UGR

Aranda da el relevo al frente de la Universidad de Granada 2.911 días después

Pilar Aranda, en su despacho.

Pilar Aranda, en su despacho. / antonio l. juárez / PS

El 27 de mayo de 2015, miércoles, la catedrática de Fisiología de la Universidad de Granada Pilar Aranda salía como ganadora de las elecciones al Rectorado en las que se enfrentó con Indalecio Sánchez Montesinos. 2.911 días después de aquellas elecciones la Universidad de Granada ha elegido al nuevo rector en los comicios del 16 de mayo, en los que ya no ha habido urnas ya que el proceso ha sido telemático. En estos casi 3.000 días Aranda ha sumado dos mandatos de cuatro años cada uno como máxima responsable de la institución académica. Dos mandatos en los que se pasado de una crisis (la económica) a otra (la sanitaria) y en los que los discursos de la rectora han estado siempre marcados por una demanda fundamental: más dinero.

"Soy responsable de todo lo que ha ocurrido en la UGR en estos años, de lo bueno y de lo malo, algo de lo que era muy consciente cuando me presenté como candidata. He sentido el apoyo y el aliento de todos", dijo en su último claustro, a finales del mes de marzo, en el que se da cuenta de la memoria anual del Defensor Universitario. Aranda aprovechó ese claustro para esbozar su gestión y para pedir también que el que llegue no se duerma en los laureles. "Tenemos una buena Universidad pero tenemos capacidad de mejorar". En ello se ha empeñado durante estos ocho años. La rectora revalidó su mandato en 2019, en unos comicios en los que fue la única candidata.

Foto de familia tras la investidura de Pilar Aranda en el Hospital Real. A su lado, Ramírez de Arellano y González Lodeiro. Foto de familia tras la investidura de Pilar Aranda en el Hospital Real. A su lado, Ramírez de Arellano y González Lodeiro.

Foto de familia tras la investidura de Pilar Aranda en el Hospital Real. A su lado, Ramírez de Arellano y González Lodeiro. / R. G.

La 324 rectora de la Universidad de Granada, primera mujer en acceder a este cargo en casi cinco siglos de historia, asumió desde que tomó posesión -en Sevilla el 30 de junio de 2015 ante Susana Díaz, entonces presidenta de la Junta, y en Granada el 4 de julio de ese mismo año en un solemne acto en el crucero del Hospital Real- que debía levantar la voz. Lodeiro no había sido tibio precisamente, pero la situación era tan grave que se requería la máxima contundencia. Los recortes habían agravado los problemas de los que ya adolecía la Universidad española. Se había puesto en cuestión la funcionalidad del sistema, se estaba pendiente de profundos cambios y el conocido como Plan Bolonia -la adaptación de los Estudios al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES)- debía completarse. Hoy, ocho años después, la Universidad de Granada ha conseguido abrir nuevas vías de financiación fundamentalmente por la concurrencia competitiva en convocatorias de investigación, ha conseguido sacar unas 2.000 plazas de trabajadores según el dato de la propia Aranda, ha profundizado en su internacionalización gracias a la alianza Arqus y se ha lanzado de nuevo a rehacer las costuras más que tirantes de las infraestructuras. También ha sido motor de la actividad cultural de la ciudad y ha procurado cuidar su ingente patrimonio. Su presupuesto para 2022 superó por primera vez los 500 millones de euros.

El personal

En los primeros años de mandato se ha tenido que configurar una plantilla docente y de personal de administración y servicios con la limitación de la tasa de reposición. Se ha afrontado la necesidad de rebajar la edad media del profesorado, aunque el relevo generacional sigue como una de las cuestiones que tienen que abordarse en este próximo mandato. El capítulo I, el de gastos de personal, de la Universidad de Granada ha crecido un 30% en estos ocho años.

Con la plantilla universitaria ha habido momentos de tirantez, como el claustro extraordinario del pasado noviembre. En aquel momento se criticó con dureza la gestión con el personal de limpieza, un servicio que se ha externalizado en los últimos años.

Autonomía universitaria

Aranda ha sido clara en la defensa de la autonomía universitaria de la UGR. En esta trinchera ha sido firme en el mantenimiento de los comedores universitarios, un servicio que la propia rectora calificó como "joya de la corona". Eso sí, para evitar injerencias, desde el Rectorado se ha tenido claro que esta defensa tenía que ir de la mano de una suficiente dotación económica. Ese ha sido el mantra de Aranda durante su etapa al frente del rectorado. 

Todavía no se ha cerrado el nuevo modelo de negociación, que suma años de debate. La Junta y los rectores han trabajado en este sistema que debe determinar cómo se reparten los fondos de forma intensa y, presumiblemente, se está cerca de llegar a un acuerdo que cierre este espinoso asunto, en el que Granada nunca ha ocultado sentirse satisfecha por recibir más y que se tengan en cuenta los resultados de la cada universidad.

En Sevilla, cuando tomó posesión ante Susana Díaz y Ramírez de Arellano en 2015. En Sevilla, cuando tomó posesión ante Susana Díaz y Ramírez de Arellano en 2015.

En Sevilla, cuando tomó posesión ante Susana Díaz y Ramírez de Arellano en 2015. / R. G.

Dentro de su autonomía universitaria, la UGR 'cambió la hora' y suprimió los exámenes de septiembre, una decisión que fue contestada, y, sobre todo, elaboró su plan estratégico con el fin de marcar los surcos por los que debe discurrir la política universitaria hasta 2031, año de celebración del quinto centenario.

Las crisis

La económica era una montaña que estaba allí cuando Aranda llegó y que tuvo que escalar a base de medidas y de dejar de lado aquello que no fuera mollar. Las infraestructuras se quedaron en el cajón en un paréntesis que, parece, está cerca de finalizar y que, no obstante, ha dejado inversiones millonarias, fundamentalmente por las actuaciones en el nuevo módulo de Escultura, la biblioteca de Filosofía y Letras, las actuaciones en el Hospital Real, la apuesta por el Albercón del Moro y Cartuja -donde ya se comenzó a intervenir en el Observatorio- o medidas de eficiencia energética.

La UGR tuvo que retener lo ahorrado por los centros y departamentos en una medida que generó malestar. En 2020, con el Covid, la Junta a su vez echó mano de los remanentes de las universidades públicas andaluzas. "La pandemia del covid-19 ha situado a la Universidad de Granada ante uno de los mayores retos al que la institución se ha enfrentado jamás", comenzaba Aranda su carta remitida a la comunidad universitaria el 23 de abril de 2020, cuando se empezó a ver que aquello iba a ser algo más que quince días de encierro..

Pilar Aranda, Juanma Moreno y Gómez Villamandos, en la primera visita realizada por el presidente de la Junta a la UGR. Pilar Aranda, Juanma Moreno y Gómez Villamandos, en la primera visita realizada por el presidente de la Junta a la UGR.

Pilar Aranda, Juanma Moreno y Gómez Villamandos, en la primera visita realizada por el presidente de la Junta a la UGR. / E. P.

La crisis sanitaria nadie la vio venir y supuso un serio golpe para la Universidad. "En 48 horas pasamos a ser una universidad a distancia", ha recordado con insistencia Aranda sobre aquel fin de semana del 14 y 15 de marzo de 2020. Se salió de aquello pero en la hemeroteca quedan momentos tan críticos como la vuelta a la docencia online en octubre de 2020, apenas iniciado el curso, tras unas imágenes de personas en los locales de Ángel Ganivet en el puente del Pilar. La Junta estableció unas medidas que ahora se antojan extremas en los colegios mayores y determinó la vuelta a las pantallas. Aquello duró hasta abril, cuando se regresó a la presencialidad "segura".

Universidad pública

En los últimos cuatro años, en coincidencia con la llegada del PP a San Telmo, se ha dado luz verde a varios proyectos de universidades privadas. Aranda, siempre que ha tenido oportunidad de hablar de ello, ha defendido que se pida a estos centros los mismos requisitos que se demandan a las escuelas y facultades públicas. "No me gusta que se pueda montar un chiringuito". Además, exige el mismo "rigor" a la posibilidad de nuevas titulaciones. También se ha mostrado públicamente a favor de cambiar el sistema de acceso. Así lo dijo en una de sus últimas intervenciones públicas, el pasado mes de abril, en la apertura del salón estudiantil. Sobre la Selectividad dijo "no tenemos otra manera de ordenar" al alumnado para su entrada en los estudios de grado y manifestó que "espero que con el tiempo se haga de otra manera más lógica quizás". 

Infraestructuras

A la Universidad de Granada se ha gastado más de 22,3 millones en medio centenar de intervenciones de reparación, restauración o mejoras. En el largo listado aportado por la Universidad de Granada destacan los trabajos en el Hospital Real, donde hubo que intervenir de emergencia tras el enjambre sísmico de 2021 en una operación al 'corazón' de la UGR que se llevó 2,2 millones de euros, el V Centenario o antigua Facultad de Medicina o las obras en el Colegio Máximo, en su espléndida Sala Mudéjar. De entre todas estas intervenciones destaca la compra por 2,7 millones de la Azucarera de San Isidro, un inmueble industrial que forma parte del patrimonio de la Vega de Granada. Esta compra deberá ahora desarrollarse con un plan director en el que se fijen necesidades y cómo se sufragará esa obra de rehabilitación, un presupuesto que dependerá de las convocatorias a las que concurra la Universidad. La UGR ampliará así sus campus y ensanchará a su vez a la ciudad.

Otra infraestructura que ya está cerca de ser una realidad -deberá estar terminada a finales de este año- es el UGR Dones, ligado al IFMIF Dones y que se levanta en Escúzar. Durante los dos mandatos de Aranda, la rectora ha defendido el carácter estratégico del acelerador de partículas. Ahora la Universidad construye su propio centro de investigación de materiales con un coste de casi 8 millones de euros. No se logró la Agencia de la Inteligencia Artificial, que se fue a Coruña y que fue una clara apuesta de la UGR.

Normativa

Hacer política es establecer prioridades, decir esto va primero. Y para establecer esas políticas las administraciones se dotan de reglamentos, normas, estatutos... marcos regulatorios. En el caso de la Universidad de Granada se establecieron, con la llegada de Aranda, elementos innovadores que debían ser puestos negro sobre blanco. Se elaboró el primer protocolo contra el acoso, una herramienta que siempre ha estado bajo la lupa por lo delicado de la cuestión. El propio defensor universitario, Antonio Ángel Rodríguez, reclamó hace años que se revisara. 

Además del protocolo contra el acoso, la UGR cuenta ya con un código ético, reglamento de convivencia y régimen disciplinario. Se han quedado pendientes otras cuestiones, como la normativa de calificación y evaluación, la que debe regular el teletrabajo, la conciliación o el recién anunciado plan de salud mental.

Con el entorno

Desde que tomó posesión Aranda se propuso, además de mejorar la financiación, imbricarse en la ciudad. Para ello se ha desarrollado un programa patrimonial y también iniciativas ligadas al sector empresarial. La última en este apartado ha sido la apuesta por un ecosistema basado en la inteligencia artificial, a través de AI Reseach and Innovation, una fundación de carácter privado en el que uno de los patronos es la Universidad. Esta iniciativa toma el testigo de otras propuestas que no llegaron a buen puerto. En 2020 la Fundación General Universidad de Granada quedó liquidada. 

Además, Aranda ha formado parte activa de iniciativas como el Pacto de los Mártires y ha ocupado un lugar destacado como institución pública en los asuntos de debate en la ciudad e incluso la provincia.

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