Estrenos

‘Las chicas están bien’: el sueño de unos días de verano

Itziar Manero, Bárbara Lennie, Itsaso Arana, Helena Ezquerro e Irene Escolar, en un fotograma de ‘Las chicas están bien’.

Itziar Manero, Bárbara Lennie, Itsaso Arana, Helena Ezquerro e Irene Escolar, en un fotograma de ‘Las chicas están bien’. / Los Ilusos Films

Cuando era niña, la actriz Itsaso Arana (Tafalla, Navarra, 1985) se sentía extrañamente atrapada por el cuento de La princesa y el guisante, de Hans Christian Andersen, que escuchaba "con fascinación y terror, porque allí había un misterio que no comprendía". Años después, ya adulta, Arana encontró en un libro de Vivian Gornick, La mujer singular y la ciudad, una clave: que esa muchacha "no buscaba al príncipe, buscaba el guisante", como si aquella incomodidad de la protagonista de aquel relato fuera en realidad un acicate. "Me dije", recuerda la intérprete de la película La virgen de agosto o la serie Reyes de la noche, "que yo llevaba toda la vida sintiendo una molestia, un guisante debajo de veinte colchones, y esta escritora me liberaba de pensar que esto era algo malo. Lo que me decía Gornick es que mi insatisfacción, eso de sentirme demasiado sensible y temer que no encajaba en el mundo, puede también ser una fuerza. La fragilidad nos puede empujar a crear".

Ese descubrimiento es una de las vivencias que Arana ha volcado en Las chicas está bien, su primer largometraje como directora, un hermoso cuento de verano que llega este viernes a los cines y en el que una pequeña compañía de teatro se reúne en una casa de campo para preparar una obra sobre unas princesas que, cansadas de haberse quedado en tierra –es el hermano varón al que se le permite dejar el reino y salir a la aventura–, se preguntan por el amor y la vida. En la ficción, que despliega muchos paralelismos con la realidad, Bárbara Lennie, Irene Escolar, Helena Ezquerro e Itziar Manero son las actrices, y Arana la escritora que les brinda el texto y las dirige, en unos ensayos en que aflorarán temas como el duelo, la orfandad y la necesidad de aprobación con que nos presentamos a los otros, tratados no obstante con la liviandad de los días estivales.

Su directora y guionista define Las chicas están bien como "una película sobre la camaradería y la reconciliación entre mujeres", como si además de esos cuentos ancestrales que reinterpreta en su filme reescribiera también esa leyenda que indica "que las actrices tienen que competir entre sí. Nos han dicho muchas veces que no hay lugar para todas, pero yo pienso que si no existe ese lugar lo tendremos que inventar nosotras", apunta Arana, que quería dedicar una mirada distinta a "una profesión en la que parece que las mujeres tenemos que esperar a que alguien nos elija, y en la que a menudo se cosifican nuestros cuerpos", opina.

En las entrevistas que lleva a cabo estos días, Arana, que construyó el libreto con las aportaciones de sus compañeras y fue incorporando variaciones durante el rodaje, ha reivindicado "una voz temblorosa, una forma de liderazgo que pueda expresar dudas", algo que suscribe en esta charla: "Hay que plantear otras actitudes que no sean tan unilaterales, tan jerárquicas, como las que se dan a menudo en el mundo del cine. Para empezar porque esa firmeza es una impostura, porque nadie nace seguro y morimos sin haber reunido demasiadas certezas".

"A las actrices nos dicen que no hay lugar para todas. Pero si no existe ese lugar tendremos que inventarlo", dice Arana

Las protagonistas de Las chicas están bien muestran también su vulnerabilidad y sus temores, ese vértigo de quien se sube a un escenario y busca la comunicación con el público. "Creo, humildemente, que la película aporta otro enfoque de nuestra profesión, porque a menudo los medios endiosan a los actores o dan una visión muy frívola, y yo quería humanizar esto a lo que nos dedicamos. Ha sido emocionante compartir con estas amigas a las que adoro, que tienen un talento increíble, las dudas sobre este oficio en el que te expones tanto y en el que a veces la vocación te importa casi más que la vida".

Itsaso Arana, en una jornada de rodaje. Itsaso Arana, en una jornada de rodaje.

Itsaso Arana, en una jornada de rodaje. / Elvira Iranzo / Los Ilusos Films

Arana quiso imprimir a Las chicas están bien, producida por Jonás Trueba y Los Ilusos Films, un tono ligero y esperanzado, quizás porque contemplar la muerte de un familiar hizo sentir a la navarra "la urgencia de estar viva, el valor de cada momento. Que estemos hablando nosotros ahora, por ejemplo, es un milagro, porque otro día igual no estamos aquí. No hace falta que esa idea te coma la moral, pero sí es bueno tenerla presente", sostiene la directora, que agradece la suerte de haber rodado con Bárbara Lennie embarazada, "en ese estado del cuerpo y el alma que es tan difícil captar".

"Esa niña [la hija que esperaba Lennie] me ayudó a hacer la película, con ella había una generación nueva a la que podíamos hablar", prosigue la cineasta, que en la ficción se cuestiona por el legado que dejamos y alude a las películas como cartas que enviamos al futuro. "Para mí, el cine es como escribir en el tiempo: la cámara te retrata en un momento determinado, y dejas algo de ti en esos planos. Hay algo casi espiritual. Aún me asombra esa capacidad que tiene el cine para revivir a los fantasmas". Las chicas están bien quedará anclada a la luz de un verano: "Nací en agosto y eso me ha marcado. O quizás es que soy del norte y busco una utopía. Pero el verano es el tiempo de repensar la vida que tienes y la que quieres. Y es el estado ideal para los cuerpos: no hay nada como una charla de amigas sentadas al fresco".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios