Granada año a año
  • Un piloto americano consiguió aterrizar con un avión en una zona nevada del Picón de Jérez y salvar a todos los viajeros

  • Ese año murieron Apperley, Víctor Escribano García y Leopoldo Torres Balbás, tres hombres que merecen el recuerdo de los granadinos

1960: El año en que por primera vez un granadino gritó ¡gooool! delante de una tele

Un equipo de TVE filma un documental sobre Sierra Nevada en 1960. Un equipo de TVE filma un documental sobre Sierra Nevada en 1960.

Un equipo de TVE filma un documental sobre Sierra Nevada en 1960.

Domingo 16 de octubre de 1960. Juegan el Real Madrid y el Sevilla y el partido será televisado. Pero en Granada aún no ha llegado la televisión y nadie podrá verlo. A menos que…

Tras el fiasco en 1958 de captar las emisiones de televisión a través de una antena receptora puesta en el Veleta, tres granadinos se empeñaron dos años después en fabricar un televisor y localizar un sitio en el que se pudiera atraer las ondas electromagnéticas sin necesidad de irse tan arriba. Ya se veía la televisión perfectamente en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y otras capitales españolas, pero no en Granada. Los tres hombres dispuestos a probar su invento eran el perito industrial Antonio Moles Baena, el técnico José Olmo Fernández y el aficionado Antonio Moles Sánchez. José había fabricado un aparato a base de primitivos sintonizadores, tubos catódicos y una pantalla. Lo habían probado una vez y había fallado. Pero no estaban dispuestos a darse por vencidos. Estudiaron los emplazamientos para una buena recepción y concluyeron que Gójar era un buen lugar porque allí las montañas, según sus estudios topográficos, no podían interceptar las ondas. Los anhelantes pioneros montaron la antena en la casa de un vecino llamado Enrique Gómez. Fue allí donde pudieron ver el partido entre el Real Madrid y el Sevilla y cuando Antonio Moles, aficionado al Real Madrid, se convirtió en el primer hombre en Granada que gritó ¡gooool! delante de una pantalla de televisión.

Al día siguiente estaba todo el pueblo de Gójar intentando entrar en la casa en donde estaba el invento. Las primeras emisiones fallaban mucho. La imagen se iba cada dos por tres. Hasta que no se inauguró una antena en la Sierra de Lújar en 1964, los granadinos no pudieron tener unas imágenes medio decentes de los programas que se emitían desde Madrid. La cosa mejoró con la instalación del repetidor de Parapanda en 1968 y hasta 1977 no se pudo ver en Granada la segunda cadena, la UHF. Ahora hay tantas y tan inútiles que echamos de menos los tiempos en los que solo había dos. O ninguna.

Granada se embellece

Al comenzar la década de los sesenta Granada se acercaba a los 160.000 habitantes. Con los pueblos cercanos del Área Metropolitana se rebasaban los 220.000. Granada se expandía. Los nuevos barrios del Zaidín, la Chana, Nuestra Señora de la Victoria, Nuestra Señora de las Angustias y Haza Grande hacían crecer la ciudad. Pero a la vez también aumentaba el paro, la emigración y todos aquellos signos que hacen pensar que somos capaces de crecer en todos los sentidos. Las autoridades granadinas comienzan a pensar en que hace falta un polo de desarrollo de esos que Franco iba repartiendo por toda España. Y le rezan a la Virgen de las Angustias para que eso sea posible.

Plaza del Triunfo recién inaugurada. Plaza del Triunfo recién inaugurada.

Plaza del Triunfo recién inaugurada.

En 1960 el diario Patria cumple 25 años y se coloca la escultura de la Virgen de las Nieves –del escultor López de Burgos– en el picacho del Veleta. Pero casi todas las noticias de ese año van relacionadas con las obras urbanísticas que se están llevando a cabo en la capital. Después de tantas penurias, ya es hora de embellecer la ciudad que alberga un monumento nazarí único en el mundo. A finales de agosto, el Ayuntamiento acordaba la adquisición de los edificios que habrían de ser derribados para la plaza que resultaba de la ordenación viaria de la prolongación de la Gran Vía y su enlace con la calle Pavaneras y Reyes Católicos. Entre ellos el viejo edificio de Correos, el hotel Internacional, el Banco de Bilbao y el inmueble donde se ubicaba la popular Agrupación Álvarez Quintero. Se hablaba por primera vez de una plaza de casi 50 metros de fondo y otros tantos de ancho, en cuyo centro se erigiría un monumento o una fuente. Aún no se había decidido trasladar allí el monumento de Isabel la Católica y Cristóbal Colón. El otro extremo de la Gran Vía también resultaría remodelado totalmente. El 8 de diciembre festividad de la Inmaculada Concepción cuyo monumento la presidía, se inauguró la plaza del Triunfo. Antes de la inauguración hubo una polémica –¡cómo no!– relacionada con el color de la luz de la fuente luminosa, que fue diseñada por el arquitecto Buhigas. Resulta que el alcalde defendía que la iluminación de la fuente tuviese varios colores, cambiantes con el juego de los surtidores, mientras que el entonces concejal Antonio Gallego Morell se oponía, al considerarla más bonita y "más fina" solo con la luz blanca. Prevaleció el juego cromático por lo que aquella noche, con la fuente iluminada de colores y el despliegue de cohetes y bengalas desde el mirador de la carretera de Murcia, se justificaba el calificativo de "magno acontecimiento" que le adjudicaba el periodista de turno. Desde aquel día muchos granadinos de la provincia que venían a la capital lo primero que hacían era visitar la nueva plaza del Triunfo, un sitio amplio para pasear, descansar y comerse el bocadillo.

Pero aún faltaría una reforma urbanística importante. En 1960 la calle Recogidas se convierte en el enlace directo entre el centro de la ciudad formado por el eje de Puerta Real, Reyes Católicos y Ganivet, y el Camino de Ronda. También se convierte en la zona de viviendas de mayor atractivo para la más acomodada burguesía local, a la vez que una importante zona comercial. Una nueva iluminación en numerosas calles daba otra vida a la ciudad y aumentaba sus incentivos como centro turístico.

Repartidores de leche

El 23 de marzo de 1960, por razones higiénicas y sanitarias, el suministro de leche ha de hacerse a través de las centrales lecheras. Es la norma que saca el Gobierno para evitar las enfermedades relacionadas con el consumo de leche sin pasteurizar. También para evitar abusos como el añadido de agua a tan importante alimento. En Granada se había instalado ya UNIASA, la empresa de Puleva. Así que es a esta central lechera a la que se le concede la potestad de higienizar toda la leche destinada a la población. Había nacido la profesión de repartidor de botellas leche.

Autorretrato de Appeley. Autorretrato de Appeley.

Autorretrato de Appeley.

Ese año se inaugura el cine Madrigal, el único que queda de todos aquellos entrañables locales que funcionaron durante esa década y la siguiente en Granada. También ese año una mujer consigue acertar una quiniela de catorce en la capital. Al parecer, los que entendían de fútbol eran los hombres, pero las que acertaban en las quinielas eran mujeres. Y, en el capítulo de sucesos, se desplomaron en abril cuarenta cuevas del barranco de Puente Quebrada, en Camino del Sacromonte. Murieron tres personas adultas y tres niños. Siempre que sucedía un derrumbe de estas infraviviendas aparecía algún político prometiendo casas decentes para los más pobres de Granada, pero la realidad se transformaba de inmediato en la escoria de la ilusión.

1960 fue un año de muchas muertes que lamentar por parte de los granadinos. En Tánger murió el pintor Owen Apperley, que tanta relación había tenido con Granada. El artista inglés vino de visita a la capital de la Alhambra y se quedó casi 16 años. Aquí maduró como artista, aprendió a plasmar los colores que le ofrecía la ciudad, se casó con una granadina, tuvo dos hijos y se compró un carmen justo al lado de la plaza de San Nicolás, que ahora ha sido remodelado y puesto en alquiler por una empresa que se dedica a estos menesteres.

Leopoldo Torres Balbás Leopoldo Torres Balbás

Leopoldo Torres Balbás

También murió Leopoldo Torres Balbás, arquitecto restaurador y autor de varias obras sobre arquitectura, además de arqueólogo y amigo de Manuel de Falla. A él le debemos los granadinos en gran medida la Alhambra que conocemos hoy en día. Su labor, rigurosa y sensible, acabó con la tradición de restauraciones fantasiosas y destructivas de las décadas anteriores. Torres Balbás restauró el Mexuar, el Patio de los Leones y el de la Alberca, y entre otras intervenciones creó la nueva entrada a la Casa Real y reestructuró el Partal con unos jardines a partes iguales herederos de las tradiciones andalusí y clásica. Además de todo esto inició un programa de recuperación del Palacio imperial de Carlos V con destino a ser museo. Fue siempre tachado de ‘rojo’ porque se había divorciado y porque reformó el trascoro de la Catedral. Torres Balbás se encargó de adquirir, restaurar y salvar de la piqueta el Bañuelo, el Corral del Carbón, la Casa del Chapiz, Daralhorra y la Casa de los Girones. Tuvieron que pasar muchos años para que Granada reconociera la labor tan importante de este hombre.

También muere en 1960 el médico y catedrático de Anatomía Víctor Escribano García, amigo personal de su paisano burgalés el Padre Manjón, al que ayudaría en su proyecto de creación de las Escuelas del Ave María. El doctor Escribano llegó a ser decano de la Facultad de Medicina, fue diputado provincial y promotor del periódico Ideal de Granada. Junto a los doctores Federico Olóriz y Benito Hernando, fue un gran benefactor y propagandista de las Escuelas del Ave María. Una calle del barrio de los doctores, junto a la Plaza de Toros, lleva su nombre. Otro médico, el linarense Emilio Muñoz, sería nombrado ese año rector de la Universidad de Granada, pero de él ya hablaremos cuando se construya dos años después el Campus Universitario.

Accidente de avión en el Picón de Jérez

Muchos de ustedes se acordarán. En 2009 se habló bastante de un avión averiado que pudo aterrizar en el río Hudson gracias a las pericias de un capitán de vuelo llamado Chesley Sullenberger. Su hazaña permitió que todos los pasajeros del avión resultasen ilesos. De él hasta se ha hecho una película. En 1960 pasó algo parecido cuando un comandante que pilotaba en avión americano consiguió un aterrizaje forzoso y totalmente inesperado en las nieves de un paraje del Picón de Jérez, en el macizo de Sierra Nevada. Podrían haber muerto los 24 pasajeros, marines americanos que se dirigían a la base de Rota, pero nadie murió. La tragedia solo se consumó para uno de los tripulantes que quedó inválido y para un vecino que fue herido por un disparo accidental de un guardia civil nervioso mientras se preparaban para ir al rescate de los tripulantes del avión.

Avión accidentado dos meses después del suceso. Avión accidentado dos meses después del suceso.

Avión accidentado dos meses después del suceso.

Según Carlos Jaldo, principal cronista de aquel suceso, nunca en toda la historia de la aviación se ha estrellado un avión a 2.600 metros de altura y se han salvado todos sus pasajeros. En el pueblo hasta se improvisaron canciones con letras aludiendo al suceso: Al pie de Sierra Nevada/un aparato cayó/eran todos americanos/que pedían salvación. Ocurrió el 8 de marzo de 1960, cuando un cuatrimotor tuvo que aterrizar de emergencia en el citado lugar. La espesa niebla y una fuerte ventisca habían tenido mucho que ver. En el impacto el avión perdió un ala y los pasajeros quedaron todos heridos de distinta consideración, aunque la mayoría leves. Y todo eso en mitad de un paisaje nevado desconocido y sin equipamiento. Fue entonces cuando los dos pilotos intentaron bajar por la nieve hasta el pueblo y conseguir que el personal supiera que había personas heridas esperando a ser rescatadas. Los equipos de rescate, que fueron muchos y muy variados, subieron y se bajaron a todos.

Militares bajan uno de los heridos_ Militares bajan uno de los heridos_

Militares bajan uno de los heridos_

Los americanos, siempre tan patriotas y dispuestos a corresponder por lo que se hace por la nación, agradecieron a Jérez del Marquesado y a sus vecinos el comportamiento que habían tenido con los marines heridos. Pocas semanas después empezaron a llegar al pueblo cargamentos de víveres y de ropa donados por Estados Unidos como gratificación por los esfuerzos vecinales. Hasta el embajador de EE.UU. Jhon Devis Lodge visitó el pueblo con una delegación de compatriotas. Los habitantes de Jérez se comportaron como tenían previsto hacerlo los vecinos de Villar del Río en la película de Bienvenido Míster Marshall. Tanta simbiosis hubo entre los jerezanos y el embajador que cuando éste se fue, ya tenía su mote: Don Juan. Don Juan permitió que los vecinos se quedaran con el avión accidentado y el municipio lo vendió al Gobierno por un total de 1.180.000 pesetas. Con ese dinero el pueblo arregló el campanario y permitió la traída del agua corriente. Lo que nunca se aclaró es para qué quería el Gobierno español tanta chatarra americana.

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