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Los rojiblancos lo intentaron mucho más

  • Los asturianos sólo tiran una vez a puerta pero con mucho peligro: el balón se estrelló en el larguero

Partido plúmbeo y bronco -el colegiado mostró una docena de cartulinas amarillas- el que se vivió anoche en Los Cármenes. Los dos equipos pusieron sobre el césped sus urgencias, pero sólo uno se prodigó algo sobre la portería rival. El Granada lo intentó más, pero sin excesivo peligro. Así transcurría el encuentro cuando El Arabi abrió la lata desde el punto de penalti. Sin jugar un buen partido, al menos los rojiblancos encontraron el premio a su insistencia ante un contrincante que dejó a Andrés como un mero observador.

Dentro de la espesura generalizada en la que se desenvolvió la primera parte, el Granada hizo trabajar a Cuéllar, sobre todo con tiros lejanos que llevaron el añadido de que el balón botara justo delante del meta. Por lo demás, muchas faltas, inicio del concierto de tarjetas y, por consiguiente, un juego sin fluidez alguna.

El único fuera de juego que señaló Estrada Fernández fue gloria bendita para los de José González. Fue tras la reanudación, precisamente después del único tiro con dirección a puerta del Sporting... pero ¡vaya chut! Mascarell estrelló el balón en el larguero y el rechace lo recogió Sanabria en, a juicio del asistente, fuera de juego. Menos mal, porque el delantero asturiano había batido a Andrés. Esto fue lo único que hizo el Sporting en ataque en todo el partido pero casi le basta para haber dado un disgusto a todo el granadinismo.

Los locales, eso sí, bajaron su producción ofensiva tras el descanso. Cuéllar apenas tuvo motivos para inquietarse hasta que vio a El Arabi en el punto de penalti. El marroquí no falló en la jugada más determinante de un choque tan embarullado como el gol que marcó Success en las postrimerías.

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