Crítica

Una visita al pasado granadino

  • La Catedral resonaba con las voces del grupo Schola Antiqua, que recreó con precisión y rigor histórico un oficio solemne de comienzos del Renacimiento.

Un momento del recital

Un momento del recital / Antonio L. Juárez / Photographerssports

La Catedral de Granada fue el escenario de la interpretación, en el marco del Festival de Música y Danza, de un oficio histórico: los Maitines del Oficio de la toma de la ciudad, que en su momento escribiera Fray Hernando de Talavera, su primer arzobispo. El templo metropolitano resonaba con las voces del grupo Schola Antiqua, dirigido por Juan Carlos Asensio, que recreó con precisión y rigor histórico lo que sería un oficio solemne como este a comienzos del Renacimiento.

El Oficio para la toma de Granada fue creado por Fray Hernando de Talavera en el año inmediatamente posterior a la conquista de Granada. Este jerónimo hombre de letras, confesor y consejero de Isabel de Castilla, fue nombrado primer arzobispo de Granada. En el desempeño de este cargo se preocupó especialmente por la integración en el Reino de Castilla de los ciudadanos musulmanes que, con la condición de convertirse a la fe católica, permanecieron en la ciudad. Aprendió su lengua para poder predicar y explicarles el Evangelio, realizó catecismos en ambas lenguas y propició el bautismo entre sus nuevos feligreses, según lo que se esperaría de una nueva sede dentro de los reinos cristianos.

Entre sus preocupaciones estuvo también la de dotar a la nueva Iglesia de Granada de un organigrama y de un ceremonial apropiado, dentro de cuya actividad se enmarcaría la creación de este rito. En realidad, el papel de Fran Hernando fue más el de adaptar música existente a los textos del nuevo rito que propiamente el de compositor, tal como hoy lo entendemos. De este modo, definió un oficio en canto llano para las capitulaciones de Granada, que pronto fue elevado a fiesta mayor en todo el territorio de la corona española. Su celebración se fijó el día 2 de enero, o en su defecto el primer domingo tras la Circuncisión.

Cinco siglos después el grupo Schola Antiqua devuelve a la vida este oficio de maitines, con diez voces masculinas dispuestas en semicírculo en el altar mayor de la Catedral. Su director, Juan Carlos Asensio, situado en el centro, marcó como era costumbre en la época el tactus, con movimientos que no solo indican el ritmo prosódico de la música, sino que además orientan sobre el sentido de la melodía. Él mismo y otros miembros de la formación actuaron como solistas para los versos iniciales de varios cantos, así como para los versos de los salmos, según la costumbre de la época. En este sentido, el rigor interpretativo, unido a la calidad vocal de esta formación pionera en la recuperación de la música medieval hispana, garantizaron una versión fiel y de calidad del oficio.

Juan Carlos Asensio explica en las notas al programa cómo se ha basado en la copia del oficio conservada en el archivo histórico de la Iglesia Parroquial de Santa Fe, antiguamente colegiata. Esta es la única versión con música conservada, por completo, junto a la versión de los textos que se preserva en el Archivo de Simancas. Se han suprimido las lecturas en la recreación del oficio para no hacerlo excesivamente largo. Por lo demás, las distintas antífonas, responsorios y salmos se interpretaron conforme a la edición facsímil de Santa Fe.

El director se ha basado en la copia del oficio conservada en el archivo histórico de la Iglesia Parroquial de Santa Fe

La entrada se realizó en procesión desde la sacristía mientras se interpretaba Regem triumphatorem, como era habitual en los cantos de introito, seguido del himno Sacris sollemnis, originalmente para la fiesta del Corpus Christi pero adaptada por Fray Hernando para este rito. Ya en el altar, se interpretaron los tres nocturnos de maitines, compuesto cada uno por tres antífonas, un versículo y tres responsorios. En las horas mayores, como son los maitines, las antífonas suelen seguir el orden de los ocho modos eclesiásticos; como este oficio tiene tres nocturnos, con tres antífonas cada uno, para la última se repite el séptimo modo.

La limpieza de las voces de Schola Antiqua y su perfecta dicción del texto hicieron perceptible la funcionalidad litúrgica de este repertorio, ya que, como decía San Agustín, quien reza cantando reza dos veces. La inclusión de algunos cantos usados anteriormente revelan una intencionalidad semántica. Así, el contrafactum de Hodie Nobis, responsorio de Navidad, pone de relevancia la importancia que Fray Hernando daba a esta festividad, o el uso del responsorio Cantemus Domino, originalmente destinado a agradecer la victoria del pueblo hebreo frente a los egipcios, sin duda es una referencia a la victoria de los reyes cristianos frente al último reducto de lo que fue Al Andalus, a la vez que se daba gracias por haberlo hecho sin derramamiento de sangre.

Dos miembros de Schola Antiqua Dos miembros de Schola Antiqua

Dos miembros de Schola Antiqua / A. L. Juárez / Photographerssports

La interpretación no siempre se hizo en estricto canto llano, sino que en varias ocasiones se utilizaron fabordones a dos voces, sobre todo en fórmulas de recitación y algunos salmos; esta práctica de ornamentación era habitual en la época, y fue introducida con buen criterio por el director. La perfecta colocación de las voces, timbradas y empastadas, así como la ausencia de elementos interpretativos ajenos al repertorio, unidos a una gestualidad y disposición de criterios historicistas, fueron el sello de calidad de esta formación. En un perfecto contexto musical y en un espacio inigualable nos hicieron partícipes de la recuperación de un repertorio que durante siglos ha permanecido escondido en los entresijos de la historia.

La falta del responsorio final en el tercer nocturno fue suplida muy oportunamente por el director de Schola Antiqua por un Te Deum laudamus, un canto festivo que solía incluirse en solemnidades especiales, como sin duda tuvo que ser para los Reyes Católicos la celebración de la Reconquista de Granada y la unificación del territorio peninsular bajo sus coronas. Este canto de gracias, unido a la bendición Benedicamus Dominus, sirvió de perfecta conclusión a una música que nos transportó, por unos momentos, a otra época y otro estilo. La formación se despidió repitiendo el himno Sacris sollemnis mientras realizaba la procesión de salida hacia la sacristía de la Catedral. Esta es la magia del Festival de Granada, que a través de interpretaciones de la más alta calidad ofrece a su público lo mejor de la historia de la música.

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