Covirán Granada | Entrevista

Sergio Olmos: "Espero haber sido una pesadilla para el rival y un buen compañero"

Sergio Olmos, en el Palacio de Deportes

Sergio Olmos, en el Palacio de Deportes / Álex Cámara (archivo) (Granada)

Han sido sólo dos temporadas, pero suficientes para que Sergio Olmos (Elda, 1986) se haya hecho un hueco la historia del Covirán Granada. El pívot, todo un referente en la LEB Oro, competición en la que ha desarrollado toda su carrera, y en el equipo de Pablo Pin desde el último ascenso, ha anunciado su retirada hace escasas semanas. La última lesión sufrida esta misma temporada ha sido el detonante. También el hecho de recibir una interesante oferta de trabajo para un jugador que nunca dejó de lado su formación como matemático y estadístico.

¿Desde cuándo tenía decidido colgar las botas?

La decisión final ha sido relativamente reciente, pero es verdad que empecé a considerarlo a raíz de la lesión que tuve esta temporada a principios de año. Sufrí bastante y vi un poco el peligro de continuar. Además, empecé a ver lo que había fuera del baloncesto y me ha salido una oportunidad muy buena y la he decidido aprovecharla.

¿Qué oportunidad ha sido ésa?

He encontrado un trabajo de estadístico en Barcelona en un campo muy alejado del baloncesto pero que me ilusiona mucho.

Olmos se faja en la 'pintura' Olmos se faja en la 'pintura'

Olmos se faja en la 'pintura' / Álex Cámara (archivo) (Granada)

O sea, trabajará en algo de acorde a su preparación académica.

Yo estudié matemáticas y luego me especialicé en estadística. Trabajaré en un proyecto muy interesante. Es una fundación que investiga temas de salud.

Y tal como está el panorama, el tema de la salud está muy de actualidad.

Pues sí, parece que hace falta.

¿Tiene que vivir en Barcelona?

Pues sí. Aunque de hecho ya he comenzado a trabajar de momento la gente está trabajando desde sus casas y aún no he tenido que ir. Así que sigo en Alicante y así me ahorro al menos un par de meses de alquiler en Barcelona, que no es nada barato (se ríe).

Tras tomar la decisión de dejar el baloncesto, que no deja de ser trascendente, ¿cómo se le ha quedado el cuerpo?

Hasta que no lo hice oficial a lo mejor no me daba ninguna pena, pero cuando lo anuncié, al ver todos los mensajes de compañeros, aficionados, de clubes y de la Fundación, sí que es verdad que me he dado cuenta de que me lo he pasado muy bien todos estos años y he valorado lo bonito que es el baloncesto. No volver a vivir todo esto sí que da un poco de pena. Espero no echarlo demasiado de menos y estar muy ocupado con lo que tengo por delante.

Ahora le toca afrontar otra etapa de su vida.

La vida del jugador es corta y si no hubiera ahora a lo mejor habría sido dentro de dos años. Creo que es el momento para dejarlo y estoy muy contento con la carrera que he hecho.

Gesto de rabia de Sergio Olmos Gesto de rabia de Sergio Olmos

Gesto de rabia de Sergio Olmos / Fundación CBG (Granada)

¿Cómo define sus dos años en Granada, su último destino?

Sobre todo he estado muy, pero que muy a gusto. Los resultados del primer año fueron mejores que los del segundo. Esta temporada no encontramos esa dinámica positiva en ningún momento y en lo personal tuve la lesión de la que no me recuperé como me hubiera gustado. He estado muy feliz en Granada.

¿Le dio tiempo a conocer bien la ciudad?

Sí. Sobre todo el segundo año porque pudo estar mi mujer (Claudia Calvelo, que jugó en el Raca) y con ella exploré mucho más la ciudad y pude disfrutarla mucho más que el primer año.

Cuando aceptó la oferta del Covirán hace dos años fue una apuesta algo arriesgada, pues con su buena trayectoria decidió venir a un equipo recién ascendido a la LEB Oro.

Todo el mundo veía que era un proyecto muy interesante. Durante cinco años el club había ido ascendiendo de categoría y se sabía que Granada era una ciudad de baloncesto. Cuenta con una de las aficiones más fieles, capaz de meter en el Palacio a no menos de tres mil seguidores. Pienso que a todo el mundo le gustaría jugar en Granada y no lo dudé.

En lo deportivo, ¿cuál fue el mejor momento durante su estancia en Granada?

Puede ser el cuarto partido del play off ante el Palma en casa, que fue muy duro, muy sufrido, que lo sacamos para forzar el quinto encuentro ahí. Recuerdo que en ese partido bajamos el culo y apretamos los dientes para sacarlo adelante.

Siempre ha destacado el buen grupo que había en el vestuario, pero ¿con qué jugadores ha tenido una mejor relación?

Realmente me he llevado bien con todos. Quizá con Borto y con David Iriarte es con los que mejor me llevo. Y el primer año también con Devin Wright, que se sentaba conmigo en el vestuario. Pero tengo que destacar que todo el grupo era magnífico y sólo ha habido buen rollo entre todos nosotros.

Y en la ‘pintura’ ha compartido mucho tiempo con otro veterano como es Guille Rubio. Entre los dos sobre el parqué había mucha experiencia.

Se notaba que Guille vino de haber jugado un baloncesto un nivel por encima. Creo que es el mejor ‘cuatro’ de la categoría. Con él aprendí todos los días.

¿Le ha sorprendido en algo la afición del Covirán o se esperaba lo que se encontró?

Vine con una pequeña idea porque Ángel Hernández, que es muy buen amigo mío y que había jugado en el CB Granada, me habló muy bien de la afición y la verdad es que lo he podido comprobar.

Olmos, en el partido ante Huesca Olmos, en el partido ante Huesca

Olmos, en el partido ante Huesca / Carlos Gil (archivo) (Granada)

Toda su carrera ha sido en la LEB Oro, ¿nunca tuvo la ocasión de dar el salto a la ACB?

La verdad es que no se dio. Tuve un contrato temporada por un par de meses en el Valencia Basquet hace ya algunos años y casi que ni debuté. Fui un poco para probar y para entrenar y no salió bien. Hubo varios coqueteos algún verano con algún equipo ACB y al final no se dio. Es una espinita que me queda pero estoy muy contento de haber competido en la LEB Oro que es una competición muy difícil.

¿Qué coqueteos fueron ésos?

Tras mi primer año en La Coruña estuve cerca de fichar por el Obradoiro.

¿Los mejores momentos de su carrera fue en Burgos?

Creo que mi mejor año a nivel individual creo que fue ese primer año en Coruña. Ahí hice mis mejores números y donde más a gusto me sentí. Ahí tuve un poco el papel de líder en la cancha que me sirvió mucho luego.

Ver a Burgos en la ACB le hará pensar que algo de culpa tiene.

Sí, sí (ríe). Los tres años que estuve ahí fueron tres ascensos. Había un grupo espectacular, sobre todo mi primer año ahí, pues ganamos la Copa y fuimos campeones de liga. En Burgos tuve una experiencia maravillosa y maduré muchísimo.

El pívot, junto a varios de sus compañeros. El pívot, junto a varios de sus compañeros.

El pívot, junto a varios de sus compañeros. / Fundación CBG (Granada)

Durante sus once temporadas como profesional, ¿algún momento que recuerde especialmente malo?

Mi segundo año, que fiché en Palencia, fue duro porque no salieron las cosas ni individual ni colectivamente. Jugamos la fase de descenso y aunque nos salvamos. El entrenador decidió que no debía jugar y hubo partidos que estuve ‘castigado’. A pesar de eso también aprendí mucho, como a no quejarme y a trabajar. De hecho, en esa fase de descenso acabé de titular.

¿Qué entrenador le ha dejado huella?

Hay varios. Destacaría a Tito Díaz, que en Coruña me dio la confianza de que cogiera responsabilidad en un equipo, y Fran Dunphy, el que tuve en la universidad cuando estuve en Estados Unidos, con el que mantengo el contacto. Y no quiero olvidarme de Pablo Pin, que creo que de todos con los que he estado es el entrenador que mejor trabaja el día a día y creo que sus equipos siempre van a funcionar aunque este año no hayan salido bien las cosas.

¿Con qué se queda de su estancia en Estados Unidos?

Con todo, con la experiencia, porque me ha dado muchísimo. Fui ahí con 18 años sin saber inglés y volví más o menos hecho un hombre, con mi carrera hecha y tras haber jugado dos torneos de NCCA, en los que jugué en pabellones con más de 20.000 personas.

¿Qué calificativo pondría en sus once años de carrera?

Espero haber sido una pesadilla para el rival y un buen compañero. Es lo que siempre he intentado.

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