Un año más, o menos

30 de diciembre 2025 - 03:07

Cierre de año, de ciclo, de expectativas cumplidas y otro dígito más que tachar en el calendario de lo vivido cerrando las puertas a lo malo y su veneno y abriendo la memoria que da alas si se apoya en lo bueno y lo creativo.

Muchos fines de año ya a las espaldas te dan la perspectiva del patrón repetitivo de este mirar de nuevo el horizonte siempre irreal del tiempo y proyectar en él esos deseos pendientes aún por verlos transformarse del sueño que aún son a la materia concreta y tangible, tan aristotélicos ellos en su potencia de acto que tanto satisface cuando puedes tocarlos ya con la yema de los dedos y decir que ya por fin son tuyos.

Este ritual colectivo de cambiar números en el calendario te devuelve a la realidad tozuda, objetiva, inamovible de que ya van siendo más los borrados que a los que restan aún por borrar. La vida, sí, la vida cruda tal como es sin vaselina. Anima eso sí saber que has resistido mil y una batallas, vaguadas y cimas y que tienes en tu haber el regalo de semejante cantidad de dígitos a las espaldas para nada merecidos. No hay manera conocida aún de ganar años de vida de ahí que solo te quede ser agradecido por bien nacido, si fuera el caso.

Pero ese leve amargor inevitable anida en algún recodo del alma, ahí tan bien escondido que solo asoma a unos días del cambio final de mes, de día y de año. Ahí te encuentras sin remedio ante el vacío del no saber cuantos mañanas más verás, ni la cantidad de noches que disfrutarás, ni por supuesto la calidad de esos días con sus noches, que ya sabemos que no son lo mismo cantidad que calidad de esas veinticuatro horas constantes en que algo en ti aún palpita.

Te preguntas, en plan profundo ahora que te pones en modo profundo, si en algo has hecho mérito para poder fantasear con los diez, los veinte o a lo sumo (han avanzado mucho los médicos, prometes cuidarte para ganarle tiempo al tiempo) los treinta nuevos casi imposibles fines de año que, esos sí, les deseas a todos con un ojajá y una sonrisa amiga, sean merecidos o inmerecidos, quien sabe ya, y que sean felices, claro, que las condenas vitales ya no se llevan y esto a estas alturas ya sabes que debe ser un valle de la alegría compartida que expulse las lágrimas a la otra vida.

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