Antonio Camacho, el alcalde inopinado

obituario | granada despide al primer alcalde de la democracia

El primer alcalde democrático de Granada compaginó su trabajo en la Caja de Ahorros con sus ideas socialistas

Antonio Camacho, primero por la izquierda, enun acto con el resto de alcaldes en un acto por los 30 años de la constitución de los ayuntamientos.
Antonio Camacho, primero por la izquierda, enun acto con el resto de alcaldes en un acto por los 30 años de la constitución de los ayuntamientos. / G. H.
G. Cappa

Granada, 27 de diciembre 2017 - 02:33

Antonio Camacho fue el primer alcalde de Granada en democracia. Apenas sostuvo el bastón de mando durante seis meses, pero le dio tiempo para quitar las telarañas acumuladas en la institución durante cuarenta años de Dictadura. Era un alto cargo de la Caja General de Ahorros, un banquero de izquierdas al que su salto a la político bajo las siglas del PSOE le costó que algunos amigos dejaran de hablarle a partir de ese momento. Con sus gafas de vista con las lentes oscurecidas era la imagen de una época en la que la ciudad comenzaba a desperezarse. Jesús Quero, alcalde de Granada entre 1991 y 1995 y actualmente gerente de la Fundación PTS, fue una de las personalidades que ayer se acercaron ayer al cementerio de San José a dar el último adiós al hombre que comenzó a sacar a la ciudad del gris plomizo de cuatro décadas.

Quero fue, con apenas 24 años, el jefe de Secretaría de Antonio Camacho durante los seis meses que fue alcalde, "una experiencia vital que me marcó de por vida". "Era un chaval que llegaba al Ayuntamiento a las ocho de la mañana mientras que el alcalde no llegaba hasta las cinco de la tarde porque seguía trabajando en la Caja de Ahorros, donde en aquel momento era director general en funciones", recuerda Jesús Quero sobre una época en la que, años antes de convertirse en primer edil de Granada, ejercía de alcalde a tiempo parcial por las mañanas. Eso sí, cuando Camacho entraba en su despacho no salía hasta la medianoche porque, por entonces, los alcaldes no cobraban. Y si tenía que hacer un viaje a Valencia para asistir a una reunión de la federación española de municipios y provincias cogía su propia coche y conducía los más de 400 kilómetros que separan ambas capitales y por las carreteras de hace 38 años, donde una autopista era casi una utopía. "Son cosas que hoy nos chocarían mucho", apunta Quero. "Recuerdo que en campaña electoral hicimos un acto público en Bola de Oro y las dos grandes reivindicaciones de los vecinos eran un buzón de correos y una cabina de teléfonos porque tenían que ir a la avenida Cervantes. Granada no es la ciudad que es hoy, había decenas de calles sin asfaltar, sin aceras y sin saneamiento", recuerda sobre una época que dio paso, en el breve espacio de diez años, a las inauguraciones del Palacio de Congresos, Palacio de los Deportes, Parque de las Ciencias, Parque García Lorca.... "Los ayuntamientos dieron en dos años un giro copernicano porque eran una administración muy residual que prestaba unos servicios muy básicos para la comunidad como la recogida de basuras, barrer las calles y poco más", apunta el exalcalde.

Por entonces, los periodistas no iban al Ayuntamiento porque era un ente administrativo, el jefe de la Policía Local era un militar retirado... Antonio Camacho era un hombre que venía del mundo de los negocios y chocó con esta maquinaria administrativa, "pero lo resolvió con mucho trabajo" porque, además, encabezaba un gobierno en minoría. "Pero a diferencia de ahora la gente era bastante leal aunque no había ni para comprar bayetas", recuerda Quero sobre una época fundacional en la que el dueño de la droguería que surtía de productos de limpieza cerró la cuenta del Ayuntamiento y Antonio Camacho tuvo que rascarse el bolsillo para comprar hasta el papel higiénico en un plan de pago a proveedores sui géneris. "Era un hombre que suplió con entusiasmo y muchas horas de trabajo las carencias económicas del Ayuntamiento y la falta de experiencia, porque era un medio que nadie conocía", continúa Jesús Quero sobre el primer alcalde de la Democracia que, en ese clima de improvisación, conoció sólo ocho horas antes de la celebración del pleno e investidura que sería alcalde de Granada. Un pacto entre el Partido Socialista de Andalucía (PSA) y el PSOE, alcanzado a última hora en Sevilla, le daba a los socialistas la Alcaldía de la ciudad.

Seis meses después llegó una mañana con una idea fija en su cabeza: se iba a su casa y dejaba el Ayuntamiento tras la polémica generada por la construcción de Hipergranada, edificado sobre un terreno agrícola y, según contó él mismo, por los anónimos amenazadores que no dejó de recibir durante su etapa de alcalde. "Lo pasó mal personalmente, intenté convencerlo para que reconsidera esta postura, llamé al secretario general del PSOE, Ángel Díaz Sol, y no hubo manera de que diera marcha atrás. Fuimos a su casa de Doctor Olóriz pero no hubo manera", recuerda Quero sobre un caso "muy complejo" porque Camacho, en su faceta de banquero, había dado préstamos a los cooperativistas y se encontró con que tenía que sancionarlos. "Fue una decisión éticamente incontestable, esto hay que hacerlo pero que lo haga otro".

Después tuvo una vida pública poco conocida pero muy importante. Estuvo en lo que fue el germen de la Escuela Andaluza de Salud Pública, fue consejero de la Cámara de Cuentas de Andalucía y estuvo un par años en funciones al frente de la institución cuando dimitió el consejero mayor, trabajó en la Consejería de Salud, montó una red de atención primaria... En definitiva, "un hombre de una honradez absoluta" que supo vivir su vida pública tras dejar la Alcaldía sin convertirse en lo que Felipe González definió como un 'jarrón chino'. Lo corrobora el también exalcalde José Moratalla, que no coincidió por cuestiones generacionales en esta etapa con Antonio Camacho, pero al que le unió después una gran amistad personal. "Era un hombre muy amable, muy atento y un gran socialista a la antigua usanza", afirma Moratalla.

Por su parte, el responsable de que diera el paso para encabezar la candidatura socialista, Ángel Díaz Sol, recuerda que hubo que convencerle para que aceptara optar a la Alcaldía. "Llegó en un momento difícil y complicado para una persona tan metódica, hubo problemas que le afectaron mucho en lo personal porque le organizaron unos escraches durísimos en la puerta de su casa", afirma el secretario general de los socialistas en 1979, que recalca que no es que fuera un hombre incapaz, "pero sus mecanismos mentales no estaban adaptados a esa nueva situación porque era un hombre que llevaba una vida dentro de la lógica de sus principios". Le eligieron porque el PSOE tenía una problemática organizativa: sus dirigentes eran unos desconocidos porque venían de la clandestinidad. Y Antonio Camacho era un alto cargo de la caja, que era una institución con mucho peso en la ciudad. "Nos costó bastante convencerle porque no se veía en ese papel, pero nosotros necesitábamos alguien de su perfil para afrontar ese ayuntamiento que era terrorífico", afirma Díaz Sol para apostillar que siempre ha sentido "un gran respeto" por Antonio Camacho, el primer alcalde democrático de Granada.

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