Granada

David Aguilar, el hombre de los sueños cumplidos

  • Fue rector de la Universidad de Granada entre 2000 y 2007 y el que puso la primera piedra en muchos edificios del PTS

  • Catedrático de Anatomía Patológica, es también un apasionado de la música y la lectura

  • En 2010 se le encargó la celebración del Milenio

El que fuera rector de la UGR, David Aguilar, en su despacho.

El que fuera rector de la UGR, David Aguilar, en su despacho. / Andrés Cárdenas (Granada)

El hombre que voy a ver dentro de un momento es un hombre satisfecho con la vida: ha visto sus grandes sueños cumplidos y vive con superávit de afectos. Este hombre, catedrático de Anatomía Patológica, de ambiciones escalonadas y discretas, cuando sube todas las mañanas a su despacho de la planta décima de la Facultad de Medicina de Granada, se asoma a la ventana y no puede por menos que sentirse orgulloso de lo que ve porque él fue el que desbloqueó el proyecto del Parque Tecnológico de la Salud cuando era rector.

Yo sé la historia porque por entonces era un periodista que estaba al tanto de casi todo lo que pasaba en Granada. Resulta que se creó una fundación para la construcción del Parque Tecnológico de la Salud, eso suponía la inversión de muchos millones de euros y la construcción de un nuevo hospital. La iniciativa se bloqueó por problemas económicos y también políticos. Incluso el consejero Francisco Vallejo dijo que él no iba a gastar tanto dinero en este proyecto. Hasta que el buen hacer del hombre que voy a ver, que por entonces era el presidente de la citada fundación, consiguió desbloquear la situación.

Con Normam Ernest Borlaug, premio nobel de la Paz. Con Normam Ernest Borlaug, premio nobel de la Paz.

Con Normam Ernest Borlaug, premio nobel de la Paz. / A. C.

Al poco tiempo comenzaron a hacerse los edificios que componen el Parque Tecnológico de la Salud, el PTS. Él fue el que puso la primera piedra de muchos de esos edificios, por eso digo que cuando el hombre que voy a ver mira a través de su ventana el esplendor del entorno, no puede por menos que sentirse satisfecho porque él fue uno de los protagonistas del impulso de aquella idea de la que todos los granadinos deben sentirse orgullosos, a pesar de que la ironía popular llame al Pteese el Putoese.

El hombre que voy a ver se llama David Aguilar Peña, el que fuera rector de la Universidad de Granada entre los años 2000 y 2007 y el responsable de los fastos de la celebración del Milenio. Cuando nada más verlo le digo lo que sé sobre su participación en el desbloqueo del proyecto del PTS, sonríe y me dice que sí, que llevo razón, pero que hubo otras personas que también se merecen ese mérito como Jesús Quero, por entonces delegado de Gobierno de la Junta en Granada, y Francisco Álvarez de la Chica, secretario provincial del PSOE, “además de algunas más que pensamos que aquel proyecto valía la pena luchar por él”, puntualiza. Además de rector, ha sido importante su tarea científica, que se ha centrado en la oncología básica y experimental –células madre tumorales–, la neuropatología tumoral, el envejecimiento renal y la multirresistencia a fármacos.

Con Juan Manuel Serrat cuando el cantante vino a la UGR por el nombramiento de doctor honoris causa de su amigo Miguel Ríos. Con Juan Manuel Serrat cuando el cantante vino a la UGR por el nombramiento de doctor honoris causa de su amigo Miguel Ríos.

Con Juan Manuel Serrat cuando el cantante vino a la UGR por el nombramiento de doctor honoris causa de su amigo Miguel Ríos. / A. C.

SIETE CASAS PARA SIETE HERMANOS

El despacho de David Aguilar no es de grandes dimensiones pero sí ideal para trabajar sin agobios. Los papeles apilados en la mesa demuestran que hay una actividad pendiente y las fotografías de las paredes demuestran que ha conocido a muchas personalidades del mundo de la Ciencia y la Cultura. "Mira, ahí estoy con Saramago y ahí con Juan Manuel Serrat. Soy muy fan de Serrat, un 'serratiano' puro. Esa fotografía me la hice cuando el cantante vino a la Universidad al nombramiento de doctor honoris causa de su amigo Miguel Ríos. Y esa otra es una fotografía con historia". En la imagen a la que se refiere David Aguilar se ve a él dándole la mano derecha a una persona y la izquierda a otra. La historia a la que se refiere es que las dos personas que choca la mano eran rectores de una Universidad, la de Mostar, que quedó dividida en dos debido a la guerra. "Los rectores pertenecían a facciones irreconciliables. Con aquel gesto mío de darle una mano a cada uno quise expresar que la Universidad de Granada podría servir de puente hacia la paz", dice antes de ofrecerme un asiento.

La vida de David Aguilar comienza en el Jaén de los cincuenta. Él nació el año 1952. Su padre, Mariano Aguilar, era secretario del Ayuntamiento de Segura de la Sierra y al pedir su traslado a un pueblo más cerca de la capital, le concedieron Los Villares. Allí el funcionario conocería a su madre, Araceli Peña. Después de casarse, el matrimonio se trasladaría a Jaén, donde David, el mayor de siete hermanos, estudiaría en Los Maristas.

–Pero todos los veranos los pasábamos en Los Villares. Muchos de los recuerdos de infancia están en ese pueblo, en donde mis abuelos maternos tenían una casa de campo enorme que incluso tenía una era donde se trillaba. Ahora voy muchos fines de semana a Los Villares porque en aquella finca los siete hermanos nos hicimos una vivienda para cada uno. Mi padre fue un hombre especial, muy bueno, un referente para mí. Tuve la suerte de que un año antes de morirse pudo asistir al acto de mi toma de posesión como rector. Se sentía muy orgulloso de mí. Mi madre también ha sido un referente. Vive en Jaén y tiene 92 años.

Con los escritores José Saramago y Francisco Ayala. Con los escritores José Saramago y Francisco Ayala.

Con los escritores José Saramago y Francisco Ayala. / A. C.

En la silla en la que se ha sentado David Aguilar, enfrente de mí, apenas deja su cuerpo descansar unos minutos. Tan pronto echa la espada para atrás como tan pronto se echa para adelante para estar más cerca de su interlocutor. Cruza las piernas, mueve los brazos y se inclina a menudo con improvisado gesto pedagógico, probablemente para que yo no pierda ni un solo matiz de sus palabras. Es un hombre amable y con una locuacidad a prueba de interrupciones. Pero su discurso dista mucho de ser empalagoso, parece en todo momento elegir las palabras necesarias para alcanzar el objetivo de interesar al periodista. No es de los que se apuntan logros y baja la voz cuando quiere destacar algo sin parecer vanidoso, como cuando me cuenta que durante su época de estudiante tuvo unas notas brillantes o que cuando fue elegido rector en segunda votación obtuvo el respaldo de más del ochenta por ciento del claustro.

En Los Maristas de Jaén estuvo hasta aprobar 'Preu'. Después se vino a Granada a estudiar Medicina.

–Yo por entonces no sabía qué estudiar. Me gustaba la Biología, pero también quería ser veterinario. Fue mi padre, que yo creo que era un médico frustrado, el que hizo que me decidiera por la Medicina. Jamás me he arrepentido.

Cuando habla David suele entrecerrar sus ojos claros, o acaso los entreabra, como si tuviera que concentrarse con el fin de precisar más propiamente sus razonamientos. Me cuenta que fue estudiando la carrera cuando se dio cuenta de que a él lo que le gustaba era la investigación y la docencia, tal vez a partes iguales.

–Me quedaba obnubilado oyendo las clases de sabios en sus disciplinas como Carlos Osorio, Vicente Salvatierra o Ignacio Arcelus. Por aquellos años había catedráticos de mucho prestigio: Gonzalo Piédrola, Mari Carmen Maroto, Enrique Villanueva, Felipe Dulanto, Buenaventura Carreras, Miguel Ciges… Los oía dar clases y yo me decía: 'Yo quiero ser como ellos'. Creo que fue en ese momento donde intuí que lo mío era la enseñanza universitaria, era algo que me gustaba. Fíjate si tenía dotes que mis compañeros con los que vivía de estudiante en Villa Josefina me llamaban 'El profesor'.

Con los dos rectores de Mostar. Con los dos rectores de Mostar.

Con los dos rectores de Mostar. / A. C.

Pero antes de ejercer de profesor su vida pasaría por otras vicisitudes. Me cuenta que después de terminar con las Milicias Universitarias, el IMEC (Instrucción Militar Escala Complemento), obtuvo una plaza de interno rotatorio en el Hospital Clínico San Cecilio.

–Ahí empecé. Pero por entonces yo tenía una obsesión: trabajar en un gran hospital, un hospital que fuera una referente nacional. Así que pedí una plaza que había salido para la Clínica Puerta de Hierro de Madrid. Pero para eso tenía que abandonar mi idea de la enseñanza. Saqué la plaza. Lo consulté con el profesor José de la Higuera y me dijo que tenía que elegir y me aconsejó que me fuera a Madrid. Me fui casi llorando porque abandonaba la vía académica.

BECA EN ESTADOS UNIDOS

Pero estaba de Dios que Madrid no iba a ser su sitio definitivo. Poco después lo llamó Lucio Díaz Flores desde Granada para comunicarle que estaba formando un grupo de jóvenes a los que les gustara la investigación. Él se había licencia en Anatomía Patológica, tenía un expediente estupendo y le gustaba investigar. Cumplía todos los requisitos.

–En un principio rechacé la oferta. Pero entonces empezaron amigos y familiares a decirme que si me lo había pensado bien. Aquí iba a tener lo que me gustaba. Le estuve dando vueltas y un día cogí mi R-5 y me vine a Granada a decirle a Lucio que había cambiado de opinión. Me dijo que si para el 31 de diciembre de ese año, estamos hablando de 1976, seguía con mi idea de incorporarme a su equipo, empezaría el nuevo año trabajando con él. Dejé de ser médico clínico y me pasé a la investigación en el campo de la Anatomía Patológica. Al segundo año ya estaba también dando clases.

Al volver a Granada se casó con Alicia, su novia de siempre. Otro de sus sueños cumplidos. Pero es que también deseaba investigar en el extranjero y solicitó una beca para estudiar en Denver, Colorado, el comportamiento de las células madres. Allí estaría dos años.

–Estando allí vine a opositar al cuerpo nacional de adjuntos, lo que hoy es ser profesor titular. Me salió muy bien el examen y saqué plaza con el número uno, por eso pude elegir quedarme en Granada, en el Clínico San Cecilio. Eso fue en el año 1984 y nueve años después saqué la plaza de catedrático.

Con su primer equipo de gobierno. Con su primer equipo de gobierno.

Con su primer equipo de gobierno. / A. C.

La implicación de David Aguilar con la Universidad de Granada ha sido muy intensa. Fue vicerrector con Pascual Rivas y Lorenzo Morillas. Luego dimitió, lo que para algunos sectores fue una estratagema para presentarse él a rector. Dice que en un principio él no pensaba seguir en el gobierno de la Universidad pero al acabar el mandato de Lorenzo Morillas pensó que podría presentar su candidatura al rectorado. La suya salió elegida después de que el otro candidato con el que tenía que jugarse la opción, Jesús González, se retirara y le dejara el campo libre. Estuvo siete años como rector y durante su mandato, además de dar el impulso al PTS, se aprobaron los nuevos estatutos, comenzó el saneamiento económico de la entidad, se aprobaron diez nuevas titulaciones y se elaboró el primer plan estratégico, entre otros muchos logros.

–Fue una etapa apasionante en mi vida porque aprendí mucho, pero también fue intensa y agotadora. Por eso cuando lo dejé, estaba loco por volver a trabajar como simple profesor. Un año después me llamo Gaspar Zarrías, consejero de la Junta, para proponerme ser el encargado de organizar y dar forma a las celebraciones del Milenio. La verdad es que me ilusionó la idea y acepté.

David Aguilar estuvo solo un año como responsable de la celebración del Mileno. Dice que se dio cuenta de que aquel proyecto poco a poco se fue desinflando debido a la crisis tanto económica como política por la que pasaba la Junta de Andalucía, y lo dejó. Con coincidencias ideológicas con el PSOE, es un hombre que nunca ha sido militante de partido político alguno.

SEIS NIETOS

Desde entonces es un hombre que lleva la vida al compás de su tiempo. Dice que ha recuperado al anonimato y ya apenas asiste a actos sociales donde antes era imprescindible su presencia. Desde la atalaya de su despacho es feliz. Le quedan tres años para la jubilación (la Universidad permite a sus profesores estar hasta los 70) y dice que no ha querido jubilarse antes porque lo que hace le gusta y porque no recibe presiones ya de nadie. Lo que no es poco. Las tardes, cuando no tiene clases de máster que atender, las dedica plenamente a la familia. Con Alicia ha tenido cuatro hijos y ya es abuelo de seis nietos. No me acuerdo si me dijo que hay uno a punto de nacer. David Aguilar ha cumplido prácticamente todos sus sueños. La música y la lectura son sus pasatiempos favoritos, por ese orden. Alguien me dijo que cuando era joven tocaba la guitarra e incluso perteneció a un grupo musical. Se me olvida preguntárselo pero me dice que le gusta mucho, además de Serrat, Carlos Cano, Miguel Ríos y Sabina.

No ha querido jubilarse antes porque lo que hace le gusta y porque no recibe presiones

En cuanto a la literatura, me comenta que es de los que espera con ansiedad a que escritores como Julián Marías o Antonio Muñoz Molina saquen sus novedades para ir a comprárselas. Aunque el último de Muñoz Molina, Un andar solitario entre la gente, le ha desilusionado un poco. Cree, como yo, que los buenos escritores a veces hacen experimentos literarios que defraudan a sus lectores.

–¿Sabes lo que también me gusta mucho? Ir a las librerías de viejo y husmear entre los libros. En esos sitios me he encontrado a veces a Melchor, el antiguo director de Ideal, que murió el lunes pasado. Era otro enamorado de los libros.

–Sí. Estuve en su entierro y sé que esa era una de sus pasiones.

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