Calle Enriqueta Lozano

Allí nació la Safo Granadina Enriqueta Lozano que escribió cientos de obras, obtuvo 23 premios literarios, fue novia de Pedro A. de Alarcón, periodista, dramaturga y tuvo 12 hijos

1. Rótulos de las calles en las que nació y vivió Enriqueta Lozano. 2. Fotografía de la periodista y dramaturga granadina. 3. Enriqueta creó la revista 'La Madre de Familia', que contaba con más de 6.000 suscriptores repartidos por España y las colonias. 4. Mausoleo de Enriqueta Lozano en el cementerio de Granada. Reportaje gráfico: josé Luis delgado
José Luis Delgado Granada

17 de junio 2013 - 01:00

Dos años tenía Enriqueta Lozano cuando mataron en Granada a Mariana Pineda. Una microscópica plaquita en la calle Navas recuerda la casa en la que vivió, pero ninguna en la que nació.

Increíble la actividad de esta melancólica, modesta y laboriosa mujer que nació justo al lado de la Plaza de la Mariana; allí desemboca la calle Enriqueta Lozano, llamada antes Darro del Campillo; en 1829 y en la casa número 14, esquina a la calle Mirasol, a unos metros del Café Fútbol, vino al mundo esta curiosa granadina que tuvo tiempo para todo.

Si nos situamos en la ignorante Granada de la mitad del siglo XIX nos podremos hacer mejor idea de la dimensión literaria de esta paisana. Porque no se ofrecían demasiadas oportunidades a las mujeres y ya se destacó desde los 18 años cuando puso en escena su comedia Una actriz por amor en 1847 en la que ella misma era la protagonista.

Fue autora teatral de sainetes, dramas y comedias; escribió docenas de novelas y centenares de poemas todos matizados de sus asentadas creencias religiosas. Obtuvo hasta 23 primeros premios literarios por toda España. Uno de ellos donado por el propio rey Alfonso XII. No era por tanto la típica poeta provinciana conocida en su barrio puesto que leyó sus poemas hasta en el Ateneo de Madrid, como la Pardo Bazán o Rosalía de Castro.

Tertuliana de prestigio, compartía sus conversaciones con Ganivet, Manuel del Palacio, Afán de Rivera y Pedro Antonio de Alarcón, con el que parece que tuvo cierta relación amorosa de poca duración.

Fue también periodista colaboradora de La Alhambra, El Defensor y El Eco de Occidente, la revista que fundó Alarcón. Y ella misma creó el periódico Madre de familia que contaba con más de 6.000 suscriptores repartidos por España y las colonias. Era un canto a la defensa de la familia y de las tradiciones genuinamente españolas. En esta segunda mitad del siglo XIX se estaba produciendo la caída del imperio colonial español que tuvo su final en el 98 con la perdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Precisamente Enriqueta Lozano escribía en El Correo de Manila como lo hizo también en La Lealtad, de Córdoba.

Dicen que a ella se deben los textos que aún se expresan en las fiestas populares de moros y cristianos en algunos pueblos de la Alpujarra granadina; y lo que sí es seguro es el larguísimo poema que dedicó a la granadina Eugenia de Montijo tras su boda con el emperador de Francia Napoleón III; aquel que termina con este patriótico consejo: No llegues a olvidar ni una vez sola / que el más rico florón de tu diadema / es, noble Emperatriz, ser española. Condición y orgullo de ser español que nos han recordado ahora los fieles seguidores de la selección campeona de fútbol.

Se debe al cronista de Granada Ortiz de Villajos el sobrenombre de la Safo Granadina con el que se la conoce a raíz de un artículo publicado en ABC con ese título en febrero de 1931, aunque ya sus coetáneos la comparaban a ella. Safo de Lesbos influyó en Enriqueta como lo hizo en Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Rosalía de Castro o en la también maestra granadina Eduarda Moreno.

Murió en la calle Ancha de la Virgen número 10, el 5 de mayo de 1895; el Ayuntamiento la había nombrado en febrero Cronista de Granada con una gratificación de 1.500 pesetas anuales que nunca llegó a cobrar porque murió antes de empezar su contrato, pero por lo menos le costeó el mausoleo al lado del deteriorado sepulcro de Francisco de P. Valladar.

El lamentable estado en el que se encuentran las tumbas de algunos de estos ilustres granadinos clama al cielo, sobre todo porque fueron costeadas por la ciudad de Granada.

Desde hoy la estrecha calle que lleva el nombre de Enriqueta Lozano resulta ser una hermosa avenida aunque la placa y su recuerdo hayan casi desaparecido.

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