Goles a pares para mantener la fe

El delantero marroquí recupera su mejor versión para repetir en el Alfonso Pérez el doblete firmado allí la pasada temporada, tantos que permiten a su equipo seguir con vida

El Arabi, en el momento de lanzar el penalti que convirtió en el 0-1 para el Granada.
El Arabi, en el momento de lanzar el penalti que convirtió en el 0-1 para el Granada.
Javier Aguilera Granada

04 de mayo 2015 - 05:02

Si hay un jugador del Granada que ha pasado por muy diferentes situaciones esta temporada en el Granada CF ese es Youssef El Arabi. El club decidió no venderlo el pasado verano, algo que gran parte del entorno no entendió y tampoco el propia futbolista, quien tenía claro que era el momento de salir en busca de nuevos retos. Esto provocó que se quedara en el equipo medio a disgusto, como se demostró en diciembre cuando el jugador declaró su decepción por no haber podido marcharse meses atrás y su deseo de dejar la entidad en el mercado invernal. Es, sin duda, el delantero con más calidad y gol de la plantilla, pero su irregularidad y su dudosa implicación le han hecho pasar de imprescindible a muy prescindible en más de una ocasión a lo largo de presente ejercicio, tanto con Joaquín Caparrós como con Abel Resino.

Tras ser el mejor en el desastre del Bernabéu y titular contra el Celta, Abel lo mandó a la grada, de donde lo rescató ayer Sandoval para convertirlo, de nuevo, en el delantero centro titular del Granada. Gran parte de las opciones de los rojiblancas en Getafe estaban puestas en él, ya que además en la visita nazarí de la pasada campaña al Alfonso Pérez había firmado un sensacional doblete.

Y porqué no repetir pensaría el bueno de Youssef, que realizó un trabajo de mucho más trabajo y despliegue físico que participación y acierto en los pases. Eso sí, estuvo fino en lo que se le pide al delantero, a la hora de meter el balón en la red.

Lo que más hizo en la primera parte fue perder balones, ya que hasta cinco veces cedió el Granada la posesión del esférico por pases mal dados o malos controles del marroquí. Cierto es que la mayoría de estos errores llegaron al intentar controlar o pasar de primeras balones enviados en largo desde la portería o la defensa.

Tardó casi diez minutos en tocar su primer balón, que fue un pase mal dado a Lass en un intento de pared con el guineano en la frontal del área, pero poco antes del cuarto de hora, cuando la responsabilidad de lanzar el penalti cometido por Naldo recayó en su persona, no falló. No le pudo la presión y engañó a la perfección a Guaita para colocar el 0-1 en el marcador.

Poco antes del descanso, en otra destacada acción del primer tiempo en la que participó, estuvo a punto de encarar el meta del Getafe en un mano a mano que podría haber supuesto una clara ocasión para los rojiblancos, pero se resbaló de forma muy inoportuna cuando ya dejaba atrás a Naldo.

En el segundo tiempo, al contrario que en el primero, efectuó más pases buenos que malos y solo perdió un balón, lo que quiere decir que sus prestaciones mejoraron notablemente en las facetas más habituales del juego.

Además, y lo que es más importante, apareció en el momento justo, llegó al área de la nada, para rematar a la perfección con la testa un maravilloso envío de Piti que se convirtió en un gol que, a posteriori, sirvió para que los tres puntos cayeran en la buchaca rojiblanca.

Tantos aparte, en los minutos finales, con todos los cambios ya realizados y sin posibilidad de que entrara algún delantero para dar oxígeno al equipo, se fajó hasta la extenuación despejando balones en defensa y aguantando bolas en ataque.

El Arabi, el mejor delantero, con diferencia, del Granada, volvió a lucir en Getafe, firmando un doblete para que el equipo siga creyendo. Que siga así en las tres jornadas que quedan.

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