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Miguel Ríos: "El corazón de Granada está en su Universidad"

  • El cantante, que reconoce que sólo ha cursado estudios en la "universidad de la calle", reivindica el papel de la cultura para formar ciudadanos críticos

Si alguna vez se sentó en la última fila de la clase en aquel colegio suyo de los Salesianos donde estudió Primaria, desde ayer Miguel Ríos Campaña tiene, oficialmente, el título de doctor honoris causa por la Universidad de Granada.  A este gran músico que ha regalado sabiduría y emociones al mundo a través de sus canciones, la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, colocó ayer un birrete y una toga, de un color que resulta difícil ver en la indumentaria habitualmente oscura del rockero: el tono celeste que corresponde a la facultad de Filosofía y Letras. 

 

Llegó arropado por la flor y nata de los músicos de su generación, Juan Manuel Serrat y Víctor Manuel, también de su amigo Luis García Montero y del periodista Iñaki Gabilondo. Se sentaron juntos con el orgullo pintado en la cara pero, al mismo tiempo, con la solemnidad del más estricto tribunal de profesores. Miguel Ríos no se dejó amilanar. Como si de un concierto se tratara, se metió en el bolsillo a todo el mundo. Resultaba entrañable ver a los catedráticos con sus togas y birretes, moverse al son del tema que abrió el acto, Bienvenidos, que interpretó el Quinteto de Metales de la facultad de Ciencias de la Música. Y, por supuesto, tararear el Himno de la Alegría que el ya profesor Miguel Ríos cantó como el mejor regalo final para todos los asistentes. 

 

Ayer por la mañana, el Gaudeamus Igitur quedó eclipsado por la voz de Ríos. Y se dio un gran paso para conseguir lo que lleva años intentándose en España y por lo que el catedrático de Musicología Miguel Martín Moreno, propuso que se concediera a Miguel Ríos la investidura como  doctor honoris causa: que la música sea disciplina universitaria y que las del siglo XX se consideren de tanta calidad como las que en su día compusieron Beethoven, Bach, Brahms o Manuel de Falla. "Es fantástico que la universidad se abra a otras músicas. Lo importante es demostrar que se tiene talento", comentó el cantante Víctor Manuel.  Para Serrat, el honoris causa de Miguel Ríos es  totalmente merecido.  "Miguel es un hombre honorable y digno de ser honrado.  Ha llevado una vida de trabajo, de difusión de la cultura popular y yo siempre me alegro de que la cultura popular, que ha sido la hermana pobre y tonta en este país tenga hombres como él que se  suman a otros  para hacer este país mejor".  No olvidó Miguel Ríos mencionar a  Carlos Cano y a Morente. Haciendo gala de su humildad en todo momento, contó que hasta  ayer mismo "he estado  intentando convencerme de que iba a estar a la altura de este enorme regalo y enorme compromiso. Me repasé la nómina de los doctores honoris causa de esta Universidad y claro, me temblaban las piernas porque realmente te invade una sensación de impostura, de que estás en un sitio que es mucho más grande que tú". 

 

Miguel Ríos insistió en la necesidad de la cultura para todos los individuos.  "El mucho conocimiento que se atesora aquí debería derramarse fuera de las paredes de la Universidad para tener ciudadanos críticos. Yo vengo más como un párvulo que entra en las primeras clases, con un agradecimiento enorme y por supuesto a ofrecer mi corazón, como decía Fito Páez, porque el corazón de Granada está en su Universidad".

 

Mateo Valero Cortés, compañero de Ríos en la distinción del Honoris,  se sentía orgulloso de que Granada "haya unido la computación con el rock". Sus palabras se vieron confirmadas cuando los teléfonos salieron de todos los bolsillos para grabar los momentos más emotivos de la ceremonia. "El peor móvil y el más barato de hoy es mejor que el computador más avanzado de hace veinte años. El mundo avanza muy rápido tecnológicamente", comentó. 

 

Mateo Valero, catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluña y director del Centro Nacional de Supercomputación comentó que tanto el rock como la computación "son maneras de hacer del mundo un lugar mejor. No tengáis ninguna duda de que los investigadores intentamos devolver a la sociedad un poquito de lo mucho que nos da, generando ideas que luego se pueden aplicar. Para esas ideas necesitamos entornos adecuados y tengo que decirle a Miguel que muchas veces me ha ayudado a tener buenas ideas escuchando sus canciones". En su discurso, el profesor Valero  insistió en que los países más ricos "no son los que más invierten en investigación sino al revés, los países más ricos son los que apuestan por la investigación y luego obtienen recompensas. El mundo cambiará más en los próximos 25 años que lo que lo ha hecho en los últimos 2000". Tras un hondo suspiro y después de ajustar el micro, Miguel Ríos dijo que "la nómina de doctores de esta universidad es tan impresionante que se me hace difícil sacudirme un incómodo complejo de impostor. Si para el universitario este es un momento estelar, para alguien carente de título es algo inconmensurable".

 

Dio las gracias a su padrino, Antonio Martín Moreno por  su defensa "de la dignidad de las músicas urbanas y dijo que con su distinción  "no sólo se me honra a mí sino a toda una cultura musical y a sus militantes". En un emotivo repaso por su vida, confesó que la Universidad, en su época, era una meta "imposible" para las clases obreras.  También que una luz se encendió en su corazón la primera vez que cantó el Adeste Fideles en latín, "sin saber lo que significaba".  Afirmó recordar el "mosqueo" que le produjo no estar en ese grupo de estudiantes que a los 14 años pasaban al instituto cuando él tenía que empezar a trabajar en Almacenes Olmedo. "Hasta que un día, entre popelines y astracanes me nombraron aprendiz de la sección de discos, fue el golpe de suerte  que me insufló valor". 

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