Ayer y hoy

Crímenes en el Palacio de Abrantes

  • La sede granadina de la Asociación de Periodistas, en el Palacio de Abrantes, fue testigo de los crímenes de Juanillo el de la Juana

  • Una sala de juegos clandestina tuvo algo que ver

Asociación de Periodistas en el Palacio de Abrantes.

Asociación de Periodistas en el Palacio de Abrantes. / José Luis Delgado

La Granada de ayer tiene muchos granos, algunos no tan dulces y otros por desgranar. Duraban aún los ecos festivos del famoso Concurso de Cante Jondo, celebrado en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra en junio de 1922. Y en los primeros días de octubre saltó la noticia de un doble crimen con un suicidio añadido. Toda la prensa nacional, y especialmente El Heraldo de Madrid, sacó el suceso en sus páginas, porque algo tuvo que ver la recién creada Asociación de Periodistas de Granada, en cuyos locales ocurrió la desgracia.

La prensa granadina estaba dividida: La Publicidad, El Noticiero Granadino, El Defensor de Granada, La Gaceta del Sur… y cada uno contaba el suceso con diferentes matices, porque también las asociaciones estaban divididas: por una parte la Asociación de la Prensa, presidida por Corral Almagro, y por otra la Asociación de Periodistas, presidida por Miguel Montalvo (luego Eduardo Romero). Cada una iba por su lado como parece que es la tónica general de la sociedad granadina desde Adán y Eva.

Dicen que a las dos de la madrugada del primer domingo de octubre, un vecino de Fuente Vaqueros, apodado Juanillo el de la Juana, irrumpió como loco en los locales de la Asociación de Periodistas que tenía su sede en una planta del Palacio del Duque de Abrantes, con entrada por la antigua calle Sierpe Alta, donde se hallaba entonces la taberna de La Verbena de la Paloma. El tal Juanillo entró armado con una pistola y, tras una breve disputa, disparó contra Francisco Olmo 'El Belloto', un perla que ya había sufrido varias condenas, y contra el groupier Vicente Moreno, cayendo los dos muertos en el acto, según testificó el médico forense doctor Feliú Torné. El resto de personas que ocupaban el local huyeron precipitadamente; aunque al día siguiente la policía detuvo a siete individuos para ser interrogados por el juez Rafael Vigaray, acabando luego todos en la prisión provincial. Al parecer en aquellas dependencias se refugiaba una clandestina sala de juego por entonces prohibida.

Mientras tanto el asesino Juanillo, al que por cierto le había tocado la Lotería hacía poco, huyó camino del cementerio para, según le comentó al vigilante apodado El Sabañón, esperar a los cadáveres cerca de La Mimbre, pero acosado por la policía acabó pegándose un tiro en la sien, dejando viuda y dos hijos.

Sede de la Asociación de Periodistas en Reyes Católicos. Sede de la Asociación de Periodistas en Reyes Católicos.

Sede de la Asociación de Periodistas en Reyes Católicos. / J.L.D.

Toda esta tragedia dio pie a una encarnizada disputa entre periodistas de las distintas asociaciones; para El Defensor los hechos eran obra de un perturbado mental; pero un moralizante artículo aparecido en la Gaceta del Sur, titulado La ruina del juego, achacaba los hechos a los vicios propios de estos locales, ya que una de las dependencias de la Asociación se dedicaba a “sala de recreo”. Así decía uno de sus párrafos “¡Cuántos cayeron en las engañosas redes de ese veneno, más sutil y más seductor que el opio!” Había en el fondo el deseo de desprestigiar a la recién creada Asociación de Periodistas que al final tuvo que cambiar de domicilio.

Pero resulta curioso que mientras la Asociación de la Prensa criticaba a la Asociación de Periodistas, también aquella tenía por qué callar porque, según se lee en la Granada de ayer, de Acosta Medina, los componentes de la Asociación de la Prensa “se vistieron de nobles pastores de la Alpujarra, aquellos que tenían más conchas que un galápago”. Parece que también allí se jugaban los cuartos, las fincas y hasta las esposas. Cita que recoge Gil Craviotto en su obra Mesa de León, un periodista entre siglos (1859-1937). Por otra parte no deja de sorprender que por estas mismas fechas, el 4 de octubre, se inaugurara el Casino Principal en el pueblo vecino de Gabia la Grande donde con toda seguridad no faltaría la “sala de recreo”. Es la doble moral que nos acompaña desde el Neolítico.

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