Crítica del Festival de Música y Danza de Granada

La magia del mítico Antonio Ruiz Soler

  • El Patio de los Aljibes fue el escenario para el estreno del Ballet Flamenco de Andalucía, un encargo del Festival de Música y Danza para conmemorar la edición del año 52

La magia del mítico Antonio Ruiz Soler

La magia del mítico Antonio Ruiz Soler / Jesús Jiménez Hita (Photographers) (Granada)

En la noche del miércoles 23, el Festival estrenaba su encargo al Ballet Flamenco de Andalucía, que se repetirá esta noche. Se trata de una recreación de la noche del 17 de junio de 1952, año en que nace el Festival y actuación que maravilló al público. Antonio y su pareja de escenario, Rosario, lograron una mítica actuación en este mismo Patio de los Aljibes de la Alhambra. Antonio no obstante, eran una sensación descomunal en el mundo del espectáculo desde su presentación en 1940 en el Waldorf Astoria de Nueva York y en Granada protagonizó una noche única para el arte en el Patio de los Aljibes.

En ese sentido, hay que aclarar que el Teatro del Generalife se construyó un par de años después de esa actuación, de ahí haber escogido, con riguroso historicismo, el lugar de ayer. En ese sentido, es siempre un placer rememorar las grandes citas y eventos en el lugar original, aunque no es menos cierto que la noche de 1952 fue una pareja de baile la que protagonizó el espectáculo y ayer fueron cinco las parejas del Ballet Flamenco de Andalucía.

Fue una noche para la historia y la actualidad del Ballet Flamenco de Andalucía

El espectáculo se dividió en tres bloques, todos ellos perfecta y elegantemente engarzados: Danzas boleras. Los chavalillos sevillanos era el primero. En él, asistimos a otra labor de documentación digna de felicitar, pues se ofreció una de las coreografías originales que compusieron en su día esta actuación de Antonio Ruiz Soler. Así, el dúo formado por Ana Almagro e Isaac Tovar, cual Rosario y Antonio, nos deleitaron con la coreografía de Antonio y la música de Isaac Albéniz.

El segundo bloque lo conformó El sueño americano, en el que con coreografías de Úrsula López y Alejandro Molinero, se fueron recreando cuatro preciosos episodios: Albaicín, Triana, Asturias y el Puerto. En la segunda pieza, el público –que ya había irrumpido en aplausos en algunos momentos– ovacionó el baile de Molinero, Tovar y Orellana y la música de Isaac Albéniz, que interpretó maravillosamente María Marín a la guitarra.

El último bloque dejó atrás la escuela bolera y caminó entre el flamenco y las música populares. Aquí el Ballet Flamenco de Andalucía brilló a lo largo de los cinco apartados, en los que se alternaron la caña, las alegrías y los jaleos o los verdiales. Bien es verdad que no se recreó la que era una de las obras más queridas por Antonio y Rosario y sobre todo por el público que llenaba cada una de sus actuaciones, el Zapateado de Sarasate, pero fue un apartado en el que Úrsula López desplegó su talento.

La de ayer fue una noche para la historia y la actualidad de nuestro Ballet Flamenco Andalucía, en la que se recordó el inicio del Festival, y en la que también, ahí sentados, en la Plaza de los Aljibes, y con ese embrujo único de nuestra ciudad, comienza a atisbarse otra fecha grabada en la historia, 1922.

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