Crítica del Festival de Música y Danza de Granada

Perianes celebra a Fortuny y Madrazo

  • El Festival, de las manos de un sublime pianista onubense, rinde homenaje al artista granadino en el 150 aniversario de su nacimiento

Perianes celebra a Fortuny y Madrazo

Perianes celebra a Fortuny y Madrazo / Fermín Rodríguez/Festival (Granada)

El pasado 11 de mayo, justo cuando se cumplían 150 años del nacimiento en la Alhambra de Mariano Fortuny y Madrazo, en 1871, se presentaba en un engalanado Carmen de los Mártires el Universo Fortuny, una compilación de actividades que desde durante todo este 2021 servirán para dar a conocer la figura de este genial granadino. Fortuny fue pintor, fotógrafo, inventor, creó mitos como la cúpula Fortuny, que se utilizó para iluminar los mejores teatros de ópera de Europa, la lámpara Fortuny o vestidos como el mítico Delphos, que inspirándose en la Grecia clásica, constituyó una de las prendas más cotizadas de la época. Es una figura, como vemos poliédrica de la que Granada tiene mucho que decir.

Ese mismo día, se hizo especial hincapié, ante un público que representaba todas las administraciones y entidades empresariales y culturales de la ciudad, que el Festival dedicaría un homenaje a esta efeméride. Javier Perianes, hombre meticuloso, estudioso, inquieto y brillante, sin entrar es su faceta de pianista, recibió meses antes un dossier en torno a la figura de Fortuny. Ahí se podía leer sobre su vida, sus aportaciones, inquietudes, fuentes de inspiración y también sobre su familia, sobre su madre y su padre y todas sus aportaciones artísticas y culturales, o sobre sus abuelos, uno Director del Museo del Prado, otra una experta musical y gran melómana. A partir de ahí, la noche de ayer.

Javier Perianes, presentó en el Patio de los Arrayanes ayer El amor y la muerte, era su propuesta a la invitación del Festival Internacional de Música y Danza con motivo de homenajear a Fortuny, y todo discurrió a pocos metros de donde nació Mariano Fortuny, en una época donde pasear la Alhambra era algo natural, sin ninguna restricción, por lo que no sabemos la de veces que el propio Mariano pudo andar por el patio que ayer se estremecía con la interpretación de Perianes. Eso, sin duda, es digno de elogio, dignifica nuestra historia y genera momentos únicos, y todo ello en torno al arte y la cultura, y a Granada, con lo que es motivo de congratulación.

El programa que presentó Perianes tenía algunas cuestiones obvias y otras que obedecen a su propia visión de Fortuny, de esa época, o de su particular universo y de cómo Javier quiso celebrarlo. A partir de ahí, mucha libertad para interpretar el sentido del programa, que también se trata de eso, y sobre todo, de disfrutar de uno de los prodigios de este instrumento, el piano, que tanta felicidad y admiración genera entre el público. Tampoco se trata de desgranar el sentido de cada pieza, pues sería querer pontificar sobre una elucubración más, y como digo, se persigue dejarse llevar por la música y por estas dos propuestas que siempre rondarán nuestras vidas, el amor y la muerte.

La figura central fue Granados, solo cuatro años mayor que Fortuny, que además con su obra daba título a todo el programa El amor y la muerte, antes Beethoven y Chopin, exuberantes, preciosistas e imponentes. Después de Granados, Liszt y Wagner (la obra de Wagner pero transcrita por el propio Liszt), dos de los autores que más admiró Fortuny. Finalmente dos propinas.

Fue una noche muy especial, Javier Perianes, cómodo e inmenso, tocaba ante un reflejo del agua de .<-. La Alhambra, Granada, los Arrayanes, Venecia…el amor y la muerte… y el amor.

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