1967: El año en el que el deporte más practicado era “correr delante de los grises”
Granada año a año
En Cádiar cuatro vecinos hacen el 'milagro' de convertir el agua de una fuente en vino
Muere el fotógrafo Manuel Torres Molina y el ingeniero Emilio Herrera Linares y Juan de Loxa crea el programa 'Poesía 70'
1966: El año en el que se demolió el Teatro Cervantes y el Granada subió a Primera
En 1967 la protesta llegó a convertirse en una moda. Se protestaba por todo: por la guerra del Vietnam, contra la muerte del Che Guevara, contra la falta de libertades, a favor de los derechos humano y, cómo no, contra la dictadura franquista, que al final de ese año declaró el estado de excepción. En Granada los estudiantes se movilizaron en el Palacio de las Columnas –cuando era Facultad de Filosofía y Letras–, en la Facultad de Medicina y en el edificio central de la Universidad, compartido por los cursos de Derecho y Ciencias. Eran los tiempos en los que se comenzaba a practicar un deporte llamado "correr delante de los grises", del que muchos han presumido después sin haberlo practicado ni una sola vez. La Universidad, con sus diez mil estudiantes y su creciente ampliación de ramas y secciones (ese año, por ejemplo, se crea la sección de Geología), es una realidad en la vida de la ciudad y vive en esos años momentos de cambio en sus estructuras. Y eso lo hacen notar los estudiantes. Algunos estudiantes.
Pero en la Universidad también hay ese año coyuntura para la calma y las celebraciones. En marzo coinciden en Granada dos premios Nobel: Severo Ochoa y Carl F. Cori, a quienes habían nombrado doctores honoris causa. Aprovecharon la ocasión con motivo de la celebración en la capital de la Alhambra del Congreso Nacional de Bioquímica. Junto a los premios Nobel vino el profesor Luis F. Leloir. La propuesta para el nombramiento y el apadrinamiento de los homenajeados corrió a cargo de un joven catedrático de la Facultad de Farmacia llamado Federico Mayor Zaragoza, que iniciaría una brillante carrera política un año más tarde al ser nombrado, inesperadamente, rector de la Universidad de Granada. Mayor Zaragoza fue ministro de Educación y Ciencia en 1981 y director de la Unesco entre 1987 y 1999.
Poesía 70
También van cambiando las actividades culturales. Atrás van quedando los juegos florales y se avecina una nueva forma de ver el mundo a través de la música y la literatura. Los amantes de la lectura piden en las librerías Cien años de soledad, novela que acaba de publicar García Márquez en Buenos Aires. El libro se podía encontrar en las librerías Padeia, Europa, Don Quijote, Ventura, Continental, Prieto, Bayer… En las discotecas y guateques suena mucho el disco 98.6 de Los Ángeles, que arrasa entre la juventud. Y el cante flamenco empieza a ser valorado. Juan de Loxa crea en 1967 en Radio Popular (actual Cope) el programa Poesía 70, que tanta repercusión va a tener en el mundo cultural granadino y en donde la música y la poesía se iban a dar la mano. Fue en ese programa en donde leyeron sus primeros poemas Luis García Montero, Álvaro Salvador, Javier Egea, Antonio Carvajal, Antonio Enrique, José Carlos Rosales, Luis Eduardo Aute o Justo Navarro, por nombrar unos cuantos. La voz dulce y melodiosa de genial rapsoda la ponía Elodia Campra. El programa tuvo tanto éxito que en 1982 obtuvo el premio Ondas. Un año después de la creación del programa radiofónico, Loxa y Claudio Sánchez Muros crearon una revista con el mismo nombre, revista que será devorada y comentada por los aspirantes a poetas y literatos en sus reuniones en el Bimbela, bar mítico en aquellos años sesenta. Sus páginas, en palabras de Fernando de Villena, "derribaron muchas ideas caducas, no sólo en el ámbito literario, y trajeron una brisa de novedad y aventura en unos años aún de fotografía en blanco y negro". Pero es que un año más tarde, en 1969, apadrinados por Juan de Loxa aparece el llamado Manifiesto Canción del Sur, en donde dan sus primeros pasos músicos y nombres tan significativos como Carlos Cano, Enrique Moratalla, Miguel A. González, Raúl Alcover, Esteban Valdivieso, Juan Titos, Nande Ferrer y Antonio Mata. Juan de Loxa se convirtió así en el referente cultural más importante de esos años.
Nace Mercagranada y el Tiro de Pichón
La vida económica de la ciudad también tiene sus cambios, como es lógico. Ese año se inauguran las nuevas instalaciones deportivas de la Real Sociedad de Tiro de Pichón, situadas cerca del pantano de Cubillas. También nace como sociedad anónima Mercagranada tras la firma del convenio entre el Ayuntamiento y la Comisaría General de Abastecimiento. El alcalde de Granada, Manuel Sola, le echó un pulso al ministro de Comercio a la hora de conseguir que hubiera en la cuidad de la Alhambra un gran mercado y un matadero regional. En ese momento el criterio del Gobierno era apoyar que las inversiones estatales fueran para las provincias cuyo nivel de renta ofreciese un 'factor multiplicativo' que generase más riqueza. Como Granada –vino a decir el alcalde– estaba posicionada en el penúltimo lugar de la renta per cápita española, su factor multiplicativo era cercano al cero, y ya se sabe el resultado de multiplicar por cero. El ministro, muy contrariado, torció el gesto y al final cedió a las pretensiones de Sola. Se adquirieron los terrenos en 1967, pero hasta 1973 no comenzó a funcionar.
La nueva Delegación de Hacienda abre sus puertas al público el 20 de junio de 1967. En tiempos de Franco no se hacía la declaración anual de la renta y eran muy pocos los que sabían de donde el dictador se sacaba el dinero para los pantanos, las escuelas y las carreteras. Ahora somos muchos los que pensamos que, en parte, es porque no había tantos políticos inútiles que alimentar y tantos altos cargo que pagar.
El 13 de julio de 1967, a petición del concejal Tomás Gómez Quesada, se solicita al ministerio de Información y Turismo la declaración de 'Fiesta de Interés Turístico' para la Semana Santa de Granada. Era la forma, explica José Luis Entrala, de que Granada estuviera presente en las promociones del Ministerio en el extranjero, así como la posibilidad de trincar subvenciones. Se solicitó y se consiguió. ¿Qué no tenía la Semana Santa granadina comparada con la de Sevilla o Málaga? Los puristas semanasanteros criticaron la decisión e iniciaron una campaña en contra de la medida adoptada porque consideraban que "haría perder el sentido religioso de la conmemoración a favor del interés turístico". Aquí en Granada siempre ha habido una polémica para todo y esta no iba a ser menos.
La finca de los reyes belgas
La Hoja del Lunes de Granada en su edición del 24 de julio de 1967, daba una noticia tan inquietante como habitual en aquellos años. Vino a Motril a pasar un día de playa un autobús procedente de Arjonilla (Jaén) y más de la mitad (hasta 25) tuvieron que ser ingresados por una intoxicación alimentaria, por comer marisco en mal estado. Alguno de ellos estuvo tan malico que prometió no comer nunca más quisquillas de Motril. Hablando de Motril, aquí los reyes belgas Balduino y Fabiola se construyeron en 1967 un chalet en una finca denominada El Vasco, que estaba junto al mar y que les había regalado a los monarcas Pedro Moreno, conde de Agrela y propietario de la Azucarera de Salobreña. Al chalet, con una parcela de casi 26.000 metros cuadrados, se le llamó Astrida, en recuerdo de la madre de Balduino, la reina Astrid. Los reyes belgas acudían regularmente a su finca motrileña y eran muchos los vecinos que los veían hacer sus comprar en el mercado o comer en algún restaurante local. Hasta hubo quién les sacó una quintilla muy graciosa pero un tanto irreverente: "En este lugar divino/de la costa española/se moja el culo Balduino/y se refresca el chumino/la reina Fabiola". Al morir ambos sin descendencia dejaron a la finca en un limbo en el que nadie sabe quién es el propietario. La reclaman unos sobrinos como parte de la herencia, la reclama la misma corona belga y la reclaman el Ayuntamiento de Motril y la Junta de Andalucía, que piensan que ese bien patrimonial –que fue prácticamente regalado a Balduino y Fabiola– debe ser devuelto a la ciudadanía y ser utilizado como un edificio de dominio público. Hasta hay quién ha pensado hacer allí un hotel de lujo. Su futuro está por ver, aunque tal y como van las cosas posiblemente sea antes objetivo de los okupas. ¡Y a ver quién los echa entonces!
En 1967 televisan por primera vez un partido del Granada, cuando en la mayoría de los hogares no había aparatos de televisión. Para verlo, muchos granadinos se tienen que ir al Hogar de San José Obrero, en la acera de San Ildefonso 35, centro refrigerado y con "temperatura ideal", según la publicidad al uso. El centro se llena cada vez que hay fútbol o corridas de toros, mientras cervezas Alhambra invita a una ronda a todos los asistentes. Así cualquiera llena un local.
El partido del Granada que televisan es contra el Real Madrid en el Bernabéu y pierde el equipo nazarí, como lo llaman ahora, por dos cero. Así que no duró mucho la alegría en la casa del pobre porque volvimos a Segunda División tras una desastrosa temporada que empezó muy bien (le metimos 6 a 2) al Zaragoza de los 'cinco magníficos'. A partir de ahí los encuentros se contaron por derrotas. El equipo acabó en el puesto decimocuarto, que le obligaba a jugar una eliminatoria de permanencia frente al Real Betis. Acabaría descendiendo a Segunda tras perder los dos partidos, 2-0 en el Villamarín, y por 0-1 en Los Cármenes. Poco duró la euforia. Los analistas y expertos en la historia del Granada CF achacan este fracaso al habernos desprendido del entrenador húngaro Kalmar, que la directiva lo consideró con poca categoría para entrenar un equipo en primera y porque apenas chapurreaba el español. Por supuesto, al bajar el equipo se le echó de menos. Suele pasar. En cuanto a la directiva, dimite ese año el presidente de la sonrisa, Bailón y para el cargo se presentan dos candidatos: Cándido Gómez (conocido por Candi en su época de jugador) y el empresario de vinos Juan Espadafor. Este último era también un consumado piloto del Aéreo Club de Granada y quiso aterrizar en el equipo con el arrojo que lo caracterizaba, pero perdió por muy poco en el recuento de votos. Juan Espadafor me acompañó en el I Congreso de la Malafollá Granaína que celebramos en Nueva York, allí nos presentó a su nieta, una directiva de las tiendas de Zara en la ciudad de los rascacielos.
La muerte de dos genios
El 10 de noviembre muere un profesor de la Escuela de Pilotos y su alumno al caer la avioneta que pilotaban cerca de Otura. Un desgraciado accidente que viste a Granada de luto. También en 1967 mueren dos granadinos que merecen ser recordados: Manuel Torres Molina y Emilio Herrera Linares. Sobre el primero hay que decir que la historia gráfica de Granada no sería la misma –o sencillamente no sería– sin la obra de este "alquimista de la luz", como lo llama Ismael Ramos en un interesante trabajo sobre él. "Fue el hombre que tras la cámara fotográfica inmortalizó su tiempo: una época irrepetible", dice Ramos.
En cuanto Emilio Herrera, fue un ingeniero militar y aeroespacial que en 1914 acaparó las portadas de toda la prensa europea al ser el primer hombre en sobrevolar el estrecho de Gibraltar en avión. También ayudó a De la Cierva en la construcción del autogiro y fue el que diseñó un prototipo de traje espacial que inspiró después a la NASA para crear los trajes espaciales de sus astronautas. Al haber jurado fidelidad a la República (fue presidente en el exilio), sus logros nunca fueron reconocidos por España, pero sí se ganó el reconocimiento internacional. Murió en Ginebra cuando había cumplido los ochenta y ocho años.
En 1967 nacen el novelista José Abad, la investigadora Amelina Correa, el pintor José Píñar, el dibujante Juan F. García Epi y el cantaor flamenco Antonio Heredia El Chonico. Cuando nacen estaban lejos de saber qué iban a ser con sus vidas. Y una noticia curiosa para terminar. En 1967, cuatro amigos de Cádiar (Manuel Tarifa López, Francisco Dumont, Enrique Morón Morón y Luis Rodríguez Zapata), amantes del bebercio, protagonizaron un 'milagro' al permitir que en la fuente del pueblo en vez de agua saliera vino. El invento se puso en marcha en las fiestas del pueblo y tuvo tanto éxito se convirtió en una fuente permanente de la que sale el caldo en las fiestas de cada año. Uno de los impulsores, el poeta Enrique Morón, tiene un poema dedicado al surtidor milagroso que termina: "Y así, desde esta fuente, con esmero/y amenidad en alas de un abrazo/brindemos por la vida primero/para después bebernos el ocaso". Qué grande.
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