Bajar el consumo, una cuestión de cambiar los hábitos
Hay quien no se resigna. La factura de la luz puede dar un pequeño respiro si se cambian algunos hábitos y se realiza una "pequeña inversión", indica Manuel Amate, propietario de Domoelectra, empresa dedicada a las instalaciones eléctricas, técnicas e informáticas.
"En la cocina es donde hay un mayor consumo eléctrico" y la estancia en la que Amate propone una serie de consejos para ahorrar energía. Además de utilizar el calor residual de la placa vitrocerámica, de la inducción o del horno para finalizar la cocción de los alimentos, el técnico apunta que una buena solución para no malgastar luz puede ser apagar el termo eléctrico cuando no se utilice. "Se pueden regular las horas de funcionamiento para que no esté las 24 horas encendido". Para ello, Amate propone el uso de un programador. Los últimos modelos, de hecho, ya cuentan con automatismos que hacen ese trabajo. Otra clave es "no sobredimensionar". "Si somos tres en casa, es suficiente con un termo eléctrico de 80 litros" y, "por supuesto, que sea de clasificación energética A".
Uno de los puntos críticos del verano es hacer frente al calor. Una solución que no requiere de un enchufe cerca es la instalación de toldos. "Puede suponer un ahorro del 30% en climatización", estima el responsable de Domoelectra. De nuevo el técnico aconseja tener en cuenta las necesidades del hogar. "Si tenemos suficiente con un ventilador, para qué usar un aire acondicionado". Si la vivienda es especialmente calurosa y el ventilador es insuficiente, antes de comprar el aparato de aire acondicionado Amate recomienda hacer un "estudio", determinar cuántos metros cuadrados hay que refrigerar, cuántas personas suelen estar en esa estancia y qué tipo de objetos hay. "No es lo mismo una habitación que una oficina donde puede haber varios equipos informáticos que también emiten calor".
El "consumo fantasma" es otra de las claves que Amate apunta a a hora de rebajar la factura de la luz. Ese consumo fantasma se refiere a los equipos que permanecen enchufados de forma permanente y que suponen un gasto energético pequeño, pero constante. "Se trata de los stand by de los equipos, el reloj del horno o los smartphones enchufados toda la noche". Una solución es apagar "todos los circuitos eléctricos, salvo el de la nevera. Así eliminas todos los consumos que haya" sin necesidad de ir aparato por aparato. Adoptar ese hábito puede suponer un ahorro del 5%, estima Amate, que recomienda el uso de gestores energéticos. Se trata de un dispositivo que permite ver cuánto se consume y, a partir de ahí, estimar el gasto.
Otra medida que se puede adoptar es cambiar la potencia contratada. De nuevo, "no sobredimensionar" y analizar qué potencia es suficiente para mantener los equipos de los que se dispone.
Por último, Amate recurre al sentido común. "Al igual que la felicidad, el ahorro energético está en la mente. Se puede apagar la tele y abrir un libro. Y si es con luz del sol, mejor".
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