Un mar con esencia francesa
Daniel Harding debuta con honores en el Festival de Granada al frente de la Orquesta y Coro de la Academia de Santa Cecilia
El Lago de los Cisnes según Preljocaj

Granada/El Festival Internacional de Música y Danza de Granada acoge por primera vez a la Orchestra e Coro dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia, bajo la batuta del británico Daniel Harding, flamante nuevo director titular de la institución romana. El imponente Palacio de Carlos V sirvió de escenario para su primer concierto dentro de la presente edición del Festival, con dos de las obras más representativas del impresionismo musical francés: La mer de Claude Debussy y Daphnis et Chloé de Maurice Ravel, interpretadas con una precisión técnica y un refinamiento sonoro que rozaron lo sublime.
En este viaje simbólico del mar al amanecer —una trayectoria emocional más que geográfica— Harding demostró su capacidad para modelar la orquesta como un instrumento vivo y obtener un sonido claro y preciso. Su enfoque se aleja de los excesos dramáticos para abrazar una poética del detalle, donde cada frase musical respira y cada timbre se sitúa en un equilibrio orgánico. En este sentido, Harding extrajo de la orquesta romana un sonido natural, íntimo incluso en sus momentos de mayor expansión, que permitió desplegar la narrativa de cada obra con claridad y maestría interpretativa.
En La mer de Claude Debussy, los tres movimientos fueron abordados con una fluidez ejemplar. La primera parte, De l’aube à midi sur la mer, emergió con una transparencia tímbrica que permitía seguir cada línea melódica en su diálogo con el entorno armónico. En Jeux de vagues, la orquesta alcanzó uno de los momentos de mayor sofisticación: juegos de dinámicas y ataques precisos crearon esa ilusión de constante movimiento que define la partitura. El clímax llegó con Dialogue du vent et de la mer, donde Harding no buscó el dramatismo externo, sino una especie de catarsis interior, una tormenta sublimada. Mención aparte merece el papel del concertino solista Carlo Maria Parazzoli, cuya musicalidad y sensibilidad aportaron una dimensión lírica insólita al tejido orquestal.
Festival de Granada: Orchestra e Coro dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia
Programa: Claude Debussy, La mer, trois esquisses symphoniques pour orchestre; Maurice Ravel, Daphnis et Chloé.
Orchestra e Coro dell’Accademia Nazionale di Santa
Director: Daniel Harding
Director del coro: Andrea Secchi
Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 06 de julio de 2025
Clasificación: 5 estrellas
La segunda parte del concierto fue aún más deslumbrante, con la interpretación completa de Daphnis et Chloé de Maurice Ravel, de quien se conmemora el 150 aniversario de su nacimiento. La versión ofrecida, sin el soporte coreográfico para el que fue concebida, ganó aquí un sentido sinfónico pleno, como ya había anticipado el propio Ravel. Desde la Introduction et danse religieuse hasta la embriagadora Danse générale: Bacchanaie que cierra la obra, Harding logró una continuidad expresiva que mantuvo al público en un estado de expectación constante. En esta “sinfonía coreográfica”, el equilibrio conseguido entre masas sonoras, planos tímbricos y ricas texturas fue magistral. El Coro dell’Accademia Nazionale di Santa Cecilia, preparado por Andrea Secchi, se transmutó en un poderoso instrumento dentro del amplio tejido orquestal, y ofreció una actuación impecable, siempre presente como una niebla sonora que completaba el paisaje sin interferir en él.
Sin duda hay que mencionar a los vientos madera, y en particular la flauta travesera de Adriana Ferreira, que brilló dentro de la sección con luz propia. En Lever du jour, la flauta desplegó una melodía de belleza casi irreal, suspendida sobre una orquesta que sugería, más que ilustraba, la llegada del día. En la Pantomime, la protagonista volvió a ser la flauta, que asumió el papel de Syrinx con un fraseo hipnótico, de una ternura casi dolorosa. A todo ello se sumó el perfecto empaste de las cuerdas, que ofrecieron un soporte armónico aterciopelado y flexible, rico en matices y dinámicas. Las arpas, cuidadosamente integradas, añadieron destellos sutiles y envolventes. Y en los momentos de mayor plenitud sonora, los metales y la percusión aportaron pinceladas de carácter con una rotundidad controlada, subrayando el dramatismo sin sobrecargarlo.
No menos impresionante fue el tratamiento de los crescendi, especialmente en la Danse guerrière y en la Bacchanaie final, donde la orquesta mantuvo una precisión rítmica y una cohesión tímbrica digna de las mejores formaciones europeas del momento, que permitieron a Harding dosificar la energía hasta un final dionisíaco y luminoso. La claridad de las secciones, su empaste, y la forma en que respondieron a las indicaciones del director hicieron palpable la acertada comunión entre Harding y sus músicos.
Este concierto no fue solo un despliegue de virtuosismo, sino una lección de cómo la música puede narrar, sugerir y emocionar sin necesidad de artificios. En el contexto de un Festival que valora tanto la excelencia como la experiencia estética, la visita de la Orquesta y Coro de Santa Cecilia ha sido muy bien acogida. La dirección precisa y efectiva de Daniel Harding en su primera temporada con la orquesta romana presagia en el futuro paisajes sonoros tan bellos como los que nos regaló esta noche de Festival en Granada, bajo el patrocinio de Fundación “La Caixa”.
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