Las claves
Pilar Cernuda
Las elecciones que cambiarán el mundo
Pedro Sánchez no ha querido intervenir en la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo. En su lugar, ha enviado a Óscar Puente, diputado socialista por Valladolid y ex alcalde de la ciudad castellana, un perro de presa para hacer una oposición a la desesperada, un parlamentario de cuarta fila que ha intentado sumergir la sesión bajo el barro. Para desacreditarla, aunque se desacrediten todos. Como Antonio Hernando, pero del PSOE.
A veces cómico, a veces faltón, grosero, macarra y, en cualquier caso, Puente es una persona de escaso perfil para que represente al grupo socialista en una sesión de investidura. Ha citado al narco Marcial Dorado, anterior amigo de Feijóo, al libro Fariña, sobre el narcotráfico gallego y los ha agitado en la coctelera con todos los zascas que a cualquier cuñado se le ocurriría en la cafetería del Congreso. Sujétame el cubata. Y eso no es lo peor.
En contra de lo que ha sido habitual, Pedro Sánchez, líder del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, no ha querido intervenir en el turno destinado a su grupo. Su estrategia ha sido la de minusvalorar una sesión que está llamada al fracaso, porque el candidato del PP no obtendrá los votos necesarios, pero la táctica empleada con perrazo Puente no sólo ha sido de mal gusto, sino que viene a socavar un poco más el valor de la política parlamentaria. Una vez escuchado a Puente, ¿cuál sería el siguiente paso? ¿Cavar trincheras bajo las mesas de las taquígrafas? ¿Escupir al candidato?
Óscar Puente ha contestado a Feijóo con un discurso destinado a desacreditarlo pero de tono tan grueso que ha comprometido al propio presidente del Gobierno en funciones y próximo aspirante en otra sesión de investidura. Dopado por la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que le ha permitido diez minutos de más, la bancada del PP ha contestado al unísono al grito de "cobarde, cobarde, cobarde" contra el presidente del Gobierno. "He escuchado insultos", se ha sorprendido Armengol, a quien la sesión ha estado a punto de írsele de las manos.
Pedro Sánchez se pasa de frenada. Él está tan legitimado como Feijóo para ser presidente del Gobierno si obtiene los votos necesarios en el Congreso, pero la euforia de su gesta el 23 de julio no le puede hacer olvidar que fue el segundo más votado y que está a 16 diputados de la cifra obtenida por el aspirante del PP.
Feijóo ha tildado de "anomalía" la falta de comunicación entre los dos grandes partidos, un desencuentro que cada día va a peor, que es grave, pero que no es tan extraña si pensamos qué está ocurriendo en Estados Unidos, donde a republicanos y demócratas sólo les queda comenzar a cavar la trinchera.
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