se sienten tentados a desembarcar peces pequeños, que en algunas especies tienen además una alta demanda selectiva y un buen precio en determinados destinos. Para ellos, cada kilo cuenta. Por eso, las medidas deben acompañarse de apoyos sociales, sensibilización social y alternativas económicas.
Tecnología al servicio de la sostenibilidad
La innovación se ha convertido en una aliada para reducir la captura de juveniles:
- Sistemas acústicos capaces de detectar bancos de peces y su estructura por tallas.
- Mallas selectivas y artes modificadas que permiten escapar a los individuos más pequeños.
- Sensores y cámaras en los barcos para monitorizar la actividad.
- Trazabilidad digital mediante blockchain para evitar fraude y mejorar la transparencia.
La combinación de tecnología, regulación y concienciación es lo que permitirá avanzar en la pesca del siglo XXI.
Consumidores responsables
Los consumidores somos actores clave en la estrategia contra la venta de inmaduros. Una disminución de la demanda reduce en la cadena la oferta de estos productos. Debemos rechazar peces demasiado pequeños en pescaderías o restaurantes, conocer las tallas mínimas, elegir producto local, cuya trazabilidad es más fácil de verificar, y apoyar certificaciones de pesca sostenible.
Hacia una pesca sostenible
La limitación de las tallas de captura es una parte de las medidas impulsadas por la Unión Europea para hacer de la pesca una actividad a la vez rentable económicamente y respetuosa con los ecosistemas marinos.
Protección temporal o espacial mediante vedas (cierres temporales en los que se prohíbe pescar en áreas específicas durante las épocas de desove o cuando hay mucha concentración de juveniles) y áreas marinas protegidas(donde la pesca está prohibida o muy restringida para permitir la regeneración del ecosistema y la biodiversidad).
Limitaciones de Captura. Son un pilar fundamental para controlar la cantidad de peces extraídos. Basándose en informes científicos se establece el Total Admisible de Capturas, para cada especie en una zona específica, de cara a establecer el Rendimiento Máximo Sostenible.
Medidas técnicasorientadas a la selectividad de las capturas, cuyo objetivo es que el arte de pesca solo capture lo que se busca y deje escapar a los juveniles o especies protegidas. Entre ellas podemos citar el tamaño de malla (diámetro mínimo de los agujeros de la red para que los peces pequeños puedan pasar a través de ellos), dispositivos de selectividad que permiten la salida de especies accidentales (como delfines o tortugas) o de peces que no han alcanzado la madurez, o laprohibición de artes destructivas,como ciertos tipos de arrastre de fondo en zonas vulnerables.
Esfuerzo Pesquero. En estos casos en lugar de limitar los kilos de pez, se limita el "trabajo" del barco, estableciendo un número de días en el mar cada año por barco, como los 143 días en 2026 que se acaban de acordar para la flota española de arrastre en el Mediterráneo. Ese mismo objetivo tiene la limitación de la capacidad de los motores y el tamaño de los barcos para que la ‘presión’ sobre el recurso no aumente descontroladamente.
Obligación de desembarque. Desde 2019, la UE prohíbe el "descarte", que consistía en devolver al mar los peces muertos que no tenían valor comercial o para los que no se tenía cuota. Ahora, todas las capturas de especies reguladas deben traerse a puerto y descontarse de la cuota, lo que obliga a los pescadores a ser mucho más selectivos
Casos de éxito
Aunque queda mucho por hacer, hay ejemplos alentadores en varias zonas del Mediterráneo y del Atlántico cercano:
- Merluza en ciertas zonas del Mediterráneo occidental. Tras la implantación rigurosa de tallas mínimas y otras medidas complementarias, se ha observado un aumento en la presencia de juveniles y adultos, así como una mejora del rendimiento por esfuerzo de pesca.
- Recuperación parcial de sardina y anchoa en áreas con vedas combinadas. Cuando se combinan tallas mínimas, cierres temporales y controles estrictos, las poblaciones responden rápidamente debido a su ciclo vital corto.
- Reservas marinas. Aunque no actúan directamente sobre las tallas mínimas, las reservas crean núcleos donde los peces pueden crecer sin presión. Estos individuos adultos repueblan áreas circundantes.
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