25 años sin tener noticias de María Teresa: "Estamos cansados de no tener respuesta, pero la seguiremos buscando mientras podamos"

La familia de la joven motrileña mantiene un llamamiento "permanente" para que quien conozca cualquier detalle, "por insignificante que parezca" sobre el caso, que lo dé a conocer a la Policía o a ellos mismos

La familia de la joven desaparecida en Motril pide "avances" en los 6.000 casos existentes en España

Los padres de María Teresa Fernandez, la joven desaparecida en Motrll, en su cuarto / Alba Feixas

En los últimos 25 años Antonio y Teresa han repasado mentalmente una y otra vez al 18 de agosto en busca del más mínimo detalle que se les haya podido pasar por alto y que sea la pista necesaria para tirar del hilo que les devuelva a casa a su Mari Tere, o al menos saber qué pasó para poder descansar. Aunque no pierden la esperanza, pese a que son conscientes de que es muy difícil de que el resultado sea positivo, señalan que borrarían sin pensarlo todo el mes de agosto, incluso, si pudieran volver atrás en el tiempo, se desplazarían a la época en la que vivían en Suiza para quedarse allí y no tener que vivir el cuarto de siglo de sufrimiento, dolor y, sobre todo vacío, que sienten al no saber nada de su hija.

La joven María Teresa Fernández desapareció la noche del 17 al 18 de agosto del 2000, en plena feria de Motril. Había quedado con su novio y poco después tenía pensado reunirse con un grupo de amigos para ver a Café Quijano en el recinto ferial, sin embargo, no se supo nada más de ella. En el momento que recibieron la llamada de Mercedes, otra de sus hijas, para decirles que algo no iba bien porque María Teresa no aparecía, sabían que algo había pasado, y pese a que se presentaron rápidamente en la comisaría de la Policía Nacional para poner una denuncia por desaparición y que aquí le dijeran que era mayor de edad, que podía ser cosa de una pataleta, comenzaron su personal cruzada de dolor y lucha para buscarla sin descanso.

"Estamos bien, pero mal", reconoce Antonio Fernández a Granada Hoy a unos días de que se cumplan 25 años de la desaparición de María Teresa. Y lo hace en el sofá sentado en el sofá de su casa, junto a su mujer, Teresa Martín, y su perrito, "no ve mucho ya por la edad, pero aquí está haciéndonos compañía". Teresa y Antonio se dan la mano. Ella coge unos pañuelos porque sabe qué volver a recordar, una vez, todo lo vivido durante estos años, no va a ser fácil. "Lo seguimos haciendo por ella. No queremos que nadie se olvide de María Teresa. Es la única forma de que quién sepa algo o ese día viese algo y calla, recuerde que tiene una familia que la sigue esperando, que sigue buscándola y que no pierde la esperanza. La buscaremos contra viento y marea mientras sigamos vivos", apunta ella, mientras que él puntualiza que están bien "en el sentido de que tenemos que seguir teniendo fuerza y seguridad en nosotros mismos para seguir luchando y buscando, para ver si somos capaces de encontrarla".

Veinticinco años, toda una vida, sin saber nada. "¿Quién nos iba a decir que iban a pasar 25 años?", pregunta al aire la madre y reconoce que está "cansada de no tener respuesta, de buscarla no, de eso no me cansaré nunca, pero es frustrante ver como nos chocamos constantemente con un muro y son muchos años de desgaste moral y físico. Aguantamos como podemos porque tenemos que encontrarla. Si por lo menos apareciese algo de ella, que supiéramos que es suyo, podríamos descansar". Antonio apunta que lo peor de todo es "no saber nada", "la gente te para por la calle y te dice que ha visto algo, que si hemos mirado en tal sitio, que si hemos preguntado en otro, y son cosas que ya has hecho mil veces o sitios a los que has ido hasta la saciedad, pero la gente lo hace de buena voluntad porque quiere ayudarnos. Nuestra esperanza es que una de esas veces nos den una pista o nos digan un sitio que no sepamos, que nos pongan sobre la pista real para encontrarla".

Inciden en que si estuviese en sus manos "borraríamos el mes de agosto entero del calendario". Antonio reconoce que en más de una ocasión ha hablado con su mujer que regresaría al día que se volvió de Suiza. "Nos vinimos a Motril por Mari Tere, nos dijo que quería venirse y seguir estudiando aquí. He maldecido mil veces el día que nos volvimos", señala con lágrimas en los ojos Antonio, que apretando los puños contra el sofá repite que "no nos tendríamos que haber vuelto de allí".

La familia volvió a Motril dos años antes del trágico día. María Teresa quería cursas sus estudios de secundaria en España, y así lo hizo en el IES Francisco Javier de Burgos. "Cuando le daban las vacaciones de nieve o de la uva, siempre se venía conmigo a Motril. Siempre que se acercaba la fecha me decía: papá, vamos a sacar unos billetes de avión y nos vamos unos días a Motril. A ella le gustaba mucho esto. Al final acabamos cediendo, la dimos de alta en el Ayuntamiento en casa de mis padres para que le diesen una plaza en el Burgos. Cuando le dijimos que nos veníamos fue todo alegría", recuerda Fernández.

Teresa y Antonio en el cuarto de Mari Tere con uno de sus diplomas / Alba Feixas

Un cuarto de siglo puede parecer mucho tiempo, pero no lo suficiente para olvidar su carácter, las cosas que le gustaban o lo risueña que era. "María Teresa era la alegría de la casa. Se levantaba y ponía la música, se acostaba también escuchando sus canciones favoritas. No paraba nunca quieta. Era muy cariñosa", recuerda Teresa, que incide que tenía una mente muy despierta.

En este sentido, el padre reconoce que muchas veces piensa en cómo sería a día de hoy su hija. "Creo que sería una mujer con la mente abierta, y muy libre. Alegre y libre, como ella era, sin prejuicios y queriendo a todo el mundo".

Al hilo, la madre añade que era "muy amiga de sus amigos y confiada", y que "quizás eso no fue bueno", indica haciendo alusión a que lo mismo aquella noche de feria confió en alguien que no debía y todo lo demás es historia. "Muchas veces me siento mal porque hablo de ella en pasado, y pienso que cómo puedo hablar de ella así si lo mismo todavía está aquí". Tras unos segundos de silencio para coger aire, Teresa reconoce que en el fondo de sus corazones siguen con la esperanza de que siga viva en algún sitio, "pero sabemos que no". Antonio apunta que no quieren perder esa fe, pero saben que es muy difícil porque no tienen ningún tipo de pista o indicio que les haga pensar que es así. "Sabemos que ahora mismo estamos en el cesto donde se encuentran todas las posibilidades, pero queremos que sea lo mejor posible".

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El padre de María Teresa cuenta una anécdota de su hija

La última petición: confrontar a Tony Alexander King con Robert Graham

El sumario del caso de María Teresa no está cerrado, ya que se abre en cualquier momento con la aportación de nuevos datos y continúa siendo instruido por el Juzgado de Instrucción número cinco de Motril. Un expediente que consta de cuatro tomos y más de 1.000 folios en los que hay cerca de dos centenares de declaraciones que han sido tomadas en distintos puntos de España a personas que han intentado aportar datos para esclarecer lo sucedido. Una de las pistas, que Antonio insiste en que es la gran espinita que tienen clavada, en la que se debería de haber continuado insistido fue la posible implicación de Tony Alexander King -el asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes-, dos jóvenes de perfiles muy similares a María Teresa que desaparecieron en la Cala de Mijas y Coín en la feria- y Robert Graham. King aseguró en 2008, mientras cumplía condena en la cárcel de Albolote por el asesinato de Wanninkhof, que María Teresa había muerto a manos de Graham.

"Hace unos meses fuimos a la Policía Nacional para ver qué teníamos que hacer para solicitar un enfrentamiento entre King y Graham, nos dijeron que lo pidiéramos en el Juzgado", explica Teresa Martín.

Una foto de María Teresa y un perrillo que tuvo / Alba Feixas

Antonio recalca que para ellos tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil han trabajado "muy bien" y "han hecho y hacen todo lo posible por seguir buscando e investigando. La mala suerte que tienen es la nuestra, que no ha habido una pista fiable de donde poder tirar, pero de su trabajo no podemos quejarnos porque sabemos que han hecho mucho, en algunos caso incluso más de lo que podían". Y recuerda que el único gran pero que tienen es que no se empezara a buscar antes, "en aquel tiempo, al ser mayor de edad, había que esperar 48 horas para denunciar. Nosotros no lo hicimos y durante esas 48 horas pudimos estar 20 veces entre la comisaría de la Policía Nacional y el cuartel de la Guardia Civil para que nos hicieran caso. La pena también es que en aquellos tiempos la policía no tenía ni los métodos que hay hoy en día ni el material, se hizo todo muy lentamente".

Desde el primer momento que desapareció la joven, sus familiares y amigos la han buscado por distintos puntos y se han distribuido fotografías suyas por todas las comunidades autónomas, así como por internet, acompañadas de manifestaciones y actos para evitar que el caso cayese en el olvido.

Se revisó hasta la última pista

Han habilitado un correo electrónico ( mariteredesaparecidamotril@gmail.com ) para que todo aquel que pueda aportar algo de información lo haga de forma anónima o arroje algo de luz sobre lo que pasó.

"Hemos revisado hasta la pista más remota y alocada que ha surgido. Recuerdo que me recorrí junto a Bienvenido -un amigo de la familia- todas las cabinas de teléfono que había en la costa, tanto las de la calle como las de los bares. Metíamos dinero, llamábamos al móvil y guardábamos el número con la ubicación. Hice un libro entero con números de teléfono, se lo di a la Policía Nacional para que lo tuviesen en cuenta. Sabíamos desde donde nos llamaban, y cada vez que había lo más mínimo, allí nos presentábamos", reconoce Antonio.

En este sentido, cuenta que un día recibieron una llamada desde un bar de Calahonda. "Nos llamó un hombre asegurando que sabía donde estaba, apuntábamos hasta la hora a la que nos llamaban para luego ir al sitio y preguntar. Aquella llamada fue como otras muchas, no llevó a nada, el hombre nos pidió perdón porque estaba borracho y le pareció divertido jugar con el sentimiento de unos padres". En otra ocasión les llamaron desde Motril pidiendo 10 millones de pesetas si querían saber donde estaba su hija, "yo le dije que sí, que le daba los 10 millones sin pensarlo, que a nombre de quién los ingresaba o que me diera un número de cuenta, y cuando se daban cuenta de que tenían que dar información, en seguida colgaban".

Los familiares van a celebrar un acto este lunes a las 20 horas, junto a representantes del Ayuntamiento de Motril, y otras familias de personas desaparecidas, en el monolito que hay ubicado en el parque de los Pueblos de América, para recordar que, pese al tiempo transcurrido, siguen buscando a su hija.

María Teresa Fernández desapareció el 18 de agosto de 2000, cuando tenía 18 años, en la Avenida de Andalucía de Motril, en pleno centro de la ciudad, desde donde iba a encontrarse con unos amigos para posteriormente trasladarse hasta el recinto ferial, ubicado a unos dos kilómetros de allí, para asistir a un concierto del grupo Café Quijano.

Desde un primer momento, los padres descartaron la posibilidad de que María Teresa se escapara de casa porque no encuentran razones para ello. Aparte de pistas que finalmente no llevaron a nada, apenas se sabe que la joven mandó un mensaje corto al móvil de su novio que decía: "puede que tarde pero voy, espérame".

Cuando se cumplieron 15 años de la desaparición, los padres de María Teresa Fernández solicitaron al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Motril los trámites para declararla como fallecida por cuestiones administrativas, al objeto también de "evitar futuros problemas con la herencia" a las otras dos hijas del matrimonio, según informaron en su día.

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