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La imaginación corre a cuenta del 23

  • Aunque con menos protagonismo que con Sandoval, el mejor juego de los rojiblancos gira en torno a Rochina

No diga juego, diga Rubén Rochina. El '23' rojiblanco es el jugador con más calidad de la plantilla del Granada CF y, desde hace ya unas cuantas jornadas, está empeñado en demostrarlo. El ex del Blackburn Rovers volvió a ser ayer protagonista en los mejores minutos de su equipo. Todo, a pesar de que con el nuevo estilo de José González, tiende a tener menos protagonismo. Que los de Los Cármenes hayan ganado en seguridad defensiva se debe a un sistema táctico más estricto que no deja lugar a los alardes anárquicos de otras épocas. En esa coyuntura, Rochina ha sido uno de los más perjudicados, forzado a partir siempre desde el flanco, aunque con cierta libertad para moverse hacia el centro del ataque -donde siempre ha mostrado su mejor versión-. No obstante, su adaptación, hasta ahora, ha sido bastante positiva.

El de Sagunto es de esos futbolistas capaces de despertar la ira y la idolatría del forofo en cuestión de minutos. De esos tocados por la varita mágica de la calidad, pero -como casi la totalidad de los malabaristas del esférico- también condenados a una eterna irregularidad. De los que aparecen y desaparecen sin avisar. Su contacto constante con el cuero suele hacer temblar a las zagas rivales, mas, en ocasiones, se evade de los encuentros con demasiada facilidad. No importa. Pese a todas las imperfecciones de su juego, el valenciano es el Granada CF hecho imaginación. Un 'pecho frío' en el mejor sentido de la expresión.

No acarició, eso sí, con tanta constancia la pelota como en otras ocasiones. Su técnico exige trabajo y sacrificio, y al introvertido atacante rojiblanco no parece pesarle ese traje. Ayudó siempre a su lateral Lopes. Otros datos no necesitan argumento: Rochina concluyó el duelo ante el Real Sporting de Gijón con seis balones recuperados y sólo dos perdidos. Labor -la de robar-, es más, que no es la suya. Una de las trabas de ese esquema que casi maniata a los extremos es que el granadinista se perdió en más ocasiones del encuentro de las que le gustaría a su hinchada. Ocupó la diestra del 4-4-2 que presentó su 'profe' González, salvo quince minutos en la segunda mitad -desde el 60' hasta el 73'- en los que permutó con Success en la zurda.

Aportó ráfagas de calidad, visión de juego y profundidad. Siempre mejoró las jugadas que pasaron por sus botas y nunca rifó la bola -en ocasiones, con cierto exceso de confianza en zonas de peligro-. Los más exigentes le reclamarán aún más eficacia, que sea más decisivo. Las funciones que le habían sido encomendadas, empero, las cumplió. Si continúa a este nivel será difícil sacarle del once. Luchar contra esa discontinuidad que le ha impedido revelar su lucidez en el Granada CF hasta este curso es ahora su cometido.

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