Tenerife - Granada

Ni ganar ni perder (2-2)

  • Cuarto empate de cuatro posibles para un Granada cuya mejora aún no le da para sumar de tres en tres. Roza el escarnio al ser remontado ante un rival con diez, pero un autogol hace justicia

Las imágenes del Tenerife-Granada

Las imágenes del Tenerife-Granada / LOF

En la cuarta oportunidad tampoco ganó el Granada, al que no le bastó ni jugar contra diez (de hecho, le remontaron el partido cuando el rival estaba en esa tesitura), ni hacer el partido más correcto de los cinco oficiales que se han celebrado hasta la fecha. La mejora se queda en amago, tanto de victoria como de derrota. Los rojiblancos, negros ayer, estuvieron más cerca que nunca, tanto de la victoria como de la derrota, lastrados por una preocupante falta de calibración ante el gol y condenados por una fragilidad defensiva que invita al engaño, sólida en percepción global pero en la que los agujeros no cuestan goles solo por puro milagro. El Tenerife no los aprovechó con once pero sí con diez, dándole la vuelta a un 0-1 que cuando echaron a Suso Santana parecía definitivo. Al final, los locales regalaron también el segundo gol, como hicieron con el primero, en una pocholada de Jorge Sáenz. Al menos fue justo.

El Granada está cada vez más lejos de ser lo que prometió José Luis Oltra. Cada vez se sacrifica más la creación por el músculo. Quizás fuera circunstancial ayer, ante un equipo que acumula mucho talento por dentro y ante el delicado equilibrio del equipo en el centro de la zaga; o por simple necesidad ante la lesión de Montoro, que aunque recién salido de la misma, es posible que el técnico no quisiera arriesgar. Fuera lo que fuera, el Tenerife tomó la pelota y el mando del partido, hasta perdonando a los rojiblancos en multitud de acciones, sobre todo en la primera mitad. Y en ella, en el primer cuarto de encuentro. Esta zaga soporta mal el cuerpo a cuerpo, la batalla de trincheras, incluso con Menosse, llamado a filas por Oltra para ser su perro de presa en esta categoría traicionera. El uruguayo se columpió en el tanto que originó el 2-1, incapaz de frenar a Longo ni en el contacto ni en el posterior repliegue. Si Menosse no aguanta, Charlie Dean menos. Ya en el primer minuto no pudo aguantar una pugna de la que salió victorioso Brian Martín, generando la primera ocasión local.

Se le dan mal este tipo de delanteros tanque al Granada. La zaga ya se las vio y deseó ante el zaragocista Borja Iglesias, y ayer les reventó el italiano Samuele Longo, que entró al descanso para recibir de espaldas y oxigenar a su equipo, que ya con Malbasic en el campo (y uno menos) fueron incontrolables para los dos del centro, que también cantaron al final de la primera mitad en una semitijera que remató Brian Martín mal, pero que si llega a saber que está tan solo, quizás hubiera optado por una solución mejor.

La impresión es que el Granada no jugó a nada en el Heliodoro. Correcta afirmación si la idea de Oltra era dominar los partidos desde la posesión, pero ayer no lo fue. Los rojiblancos trataron de ser protagonistas desde el espacio, con las salidas a la contra. De hecho, parece la forma de jugar más adecuada cuando en el campo coinciden, como parece que será norma, Joselu y Adrián Ramos. El colombiano demuestra ir sobrado para la categoría, sabiendo qué hacer en cada momento con el balón. El onubense es el elemento neutro porque está en todos lados, y luego están las incorporaciones de Pedro y, sobre todo, la velocidad de un Machís en su mejor versión del inicio de temporada. Fue así como el Granada llevó su escaso peligro ante Dani Hernández. Y el balón parado volvió a ser fundamental, con otro gol nacido del guante de Pedro con centro hacia Ramos, que aunque pareció meterlo él (0-1) fue Aitor de forma inevitable. Luego el colombiano reclamó derechos de autor.

La segunda parte comenzó viciada por la no expulsión de Suso Santana antes del descanso, aunque luego viera la roja por un cruce de cables también inevitable si andaba cerca Raúl Baena, al que agredió. Tras ese momento todo se decantó para un Granada que tenía en la mano el triunfo. Oltra metió calidad con Sergio Peña, conductor y canalizador de un equipo ahora sí parecido a lo que propugna su entrenador. Encerró el equipo rojiblanco al Tenerife, con ocasiones de Sergio Peña, Machís y Víctor Díaz clamorosas, estrellándose en un cerrado equipo local que daba por bueno un empate que llegó en el pecado capital de conceder acciones a balón parado a un rival con un efectivo menos. Entre tanto perdón, Longo se la hizo a Menosse para que Malbasic llevara la euforia al estadio entre la desesperación de un Granada a punto de perder contra uno menos... Hasta que llegó el favor de Sáenz para meter un gol que hubiera marcado Ramos.

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