Carlos Boyero | Crítico de cine

“He llegado a la vejez sin freír un huevo”

Carlos Boyero. Carlos Boyero.

Carlos Boyero. / Jeosm

ESPECIE EN EXTINCIÓN. Carlos Boyero (Salamanca, 1953) se borró el Sánchez de su primer apellido por su mala relación con su padre. Con la mayoría de edad se piró a Madrid e hizo amistad con Fernando Trueba, AntonioResines, Óscar Ladoire... Desde hace cinco décadas hace críticas de cine y televisión. Ha trabajado en Diario 16, El Mundo y El País, dejando su distinguible sello y seguramente más enemigos que amigos por sus ácidas opiniones. Presenta No sé si me explico (Espasa).

–Un documental y ahora un libro de memorias... Le va a terminar dando la razón a quienes dicen que en sus críticas es más protagonista Boyero que la película.

–Siempre he sido protagonista en lo que escribo, pero no lo busco, me sale. Soy mayor para cambiar y tampoco estoy tan insatisfecho.

–Dice la editorial sobre No sé si me explico que es usted "temido" y "odiado".

–Por la calle no me insultan ni apalean. Me cuentan que me ponen a parir en las redes sociales ésas; que se diviertan constatando mi estupidez. No escribo para los que les caigo fatal.

–Ángel Fernández Santos, Antonio Gasset, Carlos Pumares... ¿Es el último mohicano?

–Ángel y Antonio fueron grandes amigos. Con Pumares no tuve relación porque no quise. Puede que yo sea una especie en extinción, pero se está prolongando porque tengo 70 años ya.

–¿El rey Carlos I del cine es Pumares o Boyero?

–No me gustaba lo que él hacía ni tampoco le veía la gracia; igual me perdí algo importante y era un individuo lleno de sabiduría y encanto.

–"El buscavidas me conmocionó". ¿Qué tiene usted de Eddie Felson?

–Ya me gustaría parecerme un poquito a Paul Newman, pero la naturaleza no me bendijo con esos dones. Sí hay algo que me identifica con el personaje y con ese mundo turbio, de ganadores y sobre todo de perdedores, pero me gustaría más que identificarme con Eddie Felson haber tenido los ojos de Newman y la pinta de ese tío que además de bello fue un actor fascinante de los que ya no quedan.

–"Luce una vasta cultura y es un faltón. ¿No es un oxímoron?", pregunté a Jiménez Losantos. Contestó: "El tío más culto de España ha sido Quevedo y era más malo que un dolor". ¿Se siente identificado con... Quevedo?

–Quevedo era un bellaco, malísimo, un peligro público; pero cómo escribía, no ya su prosa, sino su poesía. Ya me gustaría poseer la centésima parte de su talento. Iba en su naturaleza meterse en líos y yo también debo de tener esa capacidad.

–Fue un niño rebelde y le llovieron los guantazos. ¿Cuántos se ha llevado de directores o actores?

–Ninguno, aunque a algunos les hubiera gustado ejercer no sólo la violencia psicológica, sino la física, pero me he librado. Hay otras formas de amenazarte y ésas sí las sufrí, pero llevo 50 años dando la murga y está claro que no han podido.

–¿Me recomienda una película poco conocida que me cambiaría la vida?

–Las que más me gustan son conocidísimas, pero una me traspasó, es poesía pura y muy desgarradora: Léolo, de Jean-Claude Lauzon. Sólo hizo ésa porque murió.

–Pregunta políticamente incorrecta. ¿Quién ha hecho más por la industria del cine: John Ford o Harvey Weinstein?

–Por la industria del arte mucho más John Ford, un tipo sublime. Pero Harvey Weinstein produjo películas muy interesantes y entre otras cosas fue el padrino cinematográfico de Tarantino. Él y su hermano tenían criterio y una forma atractiva de abordar el cine.

"A Almodóvar le debo muchas horas de aburrimiento por su afectado, pomposo y pretencioso cine"

–La Consejería de Cultura dice que es la edad de oro del cine andaluz.

–Todas creerán de que su cine está bendecido por los dioses, pero ni idea. Habrá películas interesantes y memeces, como en todos lados. Siempre hay modas; lo viví con el cine oriental en los festivales: les dio por el cine iraní, por el tailandés, por el vietnamita. La mayoría me aburría.

–Sólo he visto una película de Pedro Almodóvar. ¿Me lapidarán sus fieles?

–Debe ser usted el único en España que sólo ha visto una película de Almodóvar porque está hasta en la sopa y ha estado siempre. Me sorprende muchísimo. ¿Cuál era?

Mujeres al borde de un ataque de nervios.

–Ah, una de las que me gustan. Qué suerte ha tenido. Me hubiera gustado sólo ver tres o cuatro de Almodóvar porque el resto... Pero me he tenido que tragar todo.

–Anímese y diga algo bonito de Almodóvar.

–¿Bonito? Es un genio de la autopromoción y tiene cierto tipo de talento, pero no el que más admiro. Le debo muchas horas de aburrimiento y de irritación al afectado, pomposo y pretencioso cine de ese genio con el que todas las actrices quieren trabajar, cosa que puedo entender, pero no me gusta su cine, sólo algunos títulos.

–¿Su guerra con la tecnología es por romanticismo, torpeza o pose?

–Torpeza total. Dicen que la tecnología favorece enormemente la vida y nadie puede vivir sin ella, pero yo sobrevivo aunque pase. Soy muy torpe para la tecnología sino para cosas elementales como freír un huevo o sacar el carné de conducir. He llegado a la vejez sin necesidad de ejercer esas actividades y no las echo de menos. Hay algo en la tecnología que me da mucho miedo.

–"Mis historias de amor no me dejaron hijos pero sí recuerdos". ¿Por qué hay tanta gente que prefiere cambiar pañales en un piso del extrarradio que irse de vacaciones a las Seychelles?

–Tengo muchos recuerdos y vivo de ellos. Pasé varias navidades en el Caribe y era muy agradable pero cambiar pañales igual también. Me gustan los bebés, pero yo sólo los acaricio, les hago reír y con eso me hacen feliz.

–Mi familia es de Salamanca Y estudié en los Escolapios...

–Hostia.

–Y me congratula decirle que me suena a ciencia ficción sus malos recuerdos de la ciudad y la institución.

–Me alegro de que los suyos sean distintos. El internado fue una pesadilla de infancia y de adolescencia. Vine con 18 años a Madrid entusiasmado y descubrí un nuevo mundo. Aquí he vivido intensamente. ¿Usted estuvo en los Escolapios de Sevilla?

–Correcto.

–Igual mandaron allí a los curas buenos y dejaron en Salamanca a los cabrones.

–Ha sido tan descarnado en sus críticas que me da que su funeral no será tan masivo como el de Big Fish...

–Que no vaya nadie, me da igual. Quedaré en la memoria de amigos.

–Ese final es muy triste.

–Puede, pero sospecho que algunos lectores van a tener memoria mía durante un tiempo. Otros darán palmas, harán una fiesta y se mamarán sabiendo que ya he desaparecido definitivamente.

–¿Cuál será su epitafio?

–En una época pensaba en una frase de una canción de King Crimson: "La confusión será mi epitafio". Ya no deseo ninguno, "desaparecer y ahora todo se acabó, baby blue", que cantaban Bob Dylan y Van Morrison.

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