Los seises danzaron ante la Sacra Custodia
La Crónica | Solemne Procesión del Corpus Christi de Granada 2025
El Corpus Christi procesionó, en loor de multitudes, por las calles de la ciudad recibiendo miles de plegarias de fieles y devotos granadinos
La Previa | Ministriles y fanfarrias ante el Santísimo
El Análisis | Custodia de fervor y santidad

El Señor, en Granada. Bajo el tabernáculo del Altar Mayor de la Santa Iglesia Catedral, el arzobispo de la Archidiócesis de Granada, José María Gil Tamayo, alzaba en sus manos el vivo testimonio de la fe de la ciudad. Su Divina Majestad que, consagrado en el corazón de la Seo, volvía a recibir la plegaria de todos los granadinos y granadinas. Así, bajo las bóvedas catedralicias, cientos de fieles y devotos se volvieron a postrar ante el Santísimo Sacramento del Altar en un radiante Jueves de Corpus Christi, en el que Granada volvió a conmemorar la solemnidad que los Reyes Católicos ofrendaron a la capital nazarí, hace ya más de cinco siglos.

Sagrada Comunión que, en manos de la Curia, era recibida por el pueblo católico granadino en una de las jornadas en las que el ‘Amor Fraterno’ se hace Evangelio en Granada. Y ante largas filas de fervor, el Santísimo quedaba expuesto en un ostensorio de plata y oro, que antecedería a la Sacra Custodia de la Reina Isabel La Católica. A sus plantas un tapiz, tejido con fervorosos hilos de devoción, sobre el que danzarían diez jóvenes almas. Alumnos del Colegio Diocesano Virgen de Gracia que, con gran empeño, han ensayado durante meses los honores que rindieron ante Su Divina Majestad.
Desde la sacristía catedralicia, con gran nerviosismo, trazaron un breve recorrido hasta la Custodia donde, recibidos por el arzobispo de la ciudad, hacían propia una tradición desvanecida en el tiempo. ¡Gloria a Nuestro Salvador! interpretaron los órganos catedralicios, con plegarias alzadas en canto. Así, y ante la expectación de toda una ciudad, iniciaron la Danza los Seises, postrándose ante el Santísimo Sacramento del Altar.

Entre jubilosos brincos y venerables disposiciones gestuales, trazaron cruces sobre los escudos del Palacio Arzobispal. Vestimentas de blanco fulgor, símbolo de la pureza infantil, se entremezclaban con las capas rojizas durante los encuentros. Miradas inocentes que, al cruzarse, esbozaban en sus labios una sonrisa contenida. Y así, durante más de 15 minutos, en los que Granada reanudó una de las más bellas tradiciones de los cinco siglos de historia de la Santa Iglesia Catedral.
Juncia, romero y mastranzo
Al son de lejanas sinfonías de los órganos catedralicios, y ante la portada de la Seo granadina, la Comitiva Histórica llegaba a la Plaza de las Pasiegas. Un desfile cívico en el que la Pública de Fiestas volvía a las calle de la ciudad. Un día después, tras el festivo Miércoles de Feria, Santa Marta se alzaba ante el dragón del pueblo francés ‘Tarascón’, evidenciando los orígenes legendarios de una de las señas de identidad más consolidadas de la capital granadina.
Escoltada por los tradicional Gigantes y Cabezudos, golpeando satíricamente a los ilusionados pequeños, la efigie volvía a lucir ante los granadinos un vestido azul celeste. Obra del diseñador local Ivan Martín en la que, a través de la gama de colores, la geometría de los trazados textiles y la morfología femenina del maniquí, quiso rendir homenaje a los atardeceres de Granada. Desde los miradores de San Nicolás, San Cristóbal o Los Carvajales, hasta los destellos que en esquinas y calles se vislumbran cada tarde en la ciudad nazarí. El fin de cada jornada, y el preámbulo de la madrugada granadina.

Los Coros y Danzas de la ciudad de Granada se iniciaron ante la Comitiva Histórica, y sobre la juncia, el romero y el mastranzo que alfombraban las calles de la ciudad. Una aroma indescriptible, inequívoco de la vivencia de la solemnidad eucarística, en el que quedaron recogidos los primeros acordes de La Reja. Al son de los laúdes, se alzaron las manos granadinas danzando en la Fiesta Mayor. Era Corpus Christi, y Granada elevó dos plegarias. Al Santísimo y a su Patrona, la Virgen de las Angustias. Así, entre cruces flamencos con ecos de Albaicín y Sacromonte, las voces granadinas entonaron una sinfonía estival, evocando al mes de septiembre. La Virgen de las Angustias cuando sale en procesión, los granadinos le piden con mucha fe y devoción. Y en su plegaria les piden que nos conserve la paz, y en su corazón no olvide, a su querida Granada.
Al término, y ante el aplauso del público allí congregado, la Comitiva Histórica inició el itinerario tradicional. Un cortejo que, desde la sede consistorial, recorrería las calles de la capital encabezando el cortejo procesional más largo de toda la provincia. En él, todas las realidades de la Iglesia de Granada quedan representadas y son, en sí mismas, una misma estela de cirios y fe. Minutos más tarde, y desde el Excmo. Ayuntamiento de Granada, el Estandarte Real era descendido del Salón de Comisiones ante la alcaldesa de la ciudad, Marifrán Carazo. Sería trasladado en la Comitiva Oficial de la Corporación Municipal hasta la Capilla Real, donde aguardaron las autoridades civiles y militares la salida de la Sacra Custodia desde la Santa Iglesia Catedral de Granada.
Jesús Sacramentado
Un tintinábulo pontificio, anunció la inminente salida del Santísimo a las calles de la ciudad. Se desplegó en la Plaza de las Pasiegas un mar de albas y sotanas blancas, sobre las que se dibujaban manos en súplica. Actitud orante de los sacerdotes y canónigos de la ciudad que se sucedían en los aledaños de la Seo granadina. Alguna mirada espontánea hacia el templo buscaba el reflejo de una Custodia, a la que la ciudad aguardaba en el casco histórico con un fervoroso entusiasmo.

Sobre el pedestal, cincelado en plata por el eterno orfebre granadino Miguel Moreno, era situado el Santísimo sobre el ostensorio que donara la Reina Isabel La Católica en 1501. El viril de inmaculada transparencia evidenciaba la presencia real de Su Divina Majestad bajo el templete gótico, coronado por la Virtud Teologal de la Fe. A sus plantas una reproducción de la Inmaculada de Alonso Cano y los Apóstoles, que emergían sobre la silueta de mil panorámicas diferentes. Albaicín, Sacromonte, la Alhambra y Sierra Nevada, esbozadas sobre los relieves perpetuos de las hornacinas sacramentales, exornados por ornamentaciones florales con un sinfín de matices y detalles.
Se postraron las andas procesionales ante el Altar Mayor, en el que quedaba albergada una devoción permanente en el tiempo. Ante el fastuoso retablo cinco siglos de historia de la Hermandad Sacramental, la corporación que ha atesorado el mayor orgullo del orbe católico en la ciudad. Miradas desbordantes de plegarias a las que dio voz el Cabildo Catedralicio. Rezos de honda devoción que se fusionaron con las sinfonías eternas de cada Solemnidad del Corpus Christi. Tres golpes sobre el llamador, y el Santísimo era alzado a pulso por la cuadrilla Sacramental. El Señor volvía a las calles de la ciudad.

Luces y sombras se colaban entre la profusa ornamentación del ostensorio. Sería el sol quien revelara ante mil miradas, con un inconmensurable haz de luz, la filigrana que emergía sobre Su Divina Majestad. En una palma real de pólvora y fuego, alarde de categoría regia y pontificia, la Sacra Custodia de Granada era recibida ante el júbilo atronador de miles de salvas de cohetes. Vestigios de un pasado, que se hizo realidad al vislumbrarse la inolvidable efigie ante el templo basilical. Una vez alcanzada la forja balaustrada, la Banda Municipal de Música de Granada interpretó el Himno Nacional de España mientras se iniciaba un repique general de campanas.
Éxtasis de fervor ante el Santísimo Sacramento del Altar, que era exaltado por el pueblo granadino entre incesantes aplausos y vítores. “¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva la verdad de Granada!” ovacionó una devota que, al paso de las andas, rozó sus manos sobre el damasco blanco y oro. Tras las celosías textiles, la sonrisa de un veterano costaleros, que no podía contener la emoción. Lágrimas bajo el paso procesional y fuera de él, en una Plaza de las Pasiegas que se volvió epicentro del fervor. El 'Amor de los Amores' ya reinaba por las calles de la ciudad.

En la estrechez de los aledaños catedralicios, en Marqués de Gerona, los balcones recibían la divina presencia del Santísimo con miles de pétalos y claveles que descendían sin cesar desde el firmamento. Gamas de colores florales infinitas que, junto a la fragancia del mastranzo, culminaban el esplendor del ascendente incienso. Nubes de densa humareda y carbón en combustión que era encendido por los jóvenes seminaristas. Promesas vocacionales que, siguiendo la estela de la Archidiócesis de Granada, consagrarán ante ellos la fe de toda la ciudad. Así, desde el germen de su espíritu vocacional y misionero, formarán el cuerpo litúrgico que antecede a la fe de los granadinos.
Bajo los toldos, efímeros altares de profusa ornamentación barroca eran alzados exaltando la realeza de Su Divina Majestad. Hermandades, asociaciones y organizaciones eucarísticas que, en un nuevo Jueves de Corpus Christi, rememoraron una de las costumbres más cimentadas en la cultura granadina. Hogazas de pan, vides de uvas y vino sagrado, en recuerdo de la Santa Cena Sacramental. Representaciones alegóricas, que fusionan la teología del culto católica con la vivencia más profunda de los granadinos.

En la Puerta Real de España, la Sacra Custodia fue recibida por sinfonías litúrgicas renacentistas. Allí, en el corazón de una Granada cuyo fervor latía con gran fuerza, las campanas del Convento de San Antón repicaban con júbilo ante la inminente llegada de Jesús Sacramentado. Vocaciones de clausura que, tras celosías de madera y filigrana, rezaban ante la mayor de sus devociones. El Santísimo que preside a perpetuidad su templo, reinaba en los corazones de los granadinos. Y a su llegada al Excmo. Ayuntamiento de Granada, más salvas de cohetes en recuerdo del V Centenario Fundacional de la Hermandad Sacramental del Sagrario.
Y así vivió Granada el Jueves de Corpus Christi 2025. Una solemnidad en la que la ciudad exaltó, en loor de multitudes, al Santísimo Sacramento del Altar. Miles de oraciones que, desde la Reconquista de los Reyes Católicos, se suceden cada año en los aledaños del templo catedralicio. Un canto con más de cinco siglos de historia devocional ininterrumpida, y que sigue sonando cada año con más fuerza. Sinfonías eucarísticas granadinas a la devoción más honda de los granadinos.
Gloria a Cristo Jesús. Cielos y Tierra, bendecid al Señor. Honor y Gloria a Tí, Rey de la Gloria. Amor por siempre a Tí, Dios del Amor. Granada, a Jesús Sacramentado.
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