Café con los candidatos a la Alcaldía de Granada

Luis Salvador (Ciudadanos): El candidato que quiere llevarse el gato al agua

  • Evita remover su pasado, pero es ahí donde pretende encontrar su mejor baza para ser alcalde: sus viejos debates televisivos junto a los ‘miuras’ de la derecha.

Luis Salvador (Ciudadanos): El candidato que quiere llevarse el gato al agua.

Luis Salvador (Ciudadanos): El candidato que quiere llevarse el gato al agua. / Álex Cámara

Luis Salvador no quiere oír hablar del pasado. “Ciudadanos es futuro, si alguien quiere echar la vista atrás, que hable con Paco Cuenca o Sebastián (Pérez)”. El café retrospectivo hace amago de encallar. Pero, paradojas de la vida y de la política, es en un apartado de su polifacética trayectoria (quizás el más popular) donde el candidato a la Alcaldía de Granada de Ciudadanos podría tener una de sus mejores bazas para esta partida electoral.

Frente a Federico Jiménez Losantos, Iván Espinosa de los Monteros y otros miuras de la comunicación, en el espectro ideológico más derechizado de este país, Luis Salvador se curtió en el debate televisivo. Participó durante años en el programa El gato al agua, del canal nacional Intereconomía, para hablar de ETA, del entonces tímido independentismo (visto ahora) o de los temibles podemitas que venían del peligroso 15-M. Luis representaba ese contrapunto moderado y “sensato” por el que a su juicio le recuerdan muchos posibles votantes conservadores españoles y también de esta ciudad.

“Aquel programa me permitió defender lo que ahora sostengo en Ciudadanos, que la España de rojos y azules no tenía sentido, que todos somos compatriotas”, recuerda un Salvador que hace años resolvió la única pega que sus ahora electores potenciales le ponían: “Lo que no entiendo es donde estás”. Estaba en el Partido Socialista Obrero Español, la formación política donde echó los dientes y de la que se sintió defraudado por sus “carencias democráticas”.

Café con Luis Salvador. Café con Luis Salvador.

Café con Luis Salvador. / Alex Cámara

Ahora, en la Granada de mayo de 2019, y con la vista puesta en 2031 (que es el horizonte de su modelo de ciudad), el adversario con mayúsculas para Luis Salvador es precisamente el PSOE. Como una réplica de la campaña de Albert Rivera de hace un mes, el alcaldable de Ciudadanos insiste en que el objetivo ha de ser desalojar a Paco Cuenca de la Plaza del Carmen, porque es perjudicial para el futuro de la ciudad (el mismo mensaje sobre Pedro Sánchez en Moncloa).

Salvador pretende conquistar a un electorado granadino que hasta ayer era fiel votante del Partido Popular, así que su estrategia no pasa por arremeter más de la cuenta contra el que de aquí a un mes puede ser un socio de gobierno, Sebastián Pérez. El líder granadino de Ciudadanos niega que exista un pacto previo con el candidato popular, aunque admite que “nadie entendería (en referencia sus posibles votantes, es de suponer) que no pactemos para quitar a Paco Cuenca de la Alcaldía”, dada la lógica aritmética de unas elecciones con una fragmentación “disparatada”.

Sobre Cuenca, el candidato de Ciudadanos tiene una curiosa teoría. Salvador fue coordinador provincial de la Junta de Andalucía hasta 2003, el mismo cargo que luego desempeñó el ahora alcalde socialista. También fue delegado de Innovación cuando Salvador era portavoz de esta materia en el Senado. “En su partido intentaron ponerlo a seguir mi trayectoria… Donde yo iba destacando y haciendo algo importante, el PSOE ponía detrás a Cuenca en una responsabilidad similar”. Total, que sería su sombra imperfecta.

Ahora él se visualiza como la alternativa clara a Cuenca en el Ayuntamiento de Granada, por la debilidad que atribuye a los candidatos del PP y de Vox, Sebastián Pérez y Onofre Miralles. Dice de ellos que generan “rechazo” o, como poco, escasa simpatía en el electorado, por lo que a su juicio están descartados para la Alcaldía.

Café con Luis Salvador. Café con Luis Salvador.

Café con Luis Salvador. / Álex Cámara

En contraposición, Luis se define como una “persona de fiar”, de esas a las que les dejarías a tus hijos o tu declaración de la Renta. Y con una personalidad afectuosa: “Doy abrazos, doy besos, aprieto cuando nos abrazamos, tengo empatía con la gente”.

Quizás por eso, para subrayar ese tipo de virtudes, Salvador aceptó que “alguien” de los suyos incluyera en su página web de candidato un estudio morfopsicológico (seudociencia que investiga la personalidad) de su cabeza, llevado a cabo por un especialista en esa materia, Julián Gabarre Mir. “Sólo decía cosas buenas de mí”, un ejemplo frente a los “psicópatas codiciosos” que abundan en la política. Sigue defendiendo el atino de este experto, que analiza a delincuentes y asesinos para los principales organismos de investigación del país, según explica convencido el propio Salvaldor.

El tema ha sido objeto de bromas en varios programas de la televisión nacional. Él sostiene que se ha sacado de quicio y que no lo esperaba. Por eso ordenó la retirada inmediata y el intento de zanjar la cuestión. El tiempo dirá si fue metedura de pata o una magnífica estrategia de promoción.

Al margen de lo que sus rasgos puedan indicar de él, cuando Luis habla de su vida, resalta su granadinismo (el acento madrileño despista), el valor de su madre como cabeza de familia, su propio papel de padre de sus hermanos, el esfuerzo de sus inicios laborales para pagar sus estudios y una trayectoria política innovadora y muy polifacética.

Café con Luis Salvador. Café con Luis Salvador.

Café con Luis Salvador. / Alex Cámara

Luis Salvador García nació el 17 de abril de 1963 en Córdoba, pero solo por accidente (“he pasado allí dos meses en mi vida”), porque la residencia familiar estuvo en Granada hasta sus 4 años, cuando se marcharon a Madrid. Estudió en el Liceo, un colegio “de los semipúblicos de aquella época”, y en esa ciudad, donde después ha ejercido como diputado y senador del Reino, tuvo que comenzar a trabajar muy pronto (casi con 16 años) en trabajos de serigrafía y hostelería para ayudar en casa.

Con la mayoría de edad, volvió con su familia a Granada, donde estudió Ciencias Políticas, opositó a la Diputación (allí tiene su plaza de funcionario desde hace 33 años), se casó con Lola y tuvo dos hijos, Luis y Natalia, de 27 y 25 años. Dice que en lo de la paternidad hizo “como en casi todo”, porque los niños fueron muy seguidos: “Lo rematamos en poco tiempo y a seguir haciendo proyectos”. Luego vino la política y la parte pública más conocida de Luis: cargos en Diputación, Junta de Andalucía, Senado, Congreso de los Diputados y Ayuntamiento de Granada.

En 2015 aspiró por primera vez a la Alcaldía de la ciudad como líder de Ciudadanos y consiguió que su formación entrara a la Plaza del Carmen con 4 concejales que han sido importantes en la gobernabilidad. En esta etapa municipalista ya ha sido protagonista de una foto histórica, la del conocido Pacto del Asador, el lugar donde cerró un acuerdo con José Torres Hurtado para iniciar un nuevo mandato (era el cuarto del alcalde del PP), que un año después se vería interrumpido abruptamente por la Operación Nazarí y la dimisión del regidor.

En aquel momento exigió medidas de transparencia para ceder sus votos a quien ahora se las tiene que ver con la Justicia. Pero han pasado 4 años y Salvador ahora quiere gobierno. Ya no se considera bisagra, sino puerta de entrada. El acceso a una alternativa inédita en la ciudad.

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