Crónicas electorosas | Municipales Granada 2019

Cinco horas con Clinton

  • La visita a Granada en 1997 del entonces presidente de EEUU valió “más de veinte fitures”, como decía Gabriel Díaz Berbel, que unos meses antes ejerció de anfitrión con la madre del americano de visita privada a la capital

Cinco horas con Clinton

Cinco horas con Clinton

Dicen que marca el ‘antes y después’ de la promoción turística de Granada en Estados Unidos: la visita, hace casi veintidós años, del presidente Clinton a la ciudad, el 9 de julio de 1997. Miércoles de una tarde de verano en la que el hombre más poderoso de la Tierra evocó “la puesta de sol más maravillosa del mundo”, contemplada veintinueve años atrás, en 1968, cuando willian Jefferson Clinton, entonces un estudiante de Oxford de 22 años de edad, había visitado Granada confundido entre los centenares de miles de turistas que anualmente viajan a la ciudad atraídos por la Alhambra y su historia.

Una visita que se forjó de forma casual. Unos meses antes había estado en Granada la suegra de Clinton, madre por tanto de Hillary Clinton. Visita de incógnito, aunque el alcalde en aquellos años, Gabriel Díaz Berbel, recibió del entonces delegado del Gobierno en Andalucía, José Torres Hurtado, el encargo de cumplimentarla durante su estancia en la ciudad, en la que se alojó en el hotel Alhambra Palace.

La señora quedó encantada no solo por los atractivos de la ciudad sino también por el trato que recibió de Berbel, una personalidad muy ‘granaína’, expansivo, abierto, albaicinero que conocía hasta el último rincón de ese barrio y del Sacromonte. Que, además, hablaba inglés a la perfección. En el momento de la despedida la señora preguntó a Berbel si quería hacerle alguna petición. El alcalde, sabedor de que en julio se celebraba una ‘cumbre’ de la OTAN en Madrid, le pidió que intercediera ante el matrimonio Clinton para que el presidente de Estados Unidos girase visita a Granada. “Sería un honor para todos”, le espetó Díaz Berbel.

El recado del alcalde se unió el recuerdo que Clinton mantenía de su visita como estudiante a Granada, casi treinta años antes, cosa que Berbel desconocía. Pasaron las semanas y una mañana, próxima ya la ‘cumbre’ de la OTAN, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, telefoneó a Berbel: “¿Qué mano tienes tú en la Casa Blanca?” Esa conversación informal era la confirmación de que Clinton viajaría a Granada encantado una vez clausurada la ‘cumbre’.

Todo un desafío que ponía a prueba la capacidad organizativa de Granada. Aunque la preparación de la visita, la secuencia de aquellos días previos y la jornada final, en realidad, costó apenas medio millón de pesetas, unos 3.000 euros en moneda de hoy. Porque los preparativos pasaron desapercibidos para el común de los granadinos, que –por ejemplo– ignoraban que desde veinte días antes de la fecha marcada agentes del servicio secreto de Estados Unidos ocuparon dos plantas del hotel Granada Center, desde donde establecieron el puesto de mando, examinaron con discreción los itinerarios y establecieron medidas de seguridad.

Díaz Berbel le regaló su corbata Díaz Berbel le regaló su corbata

Díaz Berbel le regaló su corbata

Granada fue aquel 9 de julio la ciudad más segura del mundo, aunque para ello fue necesario adaptarse a las características de la ciudad. Por ejemplo: se desplazaron a Granada quince coches blindados porque el tamaño de las limusinas habituales no cabía por las estrechas calles del Albaicín. Y tampoco viajó hasta Granada el Force One, avión oficial del presidente, porque la pista del aeropuerto de Chauchina no estaba acondicionada para acoger el aterrizaje de aquella nave. Del programa barajado se retiró la visita y ofrenda floral a las tumbas de los Reyes Católicos, en la Capilla Real, por razones políticas: el importante colectivo judío había aportado un apoyo considerable para el acceso de Clinton a la Presidencia.

Y, así, llegó el ‘gran día’: a las 7 y media de la tarde aterrizó el avión que traía a Bill e Hillary, más su hija Chelsea y una amiga. En el aeropuerto esperaban el entonces Príncipe Felipe, más el presidente de la Junta, Manuel Chaves, y la ministra de Cultura, Esperanza Aguirre. En la Alhambra, media hora después, fueron recibidos por los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, acompañados por Díaz Berbel. La ciudad había quedado cerrada dos horas antes al tráfico, tomada por las fuerzas de seguridad y la Alhambra, desalojada de turistas desde las tres. Miles de granadinos se apostaron en las aceras para contemplar el paso de la comitiva hasta los palacios nazaríes, tomados por las fuerzas de seguridad españolas y de Estados Unidos. La comitiva recorrió la Alhambra y los Clinton se interesaron por la historia del Monumento, que explicó el director del Patronato, Mateo Revilla.

No hubo contacto con los periodistas porque estaba previsto así, aunque algún periodista estadounidense lo intentó en un primer momento, preguntando a voz en grito al presidente su opinión sobre los resultados de la ‘cumbre’ recién clausurada. Un silencio presidencial olímpico fue la respuesta. De todas formas, en el Patio de los Leones se había previsto un posado de los Clinton con los Reyes de España. En un rincón de aquel enclave se habían colocado fotógrafos y redactores. El presidente de EEUU se acercó fingiendo distracción y en actitud contemplativa hacia artesonados y columnas. Nadie se atrevía a preguntar, hasta que José Antonio Guerrero, redactor de Ideal, preguntó en inglés: “Mister president, ¿recordaba así la Alhambra?” Clinton esbozó una sonrisa y en inglés respondió: “Nada ha cambiado. Hasta la luz es la misma” y después, en un tono que sonó nostálgico: “Todo está igual menos yo”.

Entrega de la llave de la ciudad Entrega de la llave de la ciudad

Entrega de la llave de la ciudad

Después, cuando pasaban algunos minutos de las nueve y esperaba el Albaicín y la caída de la tarde, el momento evocador que había convencido a Clinton para venir a Granada. Allí, desde el Mirador de San Nicolás, el matrimonio tuvo unos momentos de intimidad y complicidad mientras la noche caía lentamente sobre la Alhambra y su entorno…

La gran incógnita, sin embargo, giraba en torno al mirador que realmente había cautivado al joven Clinton treinta años atrás si el de San Nicolás o el de San Cristóbal. El rumor que se extendió a los pocos días de la visita presidencial. Díaz Berbel –ya fallecido– desveló finalmente el secreto en conversación con Mohamed El-Khattat publicada en Granada Hoy: la puesta de sol que deslumbró al joven estudiante de 1968 había sido contemplada desde San Cristóbal. Fueron los servicios de seguridad de la Casa Blanca los que eligieron San Nicolás. Contra el criterio de los españoles, que preferían San Cristóbal, donde podían estacionar con mayor amplitud y seguridad los coches de la comitiva, el servicio de seguridad del presidente estimaba que en San Nicolás se podían controlar todos los accesos y ‘cerrar’ la plaza, frente a un espacio más abierto y despejado, sujeto, por tanto, a la acción de algún incontrolado en San Cristóbal. Aunque tampoco se discutió mucho sobre el punto de la contemplación porque la postal que ofrece San Nicolás se consideró más atractiva para la promoción turística posterior de la ciudad.

La visita culminó con la recepción que se ofreció a la comitiva. Los Clinton y las autoridades españolas se desplazaron a continuación al Palacio de los Córdova, donde el Ayuntamiento ofreció una cena en honor de los ilustres visitantes. Cenaron tortilla Sacromonte –que no gustó a Clinton–, gazpacho, rape, solomillo y dulces del convento de Zafra, servida por la firma granadina Flor y Nata. Curro Albaicín aportó el espectáculo flamenco final de una cena que tenía la silueta recortada de la Alhambra como telón de fondo. Una UVI móvil, con un equipo de trece médicos, estuvo en todo momento cercana y a disposición del presidente. El Rey Juan Carlos, en la espera, bromeó con los presentes: “¿Nos hacemos un chequeo?”.

Hillary Clinton firmó en el libro de honor de la ciudad Hillary Clinton firmó en el libro de honor de la ciudad

Hillary Clinton firmó en el libro de honor de la ciudad

También estuvo cercano en todo momento el ‘teléfono rojo’ de conexión directa con el Pentágono y la CIA. Se supone que, igualmente, el ‘maletín nuclear’ estuvo a mano de Clinton, aunque nadie lo vio.

Una visita, en todo caso, con efectos positivos para la promoción turística de la ciudad. “Más que veinte fitures”, como expresivamente reseñaba el alcalde Berbel. De 719.000 visitantes norteamericanos en 1996 se pasó ese 1997 de la visita de Clinton a 898.000, un ascenso del 25 por ciento que progresivamente fue aumentando hasta los atentados de 2001 a las Torres Gemelas, que provocaron una recesión mundial en el turismo. Las principales cadenas de televisión de Estados Unidos, CNN, CBS y ABC, abrieron sus telediarios con la estampa de los Clinton en la Alhambra y en las semanas, meses y años sucesivos los turistas norteamericanos llegaban preguntando por el mirador del presidente. Todo, consecuencia de las ‘cinco horas con Clinton’.

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