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Estirando el chicle (1-2)

  • El Granada firma la quinta victoria de la temporada a costa del Getafe y vuelve a soñar con la permanencia. Se repite el efecto 'entrenador nuevo' con Sandoval. El Arabi pasa de la grada a meter los dos goles

Pues el Granada tiene vida. ¿A ver si va a ser verdad lo que dice Pina, eso de que "es imposible" que el equipo rojiblanco baje? Sandoval, el revulsivo, el santo que se ha buscado el presidente para mantener a su equipo en la Liga de las Estrellas, de momento ha salvado el primer match ball, ha evitado que esta noche el descenso a Segunda sea efectivo con un hipotético triunfo del Almería. Para empezar no está nada, pero que nada mal. Aunque de juego, tampoco es que el técnico de Humanes haya revolucionado a la plantilla. Sí que ha hecho cosas lógicas, como poner en el campo a los 'buenos', fuera cual fuera su compromiso u olvidando capítulos de la temporada. Con los 'jugones' en el césped, el Granada ganó con sufrimiento y destellos puntuales. El 1-2 fue justo. Mucho. Quizás este era el golpe de suerte, el envión moral que le hacía falta al club, los jugadores y la afición para creer, esta vez de verdad, en que los milagros son posibles.

Sandoval se estrena como los otros tres técnicos que el Granada ha tenido esta temporada: con los jugadores dando muestras de que son buenos. Quizás la clave esté ahí, en ir cambiando al entrenador de vez en cuando para que no les de tiempo a tener malos rollos y querer siempre agradar al nuevo. Caparrós le ganó al Dépor, Joseba lo peleó en el Calderón y Abel sacó un empate 'guapo' en Riazor. Sandoval ya tiene un triunfo cimentado en la lógica de que, cuando los jugadores que tienen calidad, salen al campo a jugar y no a hacer acto de presencia, todo es más fácil. El madrileño tiró de manual poniendo a lo mejor que tiene la plantilla, y además esta le respondió, a diferencia de tantas y tantas jornadas. Piti se dejó de coñas y fue fundamental, Rochina se sintió futbolista nuevamente, y hasta El Arabi marcó, no uno, sino dos goles.

Esta es otra. Simples matemáticas: cuando marcas más de un gol en un partido, lo más seguro es que ganes o puntúes. El Granada llevaba sin hacer dos tantos en un mismo choque desde el 2-2 de Riazor el 24 de enero. Antes de esa, sólo lo hizo una vez y en agosto. Así de sencillo es el fútbol, y por eso consiguió ayer el triunfo el Granada.

El equipo no hizo nada del otro mundo para que hoy se escriban tantas alabanzas. Encuentros como el de ayer en Getafe ha hecho el Granada a porrillo esta temporada, pero por errores propios, astracanadas arbitrales y destinos empeñados en regodearse en el dolor ajeno, los rojiblancos están donde están a falta de tres jornadas para que se acabe la Liga. Sin embargo, esta vez se marcaron goles suficientes para sentenciar, la defensa cantó menos de lo habitual, los de arriba oxigenaron al equipo cuando el rival apretaba más y hasta las malas salidas del portero (Roberto hizo una al final como la de Oier ante el Levante) no encontraron castigo del oponente.

El camino a seguir por el Granada está en la primera media hora, en la que, sobre todo, jugó fácil y defendió ordenado. Nada extraño a lo visto otras veces, pero ahora desarrollado durante más tiempo. Ayudó, además, el 0-1, en un penalti transformado por El Arabi, que ha pasado de la grada a ser bigoleador, por manos claras de Naldo. Antes había avisado Rochina en un tiro a bocajarro que sacó Guaita.

Al Granada le volvieron a marcar en los últimos minutos de un periodo. En el 45' empató Pedro León en un gol de crack, finalizando con la zurda tras un control tremendo un servicio de Escudero desde el centro del campo. Ese gol fue consecuencia del canguelo a ganar que le entró al equipo en los compases finales del primer acto. Dio un paso atrás y concedió varios remates a Hinestroza, aunque el más peligroso fue uno hacia su propio marco de Javi Márquez que mandó a córner Roberto.

El Getafe se lanzó a por el partido en la segunda parte pero, esta vez, quien golpeó fue el Granada. Por fin le tocaba a los rojiblancos hacerle daño así a un rival. En un centro medido de Piti, El Arabi entró con potencia en el área y remató de cabeza de forma inapelable el 1-2. Era el 58' y quedaba más de media hora por delante. El Granada lo pasó mal por el agobio de la necesidad de los puntos, y porque en alguna acción podía liarla el equipo azulón, como en un paradón de Roberto a Emi en el 82'. Pero esta vez la victoria debía quedarse en el zurrón granadino, al que también tocaba que le cayera de su lado. Con buen hacer, defendiendo de forma intensa y reteniendo el balón lo necesario, bastó.

¿Hay de verdad confianza en la salvación o esta sólo es la manera de estirar el chicle de la historia de la permanencia del Granada? La siguiente estación es el Córdoba, que ya está bajado, en Los Cármenes. Todavía se salva...

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