El pasado sábado se vio en el Palacio de Deportes a dos equipos que tienen muy claro lo que quieren hacer esta temporada. Por un lado, un equipo, el visitante, que puso de manifiesto que esta temporada se la ha tomado como un año de transición en la LEB Oro porque lo suyo es la ACB. Vamos, como cuando el Atlético de Madrid 'futbolero' dijo que iba a pasarse un año en el infierno cuando bajó a Segunda.
A diferencia de los colchoneros, que cumplieron penitencia durante ‘un año’ de más de 365 días, el Real Betis de las manos, como diría Ramón Ramos, estará la próxima temporada de nuevo entre los grandes. Muy mal lo tienen que hacer los sevillanos que dirige el granadino Curro Segura para no tener garantizado el ascenso directo incluso con antelación.
Y en el otro lado de la pista, estuvo un Covirán recién ascendido que con los pies en el suelo se la ha planteado esta campaña con el propósito de asentarse en la categoría. Y muy mal se tienen que dar las cosas para que los de Pablo Pin no sigan dentro de un año disfrutando de esta categoría dorada.
¿Y luego?
En Sevilla fue el Betis el que sacó al baloncesto del atolladero y el club verdiblanco parece empeñado en que su ciudad esté en la élite.
En Granada ha sido más complicado porque se recogieron los restos calcinados del CB Granada y se comenzó casi desde cero. Evidentemente no se puede exigir más de lo que se ha hecho hasta ahora por los responsables de la Fundación CBG. Pero no estaría de más conocer dónde está el techo de este proyecto. Se dice una y otra vez que Granada es ciudad de baloncesto, pero del baloncesto del bueno, ése que esté donde esté no se estanque.
Afición
Al hilo, hay que destacar sobremanera que el choque entre granadinos e hispalenses lo vieron in situ más de cinco mil almas, lo que supuso un nuevo récord de asistencia. El baloncesto engancha y si el equipo sigue mostrando sus ganas de agradar y el espíritu de lucha que ofreció el otro día seguro que se seguirá ganando adeptos.
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